¿Cómo Hizo una de las Empresas Más Grandes de Argentina para Desarrollar su Plan de Carbono Neutral?: La Experiencia de Quilmes Desde Adentro
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Hay un solo mundo: éste, el que estamos habitando ahora mismo, el que pisaron nuestros antepasados desde antes de antes y el que recibirán quienes nos sucederán. Por eso, la toma de acción forma parte de un cambio conceptual que arranca por casa, sí, pero también, mucho más, en los objetivos que puedan trazar las grandes marcas.
En ese sentido, lejos de las dramatizaciones, algunas compañías como la cervecería y maltería Quilmes vienen mancillando la idea de evolución de la sustentabilidad. Y, en pleno cambio de paradigma ambiental, se encauzaron detrás de un objetivo: asumir la meta de ser carbono neutral.
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“Tiene que ver con el propósito de la compañía. Soñamos en grande con más oportunidades. Con impulsar un triple impacto. Con poner en el centro del negocio la prosperidad del planeta y las personas”, dice Vanesa Vázquez, Gerenta de Crecimiento Inclusivo y Sustentabilidad de la cervecería y maltería Quilmes, en exclusiva para El Planteo.
Metas ambientales realistas
Entretanto, Quilmes trabaja intrínsecamente con el campo, ya que sus productos van desde la semilla hasta la mesa del consumidor. Y es ahí donde aparecen elementos imprescindibles como la cebada, el lúpulo, el agua y la levadura. Y es allí, justamente, desde donde se comienza a trabajar en metas ambientales.
Su objetivo, entonces, anida en una fecha: 2040. “Pero a partir de que anunciamos este compromiso, nos ponemos estos anteojos con los que vemos todo, con el que trazamos nuestros objetivos”, explica Vázquez, quien hace 19 años forma parte de las filas de Quilmes.
A la sazón, este plan de transición se inició hace muchos años (“Ya van tres ciclos de metas ambientales”) y comprende reducción de consumo de agua, fortalecimiento de cuencas hídricas, reducción de materiales de un solo uso, aumento de retornabilidad, diseño de metas de agricultura sustentable, entre otros.
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¿Y la huella de carbono? “Medimos nuestra huella para entender cómo abordarla y, a partir de ahí, armamos un plan de trabajo: agricultura, packaging, logística, uso de energía, cadena de valor, eficiencia de los puntos de venta y más. Es un plan muy amplio, con metas que tienen que cumplirse anualmente. No queremos hablar del futuro, queremos entender los pasos. Porque tenemos la convicción del camino y una mirada a largo plazo”, detalla Vázquez.
Un trabajo integral
Para su articulación, Quilmes trabaja junto con distintos actores del sector público y privado y, además, con todo el ecosistema de proveedores para, según afirman, “encontrar soluciones y seguir avanzando en el cumplimiento de esta gran meta”.
En el camino por sumar innovaciones, entre otros menesteres, están reutilizando la cáscara de cebada después del malteo en la cervecería, un material que contiene un gran porcentaje de fibra y nutrientes. ¿Para qué se utiliza? Para sustrato de hongos comestibles.
También, trabajan en respuestas tecnológicas basadas en la ciencia y en la naturaleza, como la mejora de disponibilidad del agua de la cuenca del Río Mendoza. “Es una iniciativa que desarrollamos junto a científicos del CONICET y Sumá Nativas, pero no sólo con aspectos ambientales, sino que sumamos a más mujeres de ciencia e impulsamos la participación ciudadana”, suma la Gerenta de Crecimiento Inclusivo y Sustentabilidad.
¿El desarrollo sostenible es, acaso, un sobrecosto?
“Con orgullo, puedo decir que somos la primera compañía en desarrollar productos hechos 100% con energía renovable, que genera cero emisiones y contribuye a la transición de la matriz energética de Argentina”.
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En términos concretos, esta decisión puede generar la oportunidad de promover nuevos tipos de empleo y promover la innovación y el talento del conocimiento doméstico. “Buscamos impulsar la recomposición del país desde el desarrollo sostenible”.
Ahora bien, hay muchos tomadores de decisiones dentro de las grandes compañías que asumen a la eficiencia energética como un sobrecosto o una mayor inversión. ¿Cuánto hay de mito y cuánto hay de realidad?
“Hay que tener siempre una mirada sistémica y lograr equilibrio en el triple impacto. En el desarrollo de la compañía, de las personas y del planeta. Y entender que esto es un beneficio y que es muy importante para el desarrollo de la empresa”.
Con esta decisión, Quilmes logró reducir un 25% la emisión de carbono. Como ejemplo, este sería el equivalente de retirar unos 500.000 autos emitiendo carbono durante un año. O bien el equivalente al consumo de unas 26.000 casas.
“Esto es lo que aporta nuestro parque eólico. Nos gusta pararnos desde lo que suman estos 21 molinos de viento. Todos nuestros productos que están en la góndola son producidos con energía renovable. Queremos seguir yendo hacia la neutralidad de carbono, poniendo un tema que escapa a la coyuntura, que aporta al país y al mundo que queremos”.
El cambio es colectivo
Por lo demás, Quilmes es una compañía que ya tiene unos 132 años de historia y que, gracias a las publicidades, a su cercanía con el deporte, a su longevidad y, fundamentalmente, a la popularidad de sus productos, forma parte de la cultura criolla.
De esta manera, es muy probable que su acción -dentro del ecosistema de grandes empresas argentinas- rebote en otras similares.
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“Cada una de las decisiones que tomamos es observada. Por eso es importante poder comunicarlas para que otras conozcan el camino. Es un desafío global y requiere de un trabajo colaborativo. El cambio no parte de una compañía sola, ni de una persona sola. Lo que va a lograr el cambio es el trabajo, la visión y convicción de muchas compañías”.
Por este motivo, es importante la acción del sector privado. ¿Su mayor desafío? “Acelerar la agenda, no sólo en términos de acción climática sino de transformación cultural, con metas concretas y poder trabajar con todos los actores del ecosistema para poder escalar soluciones a tiempo. Yo soy muy positiva. 4 de cada 10 personas tienen información sobre el cambio climático y la mayoría de esas personas quieren colaborar”.
El camino hacia una sustentabilidad real (y no romántica)
Curiosamente, cuando la compañía publica su plan de inversiones, no discrimina un número concreto para el medioambiente. Es que, según cuenta Vázquez, “cada una de esas inversiones tienen puestos los anteojos del impacto positivo en el medioambiente”.
Esto es: reducción de emisiones, compra de envases retornables (algo instalado con naturalidad en los usos y costumbres de los argentinos), reducción de emisión de carbono, volver reciclables el 100% de los envases, eficiencia energética, menor consumo, sumar herramientas y tecnologías para llevar adelante una transformación cultural.
“Le damos tiempo a la charla, a la conversación, al debate y a la construcción de equipos. Traemos voces para encontrar otras soluciones y hacer la sustentabilidad real y posible. Y salir del costado romántico de todo esto y hacerlo posible para el negocio”, Vázquez dixit.
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Bajo esta perspectiva, Quilmes aborda los temas de manera multidimensional, con una agenda transversal y con una agricultura sustentable.
“Trabajamos fuerte con productos agropecuarios para impulsar buenas prácticas agronómicas. Buscamos tener el suelo siempre verde, que sea un sumidero de carbono. Los cultivos también pueden ser sumideros de carbono con manejos específicos vinculados a las buenas prácticas agronómicas. Lo importante es que los 1187 productores que trabajan con nosotros lo hacen con buenas prácticas agroecológicas”, cierra.
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