Síndrome de Hiperémesis Cannabinoide: Crecen los Casos y la OMS se Hace Cargo
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El síndrome de hiperémesis cannabinoide (CHS) es esa condición paradójica donde, en lugar de aliviar las náuseas, el cannabis las dispara. Y hoy vuelve a estar en el centro del debate, por dos motivos: un nuevo estudio masivo publicado en JAMA Network Open y la reciente decisión de la Organización Mundial de la Salud de otorgarle un código diagnóstico propio.
Ambos hitos dibujan un panorama más claro (aunque también más complejo) sobre por qué este cuadro gastrointestinal se multiplica en salas de urgencia, especialmente entre personas jóvenes y usuarios intensivos de cannabis de alta potencia.
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Hiperémesis Cannabinoide en números: Quiénes llegan a urgencias y por qué
El estudio realizado por la Universidad de Illinois analizó más de 188 millones de visitas a emergencias entre 2016 y 2022 y detectó un patrón sostenido: las consultas compatibles con CHS se dispararon durante la pandemia y nunca volvieron a los niveles previos.
Según el estudio, la condición pasó de 4,4 casos por cada 100.000 visitas a un pico de 33,1 en el segundo trimestre de 2020, para finalmente estabilizarse alrededor de 22,3 a fines de 2022.
El equipo atribuye parte del aumento al impacto del COVID-19: “Es probable que la pandemia de COVID-19 haya catalizado el aumento de los casos de CHS debido al estrés, el aislamiento y el aumento del consumo de cannabis. Tras alcanzar su punto álgido en 2021, la incidencia de CHS disminuyó, pero se estabilizó por encima de los niveles prepandémicos”, según comparte Hemp Gazette.
Datos clave del estudio:
- Mayor concentración en jóvenes de 18 a 25 años (35,7%) y 26 a 35 años (31,5%).
- Caída simultánea de los diagnósticos de vómitos cíclicos no asociados a cannabis.
- Incremento paralelo de códigos relacionados con afecciones cannábicas.
- Más frecuente en el Noreste y Oeste de EEUU que en el Sur.
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El trabajo también remarca un punto incómodo: debido a que CHS no contaba con un código propio en el sistema ICD-10 durante el período estudiado, los casos debían inferirse combinando códigos de vómitos cíclicos con diagnósticos secundarios vinculados al cannabis, lo que dejó espacio para diagnósticos incorrectos o directamente omitidos.
Del “scromiting” al reconocimiento oficial: La OMS incorpora CHS al ICD-10
A esta afección se le ha dado el coloquial término “scromiting”, una mezcla entre screaming (gritar) y vomiting (vomitar), utilizado para describir los episodios de vómitos intensos y dolor agudo que pueden experimentar las personas afectadas por esta patología.
Mientras los datos de urgencias muestran un aumento sostenido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un paso decisivo el 1 de octubre de 2025, cuando incluyó al CHS en la Clasificación Internacional de Enfermedades bajo el código R11.16.
Tras advertencias de investigadores de la Universidad de Washington, desde este 1 de octubre de 2025 la Organización Mundial de la Salud ha incorporado dicho código diagnóstico específico para facilitar a los médicos de todo el mundo la identificación y seguimiento de esta condición, según Las Drogas Info.
Esto permite unificar criterios, mejorar la vigilancia epidemiológica y evitar que pacientes atraviesen múltiples visitas a emergencias sin diagnóstico, algo que sucede con frecuencia.
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Desde UW Medicine, la investigadora Beatriz Carlini advierte: “A menudo, una persona acudirá varias veces al servicio de urgencias hasta que se diagnostique correctamente, lo que supone un coste de miles de dólares cada vez”.
A esto se suma otro factor: muchos pacientes inicialmente rechazan la idea de que el cannabis —una planta históricamente asociada con aliviar náuseas— pueda causarles estos síntomas. “Hay personas que afirman haber consumido cannabis sin problemas durante décadas. O fuman marihuana porque creen que les alivia las náuseas”, agrega Carlini.
Alta potencia, alta frecuencia: Cuando el cannabis no es tan amistoso
Aunque aún no existe un consenso definitivo, la ciencia viene explorando varias hipótesis neurofisiológicas. La literatura reciente sugiere que una mezcla de uso prolongado, productos de alta potencia y susceptibilidad individual puede alterar mecanismos como la regulación del receptor CB1, la señalización TRPV1 o la termorregulación hipotálamica.
Algunos comportamientos ayudan a identificar CHS rápidamente:
- náuseas y vómitos intensos que aparecen en ciclos,
- alivio compulsivo con duchas calientes,
- uso repetido de cannabis a pesar de malestar.
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Como dijo el Dr. Chris Buresh, especialista en UW: “Parece que hay un umbral a partir del cual las personas pueden volverse vulnerables a esta afección, y ese umbral es diferente para cada persona. Incluso el consumo en pequeñas cantidades puede provocar vómitos en estas personas”.
Manejo, tratamientos y desafíos clínicos
Hoy se sabe que los antieméticos tradicionales no funcionan bien para CHS. En su lugar, algunos médicos están recurriendo a fármacos como haloperidol, o incluso capsaicina tópica, que activa la misma vía de sensación térmica que alivia los síntomas durante una ducha caliente.
En paralelo, desde El Planteo se ha reportado que los medicamentos tradicionales contra las náuseas no son particularmente útiles, y que fármacos antipsicóticos como el haloperidol actúan directamente sobre los receptores cannabinoides del cuerpo.
El estudio de JAMA concluye que hace falta reforzar la formación clínica: “Los hallazgos ponen de relieve la necesidad de mantener la vigilancia y perfeccionar el reconocimiento clínico del CHS”.
En un contexto donde el cannabis legal y medicinal es parte cotidiana de la vida de millones de personas, la aparición de un cuadro emergente como CHS no debería leerse como un arma para estigmatizar, sino como una oportunidad para mejorar la educación, la reducción de riesgos y la escucha clínica.
Porque entender mejor cómo reacciona cada cuerpo ante la planta —y qué pasa cuando la relación se desequilibra— también es parte del camino hacia un uso verdaderamente informado y responsable.
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