Animadores Argentinos: La Última Expresión del Humor Fumón y Bizarro
Las redes sociales se convirtieron en el nuevo punto de encuentro para la animación independiente. Esto significa un cambio de paradigma para aquellos artesanos del dibujo que durante años tuvieron que persistir en el anonimato, con muy pocas chances de dar a conocer su obra.
En estos tiempos todo se mide por la cantidad de seguidores que vamos cosechando o qué tan viral se puede convertir aquello que tenemos para ofrecer al universo de los likes y los haters. Así fueron ganando espacio talentos como Vida Corbata, con las situaciones instantáneas de José y Augusto, Dylan y su gato Perchita o Rukemboleh y sus videos basados en el anecdotario de Ricardo Iorio.
Jona Dibujos: Ese multiverso que fusiona el conurbano bonaerense con el imaginario de Marvel
Uno de los animadores argentinos que vienen agitando desde hace rato es Jona Dibujos, el alter ego de Jonatan Pereira, quien le dio vida a los Equis Men, los mutantes del conurbano que con Guepardo a la cabeza comparten las mismas vivencias que quienes comparten una pelopincho en un barrio de zona oeste, o se juntan para alquilar películas en el videoclub de la cuadra.
“Yo dibujé toda la vida. Siempre hice comics para mi familia o para mis amigos. Si bien estudié imagen y sonido, me gustaba ese hobby. Después, en una época trabajaba en un callcenter y mientras hablaba con la gente, en un costadito de la hoja hacía dibujos y se me ocurrían chistecitos que eran como bastante tontos, era medio humor gráfico, medio anticuado. Lo empecé a publicar en Instagram pero no pasaba nada. De hecho, hoy los veo y no me gustan, quedó viejo”.
Aquellos dibujos fueron mutando a pósters de películas y todo tipo de creaciones que Jona solamente hacía “para pelotudear”. Cuenta con orgullo que cuando lo compartía la gente le decía: “Che, me sacaste una sonrisa”. Eso pasaba en abril del 2020, la cual considera como “una época de verga”.
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“Cuando empezó el tema de la pandemia estaba como todo el mundo, encerrado y sin saber bien qué hacer. Quería liberar tensiones y, como hacía teatro, improvisación, clown, y toda esa movida, agarré un micrófono y me puse a grabar cosas. Ahí empecé a estudiar animación con cursos online, tutoriales de YouTube, mucho de autodidacta y ahí surgieron las primeras animaciones. Creo que la primera fue una de Messi que derrotaba al coronavirus. En uno de esos experimentos apareció Guepardo y me gustó mucho, también le gustó al público y fue creciendo”.
No tan distintos
Cuando empezó a tomar forma la serie de Equis Men, Jona empezó a dotar a los superhéroes de Marvel con un esteticismo digno del paradigma menemista. El imaginario de los ‘90 fue poblando el escenario y las costumbres que identificarían a estos personajes en cada una de sus aventuras por el conurbano bonaerense: “Fue súper inconsciente, es lo que me salía en ese momento”.
Si uno quiere hacer una radiografía del humor que define al lenguaje de Jona se va a encontrar con una ensalada de referencias que entrelazan a la comedia norteamericana animada de mediados de los ‘90, con otros compatriotas que empezaron a dar sus primeras señales de vida a comienzos del 2000.
“Me gusta mucho South Park, Rick & Morty, Ren & Stimpy. De acá me gusta mucho Alexis Moyano que es como una inspiración muy grande para mí. Miraba Alejo y Valentina cuando era más chico. Me encanta Tres acordes de Trukini y después mis contemporáneos: Magrio, Tripo, toda esa camada que estamos ahora que también me inspiran un montón”.
Frente a la nueva ola de animadores argentinos que agita los pinceles digitales por todo el país, Jona se ubica entre los más privilegiados, pero reconoce que quienes fueron los pioneros de la comedia animada hace varios años atrás la tuvieron bastante difícil.
“Recién ahora se está formando una escena. Porque Alejo y Valentina y Mercano el Marciano estuvieron como muy aislados. Fueron animadores muy particulares que aparecieron en ese momento. Estaban un toque adelantados a su época. Pero parecía como que no había gente sumándose o quizás no se les daba el espacio”.
Y sigue: “En ese momento no había redes sociales. Alejo y Valentina tenían su propia página, pero no todos tenían tantos recursos tecnológicos como tenemos hoy, que cualquiera agarra el celular, se filma haciendo un chiste y lo publica. Yo tenía que ir a un cyber o conectarme en mi casa con el teléfono. Hoy lo que está explotando es gente como yo o mucho más joven que tiene ese acceso. Si hubiese hecho animaciones en los ‘90 no sé dónde las publicaba”.
Para Jona, en Argentina, “siempre hubo una escena de humor gráfico muy fuerte”. Entre aquellas influencias también nombra a Quino y Caloi, como leyendas que lo inspiraron. Pero se puede decir que fue en estos últimos años que la movida fue germinando de a poco.
Mañana es mejor… siempre.
Claro que el clima generacional parece anclarse en la nostalgia y a veces el mensaje se lee como que “todo tiempo por pasado fue mejor”. Pero todos coinciden en que esa decodificación no es la más acertada.
“Me parece que la nostalgia es un lugar que uno puede entrar y salir, que puede acceder, echar mano y sacar cosas que sirven, para sacar una risa o una lágrima a las personas que vivieron una misma época que vos, pero ni en pedo pienso que todo tiempo por pasado fue mejor. Me parece que es un recurso lindo y como todo recurso está bueno no abusar”.
En estos tiempos en que el formato de Instagram parece haber modificado para siempre las maneras de consumir, con barritas instantáneas que nos dan apenas unos pocos segundos para prestar atención a una secuencia fragmentada y dinámica, todavía existe un público joven que logra traducir aquellas referencias que para Jona y compañía son primordiales.
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“Creo que no llego a un público muy joven, pero por otro lado creo que todo el mundo conoce más o menos todo. Así como yo sé quién es Chaplin, un pibe de hoy tiene más o menos una idea de qué es un Power Ranger, aunque no haya visto nunca un capítulo. Es el inconsciente colectivo, toda esa cosa le llega a cualquiera. Pero efectivamente, el humor que me sale es más para treintañeros”.
Para Jona el humor argentino se nutre de las consecuencias que atañen a toda la sociedad, con sus dirigentes políticos, sucesos trascendentes y el delirio que caracteriza a algunos de los anecdotarios diarios que se viralizan de boca en boca.
“Me encantaría que exista un South Park argentino. Creo que lo más parecido es Tres Acordes, tiene un humor que pega fuerte a la sociedad argentina y está bueno. A mí me gusta cuando les pegan a todos. Me da la sensación de que el humor muta todo el tiempo, así como también muta el arte, es acorde al contexto donde está y también sacarlo de contexto es medio injusto”.
Pasando al debate cannábico, el humorista cuenta que a esta altura le resulta ridículo que todavía se ponga en tela de juicio la legalización de la marihuana, aunque en estos tiempos tan oscuros que padecen los argentinos, no sería la principal preocupación a nivel nacional.
“Me parece una locura total que una planta sea ilegal, me parece que no tiene ningún tipo de asidero y sentido. Ya sabemos toda la mafia que hay detrás de la supuesta guerra contra las drogas. Es una locura total que tiene que ser legalizada ya, pero en el contexto mundial en el que estamos parece que es una discusión que en un momento estaba vigente y ahora está totalmente corrida. Es muy difícil que se trate la legalización en Argentina mientras están pasando otras cosas fuertísimas y durísimas”.
Tripo Dibujitos: Memorias animadas de un niño sensible
Desde Córdoba toma la palabra Tripo Dibujitos, el alter ego de Lautaro Vidal que ya lleva varios años con su canal de YouTube donde conviven historias reales de su infancia y su adolescencia, con secuencias donde alguna historia fuerte de amor puede convivir con personajes de Los Caballeros del Zodiaco y música de Massacre o Gorillaz.
“En mi casa siempre se fomentaba la cultura. Siempre había libros para leer y recién los fines de semana me dejaban jugar a los videojuegos. Mis viejos siempre me apoyaron con el tema del dibujo. Arranqué desde muy chico a hacer mis propios comics pero eran malísimos. Después fui a un colegio de artes pero no me gustaba hacer lo que me pedían. Me pedían naturalezas muertas, figuras geométricas, era aburrido”.
La técnica hace al maestro
Tripo habla de un estilo o técnica personal que fue modificando a lo largo de los años, a medida que empezaron a cambiar las mañas o los ánimos para estar tantas horas sentado frente a una computadora.
“Aprendí a los ponchazos, pero todavía me falta saber mucho. Antes no nos poníamos en modo gourmet y nos quejábamos de un fotograma. Acá no hay una empresa con presupuesto, estoy solo en todo. Antes quería dibujarlo todo porque consideraba que tenía que ser así, todo artesanal. Pero a la gente eso le chupa un huevo. No soy un impostor, no está mal tomar referencias, no está mal copiar o calcar, está mal robar. Está mal ser Nik”.
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Tripo recorrió el detrás de escena de la industria cinematográfica haciendo diferentes trabajos como maquillador, creando prótesis y todo tipo de material para FX, pero se cansó y encaró sus inquietudes de manera independiente. Y en medio de la inspiración volvieron los recuerdos y la cultura pop que lo formó como todo treintañero que absorbió lo bueno y lo malo de la era Ménem.
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“Hay gente que se cree que en mi casa éramos full Ménem y les tengo que explicar que yo cuento algo desde la perspectiva que tenía en ese momento. Mi ignorancia frente a un montón de temas. La verdad es que a los animadores no hay que exigirles nada. Tenemos un rango de edad donde es inevitable que nos remontemos a esa era del menemismo”.
“Me sorprende cuando me siguen los chicos porque lo que yo hago es para adultos. Hay muchos que se interesan por los ‘90 porque fue una década muy buena a nivel cultural, le pese a quien le pese. Tuvimos todo tipo de juguetes, la mejor TV y eso llama la atención. Otras cosas no cambiaron, como el bullying, por ejemplo. Antes no existía con esa palabra. No encajabas en un grupo social y sentías la burla de otros. El mundo es otro pero a la vez sigue siendo el mismo, y eso es muy raro”, sigue.
“Banco a El Bananero aunque digan que hace un humor cabeza. Resulta que ahora todos nacieron deconstruidos y mean agua bendita, pero viven haciendo chistes de negros. Se hacen las carmelitas descalzas. Aceptemos al ser humano con toda su asquerosidad y violencia”.
Argentinos, somos como somos
Desde Alejo y Valentina copando la pantalla de MTV a Gustavo Sala marcando la cancha en Página/12, ciertos medios se fueron nutriendo de la nueva camada gráfica. Pero sin duda fueron las redes quienes les dieron luz verde a estos artistas emergentes para difundir su material sin necesidad de recurrir a una empresa multimediática. El nicho se fue consolidando y la cultura del aguante fue dando sus frutos.
“Cambió mucho la tecnología. Hace 5 años atrás no me imaginaba que podía hacer una serie desde mi casa, era impensado. Pensaba que necesitaba un estudio, una gran técnica. Está habiendo un boom y somos todos independientes. Hay industria, hay ideas, pero se siguen haciendo las mismas cosas. La gente quiere ver cosas con sus modismos, con sus historias, no me siento identificado con el pibe que no se puede tomar el autobus, sino con el que no puede cargar la Sube”.
“Se está dando de a poco. Las proyecciones están pasando a ser el nuevo rock, los animadores son los nuevos punks, la animación es todo un fenómeno. Yo soy un músico frustrado que terminó haciendo animación”.
Tripo también se resiste a creer que todo tiempo por pasado fue mejor. Insiste en que vivir del recuerdo es algo totalmente errado e imposible, y que en un punto limita aquello que estos artistas tienen para ofrecer de acá en adelante.
“Mi idea con Tripo Dibujitos es contar la historia desde mi infancia hasta la madurez y ahí se termina, todavía me falta un montón, me pasó de todo. Pero quiero llegar a hablar de cosas adultas, de las adicciones, de rupturas amorosas, de mudarte, de la muerte de familiares. Ahora le estoy dando un orden cronológico a las vivencias pero no me quiero quedar en eso. La vida es corta, los años pasan y uno ya se tiene que ir armando el pijama de madera. Hay que ir disfrutando lo que tenemos ahora”.
Animé, punk rock y faso
Al momento de hablar sobre faso, Tripo reconoce que prender una seca se vuelve inevitable al momento de trazar y colorear. El cannabis como la formula casi necesaria para romper con la monotonía y aflojar la concentración.
“Me di cuenta que la vida es un embole y si estoy 12 horas en mi casa dibujando llega un punto en que el porro es necesario. Por ahí no me pega bien y me cuelgo viendo YouTube, pierdo el tiempo y ahí se vuelve contraproducente. Hay que saber cómo administrarlo. En mi época más estresante fumo mucho, si no, una seca cada tanto”.
Asegura que otras drogas no las quiere ver ni en películas, y no piensa retomar aquellos vicios que le propiciaron un mal viaje en distintas oportunidades. Para el animador la marihuana sigue siendo el lugar seguro para refugiarse del stress de haber nacido en la Argentina.
“Obvio que tiene secuelas, genera adicción. Tiene cosas muy buenas, a veces pensás que tenés un problemón, te fumas uno y te das cuenta que era una boludez. Pero tiene que haber un tire y afloja, no podes estar entrándole todo el día. Tu cerebro ya no es el mismo”.
Jorobadita: La triste realidad es un condimento inflamable para la risa
El interior de la Argentina para concentrar a varios autores que, dentro de una misma tropa de artistas emergentes y conectados, parecen destilar distintos estilismos y conceptos. Jorobadita recorre las calles de Córdoba, desde donde toma inspiración para ironizar sobre aquello que para la media es tan ordinario como necesario.
“La primer seria animada que me hizo pensar en querer animar fue Digimon. Con un amigo hacíamos una historieta en un cuaderno Gloria rayado que para nosotros era el próximo Digimon. Lo íbamos actualizando y lo queríamos mandar al canal”.
La música que escuchan todos, yo no la escucho…
Eran pleno 2002 en Córdoba y con tan solo 11 años ya empezaban a asomarse las primeras inquietudes movilizadoras para la joven que artista que se abría a un mundo en plena crisis financiera y rodeada de una sociedad tan dispar como extraña.
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“Recién con MTV conocí la animación para adultos. En ese tiempo había que ver El Mono Mario a escondidas. Después tuve una época en la que me metí de lleno en la música, hacía letras de canciones y en los márgenes siempre estaban los dibujos. Pasó a un segundo plano pero siempre dibujaba”.
Aunque la inspiración y los intereses a volcar en una hoja o una pantalla fueron llegando con el correr de los años, Jorobadita considera que la motivación por el dibujo siempre se manifestó. No tanto por aquellas influencias que habían nacido en el anime, y que al día de hoy sigue siendo uno de sus principales intereses de consumo, sino por los personajes que poblaron su entorno.
“Dibujaba caras de forma inconsciente. Nunca hice dibujos solmenes, de mis sentimientos. Me gustaba ir a lugares under y dibujar gente bien rota. Por ahí pasaba mi humor. Para mí el humor está en la vida cotidiana y no en las cosas que consumo”.
Bienvenida al club
De alguna manera la música fue el puente que unió a la artista cordobesa con el ámbito animado nacional. Aunque los primeros bocetos tardaron en darse a conocer, Jorobadita impuso sus animaciones en las redes con un estilo marcado y hasta incluso críptico al momento de encontrarle la vuelta.
“En un vivo estaba Dante de Producciones Truquini. Decía que le costaba encontrar música sin copyright para sus videos. Entonces yo le mande trabajos míos de cuando estudiaba música y así charlando me dijo que me anime con la animación. Empecé en el 2018 con YouTube. Después vino Instagram y así. En YouTube nunca me dieron bola, en Instagram recién este año algunos videos se volvieron virales”.
Hoy en día ya se siente parte de un movimiento que cuida la solidaridad desde las redes y las presentaciones en vivo. La cultura del aguante, en especial para esta etapa tan particular de la Argentina donde el arte se ve perjudicado desde diferentes sectores, sigue siendo la última salvación posible.
“Vengo del ambiente de la música que es muy competitivo, en la animación hay muy buena onda. Tengo muchos colegas que comparten mis trabajos. Si me preguntas dónde se concentra la movida, para mí el fuerte está en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe”.
Asquerosa alegría
Las redes se convirtieron en el recurso principal para moverse y difundir todo el material que los nuevos animadores generan semana a semana. Sin embargo, siendo que las presentaciones en espacios reducidos sigue siendo una alternativa eficaz para aceitar el encuentro masificado cara a cara entre el artista y sus seguidores, Jorobadita rescata la herramienta del fanzine como manifiesto de las inquietudes más artesanales.
“Una de las cosas que más me gusta hacer son los fanzines porque los puedo hacer en cualquier momento. Los puedo ir dibujando a mano en el colectivo. Siempre estoy dibujando pavadas”.
Dentro de este cumulo de pavadas que cuenta, se ubica el chiste que expone a algunas de las miserias sociales que a Jorobadita le resultan fascinantes. Una frase en un cartel publicitario, un comercial sobre productos de belleza, un video de autoayuda, cualquiera puede ser un disparador para mofarse del consumismo instaurado por los medios.
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“Si hay un tipo de humor que me caracteriza es el de hacer las frases motivadoras. Esas frases que todo el mundo comparte, las agarro literal y las llevo para el absurdo y lo bizarro. Hay mucho humor en lo horrible que puede ser la sociedad”.
Aunque algunos puedan catalogar al humor animado de estos artistas como “fumón”, Jorobadita también reconoce que no suele ser un combustible al momento de encontrar inspiración, sino como un simple calmante natural que le proporciona el clima de relax adecuado.
“Siempre tuve acceso a la marihuana, mi familia siempre fue cero tabú. Empecé a fumar de muy chica pero no lo recomendaría. Ahora estoy en una etapa en la que fumo poco, y nunca en el ámbito social. Fumo más que nada a la hora de dibujar. Me gusta tomarme mi tiempo”.
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