7 Cafeterías de Buenos Aires para 'Bajonear': Guía Definitiva del Café de Especialidad
Por propuestas, estilos, variedades y menús, Buenos Aires rankea altísimo entre las grandes capitales gastronómicas del mundo. Y la explosión de las cafeterías de especialidad, esas que manejan granos de origen, buen tostado, cafeteras importadas y baristas preparados, configuró la última gran revolución foodie.
Ante su masificación, esta guía propone identificar con precisión quirúrgica a algunas de las mejores cafeterías de especialidad para bajonear en Buenos Aires.
Perfume a cafecito, sabores que explotan en la boca, bajones inolvidables acompasados por volutas de humo. Hay innovación, hay perfiles clásicos, hay puntos de encuentro y hay café, café.
Las mejores cafeterías para bajonear en Buenos Aires
Café Seúl
Maipú 979, Retiro
Con la k-wave ganando musculatura, el barrio de Retiro amplía sus coordenadas coreanas con Café Seúl, una propuesta foodie de corte minimalista. ¿Los destacados del menú? El “Han Karlitos”, un tostado de jamón y queso con barbacoa coreana, y el “Bulgogi”, un plato típico de la comida coreana que lleva carne marinada.
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“Uno de nuestros diferenciales es la ceremonia del té, con cuatro blends de infusiones originales inspirados en Corea, que se pueden beber fríos o calientes”, dice Gabriel Pressello, uno de los responsables de Café Seúl.
En breve sumarán pastelería 100% coreana: el bull market de Buenos Aires, ciudad indestructible, es total. Y el bajón coreano, una bendición.
Además, destacan sus sánguches bajoneros. Están el de “Bulgogi”, con carne dulzona y toque coreano: proteína y carbohidrato sabrosón. Y el “Kimcheese”, un sánguche de kimchi, queso mozzarella y dambo.
“Bajoneás pero te levantan. Te despiertan y te suavizan internamente. Te relajan el intestino y el sistema digestivo”, completa Pressello. Ambos sánguches son increíbles para bajonear.
La Motofeca
Paraguay 627, Retiro
Un tendal de turistas, oficinistas y grandes periodistas conviven entre lattes, ristrettos y cafés fríos. La Motofeca es un sitio amable del Centro Porteño y es, también, una de las primeras cafeterías de especialidad de Buenos Aires.
Vamos a decirlo sencillo: es raro que los baristas “te mimen”, que los granos de café estén siempre así de frescos y que las cafeterías generen –con su música, con su compás, con su mood– “un ambiente”. Aquí, en efecto, pasa todo eso y mucho más.
Asimismo, es un tostadero de café que comenzó con su local de la calle Paraguay y hoy amplió su sector de tueste en otras latitudes.
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“En el café ofrecemos cafés de especialidad tanto en espresso como en diferentes métodos de filtrados. También hacemos catas y brindamos cursos de barismo”, cuenta Walter Mitre, uno de sus dueños.
¿Para hincarle el diente? El pan de queso (mañana) y la tarta de pollo (mediodía). “Para el bajón, a mí me gusta mucho el alfajor de coco y dulce de leche”, recomienda Mitre.
Manifiesto Café
Marcelo T. de Alvear 790, Retiro
Propuesta pensada para los habitantes del centro neurálgico de la ciudad, pero alejada del bochinche y la velocidad, Manifiesto se erige sobre ese movimiento y esa necesidad.
“Tenemos mucha concurrencia durante las mañanas y nos obliga a tomar ese ritmo”, asegura Agustín Álvarez Ferro, uno de sus responsables. “Nos interesa ir aprendiendo qué es lo que toma cada cliente, cómo lo toma y conocer en profundidad a cada una de las personas que entran por la puerta”, continúa Álvarez Ferro.
Manifiesto es una cafetería urbana y tradicional con una vuelta de tuerca “de especialidad” bien fresca: sirven café a buena temperatura, el sitio es agradable, el menú es bastante amplio y el producto es realmente muy bueno.
¿Lo destacado en carta para bajonear? Los fosforitos de jamón y queso, que salen tibios.
Café lo-fi
Arengreen 690, Caballito
A lo-fi le seduce la discreción: no hacen “latte”, preparan “café con leche”; no se asumen como una “cafetería de especialidad” y abrazan la idea del “bar de barrio”. ¿Su grano? Café de especialidad de Honduras. Aún así, lo-fi le esquiva al mote y se inscribe en la tradición de “cafés de la ciudad”.
“Lo desarrollé con la idea de que ocupe un lugar en la cotidianeidad de los vecinos. El espíritu es el que tuvieron los bares desde siempre: ser un punto de encuentro. Con uno, con otros, con un libro, con mirar el día a través de la ventana en un recreo durante el día. Lo que uno hace en esos maravillosos refugios que son los bares”, dice Pablo Osán, dueño de lo-fi y uno de los últimos románticos de la gastronomía porteña.
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El bar maneja una exquisita selección musical, que provoca que mucha de su clientela pase y se quede, también, por el soundtrack. “En nuestra propuesta, la música recibe la misma atención que todas las otras cosas que ofrecemos”, explica Osán.
Acá pueden escuchar algunas de sus playlists llenas de jazz, pianos, texturas y palabras sueltas.
¿Para bajonear? Una delicia extrema: la ciabatta de masa madre con queso, espinaca fresca, pasta de aceitunas y tomates asados con pimentón.
Balagan Café
Hipólito Yrigoyen 814, Monserrat
En hebreo, “balagan” significa “caos” o “quilombo”. Y sobre ese postulado se constituye Balagan Café, la cafetería de Alejandro Spitalnik, que –justamente- le escapa al ruido –al caos, al quilombo- para ofrecer momentos de calma, cercanos y amorosos.
Emplazado en medio de la “Buenos Aires parisina” de Av. de Mayo y su periferia, Balagan genera climas. Algo que, ante tanta propuesta genérica, se convierte en un valor muy buscado entre los cafeteros más exigentes.
Una recomendación: pararse exactamente en la puerta de la cafetería y levantar la cabeza para ver todas las petiteras fachadas de alrededor.
“Podés venir a relajar, a tomar un buen café preparado con cariño y profesionalismo. Balagan está atendido por gente piola, sin el snobismo del mundo de la cafetería de especialidad”, se explaya Alejandro, quien suele estar detrás de la barra atendiendo y charlando con toda la clientela.
Algunas de las recomendaciones imperdibles: las sfogliatellas, los pastelitos de belén, el lemon pie (“La rompe”) y, para los “team salado”, también tienen chipás y fosforitos de jamón y queso. Para los veganos: cookies, brownies y un alucinante pan de banana cubierto con crema de maní.
VHS Café
Fray Justo Sta. María de Oro 1702, Palermo
(Cerrado permanentemente)
Aquí no se alquila nada, pero se venden lattes, budines de naranja y panes de queso acobijados por más de 500 títulos originales en video que recrean ese sentimiento. “Muchos vienen en plan cita. Una cafetería tipo videoclub es un buen opening line”, se ensancha Matías Lértora, periodista del palo y uno de sus dueños.
Entre pósters de Chasing Amy, Volver al Futuro y Forrest Gump, Lértora sabe que juega una carta segura: “Nos gusta sentirnos cómodos con nuestra nostalgia”, dice.
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Muchos de los pibes que caen por ahí siquiera conocen el concepto de “rebobinar” pero ahí andan: flasheando con sus bateas y detalles. “Buscamos hacer sentir un mínimo de eso que sentías a finales de los ’90 cuando entrabas a algún videoclub con algún ser querido y las posibilidades eran mágicas e infinitas”, tira Lértora.
¿La recomendación obligada? Además del flat white (muy bueno, de verdad) está la cookie Bajos Instintos, una tremenda galleta rellena de nutella.
Doc Café
Aráoz 645, Villa Crespo
Pasaron por Microcentro y hoy son uno de los enclaves gastronómicos más importantes de Villa Crespo, flamante polo cool de la ciudad.
Veredita, patio y sol. Comida bien rica, un ambiente descontracturado y una carta amplia. “Ofrecemos almuerzos, pastelería, tostones de palta y huevos revueltos. Hay uno de kale, otro de kimchi y uno de lomito crocante…”, enumera Santiago Geli, su responsable.
Muchos de sus productos salen de su cocina: panes, salsas, encurtidos, mascarpone y más. Doc Café ofrece desayunos, almuerzos, brunch, opciones veganas y sin gluten.
Y su principal diferencial radica en su propuesta de sabores interesantes de la alta cocina trasladados al café de barrio. “Buscamos armar un lugar que te sorprenda con su cocina, con sus platos abundantes y sus precios amigables”, sigue Geli.
La propuesta de Doc también cobija eventos y pop-ups de tatuajes, música, tarot, lectura de borra de café, ferias de arte gráfico, poesía y fanzines. Además, tiene una biblioteca circular en la que los visitantes pueden tomar un libro y dejar otro.
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¿Para el bajón? La opción dulce es el carrot cake con un flat white (“Cae como anillo al dedo”) y la opción salada es el tostón de cebollas al vino, con crema de almendras, salsa cítrica y huevitos.
“Si estás jugado y querés algo loco, tenés que entrarle al tostón de palta y kimchi casero. Es una bomba y te puede volar la cabeza. También tenemos el scon de queso, que es re bajonero. Viene con lomito, mascarpone casero y tomates confitados”.
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