Guía Imprescindible Para Flashear con los Dibujos Animados Más Psicodélicos de los Últimos 30 Años

Casi por arte de magia, desde hace un tiempo que las nuevas generaciones de cartoons se cayeron, como le pasó a Astérix el Galo, en una olla repleta de poción mágica que bien podría ser ácido lisérgico. Y en un tendal que une a Ren & Stimpy con Ugly Americans, el público objetivo de este tipo de productos devino en adolescentes barbudos y adultos criados a fuerza de rayos catódicos.

Basta revisar las grillas de los canales infantiles o los apartados de las plataformas de streaming para confirmar que los cartoons lisérgicos son la proteína cultural del momento.

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A la sazón, los dibujos animados lisérgicos tienen distintas arterias de acceso: mientras los más chicos se prenden del estallido de colores y de los guiones sin sentido, los grandes se enganchan con las referencias poperas, triperas y descerebradas.

Los cereales con leche y las volutas de humo acompañan las mañanas, tardes y noches de los espectadores. Las referencias retro, los ganchos generacionales y los roces con ciertos menesteres de la adultez son algunas de sus mejores armas.

Así, de esta manera, y de muchas otras más, la resonancia extraña de las modas, sumada a los sinuosos caireles de la modernidad, catapultaron a los dibujos animados con destellos psicodélicos hacia un nuevo estándar: gustan a chicos, gustan a grandes, gustan a todos.

Aquí, una selección con los cinco dibujos animados más psicodélicos de los últimos 30 años.

#05. La Vida Moderna de Rocko (1992 – 1996)

En La Vida Moderna de Rocko, súmmum del cartoon lisérgico, Rocko es un wallaby australiano que vive aventuras deformes junto a sus amigos.

No faltarán las insinuaciones sexuales, los testículos, los pezones y los dilemas del cotidiano. Tampoco las parodias a ciertos gestos sociales. Por todo aquello, se convirtió en furor vía Nick at Nite, la sección nocturna de Nickelodeon. En consiguiente, quienes engullen este tipo de animaciones, lo recuerdan con una mueca de cariño.

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Por lo demás, en 2019, La Vida Moderna de Rocko volvió con La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip, un especial televisivo que habla de sí mismo, del paso del tiempo, de los fanáticos que viven de la nostalgia y de la exigencia por el comeback permanente.

Ahí, se hace cargo y juega a la autoparodia con la vuelta a la Tierra de Rocko, Heffer y Filburt después de 20 años de deambular por el espacio.

#04. Gogs (1995 – 1996)

Estruendosos pedos, ruidosos eructos, poderosos vómitos, voraz glotonería, violencia física y un océano de líquidos corporales: de no ser por todo eso, un poco y sólo un poco, Gogs sería una especie de Tom & Jerry con la cabeza quemada.

O, tal vez y sólo tal vez, se le piante algún reflejo de Ren & Stimpy pero en versión más rústica e igual de ordinaria.

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Y, ante cualquier atisbo prejuicioso de sindicarla de “humor zonzo”, Gogs esquiva el bulto y comprime una extraña sensación de ternura y, con su expresión de plastilina, devela una “humanidad” que, muchas veces, en otros casos, se licúa ante la perfección de la moderna animación en 3D.

#03. Rick and Morty (2013 – actualidad)

Acá no vuela la referencia popera de Un Show Más, ni la solemnidad de esa tromba de series de Locomotion (The Critic, Bob & Margaret), ni lo tierno de Cartoon Network (Las Chicas Superpoderosas, El Laboratorio de Dexter): esto es otra cosa.

En Rick and Morty la animación parece de pibes pero estamos ante de los dibujitos más zarpados de los últimos tiempos. ¿Es atrevida como South Park y sus insultos guanacos? No. ¿Inteligente y sagaz como Los Simpsons? Tampoco.

Rick and Morty es una obra demente, un rollo aventurero en el que un abuelo científico y su influenciable nieto viajan por el tiempo, visitan realidades paralelas, enfrentan civilizaciones extraterrestres, doppelgängers malditos y enfermedades mortales.

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Esta no es lisergia de colores ni un gesto chillón para satisfacer la fiebre hipster: es la mismísima puerta secreta hacia otros estados de la mente.

#02. Ugly Americans (2010 – 2012)

Mark es un trabajador del área de servicio social del Departamento de Integración de Nueva York. Es buen tipo, buen amigo y buen profesional. Por su actitud apacible y profundamente normie, suele padecer los embates de su contexto.

Mientras convive con Randall, un inmaduro que se convirtió en zombie para congraciar con una novia, mantiene una relación abierta con Callie, una sexy súcubo que es, también, su superiora. Su compañero de trabajo, Leonard, es un hechicero que hace la de él, su jefe es un demonio medio banana y sus pacientes son un tendal de freakys, monstruos y fracasados varios.

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Ugly Americans, que conceptualmente se ensancha como una altísima idea, imprime un escenario alternativo y se basa en la comedia cínica y directa para mostrar algunas miserias norteamericanas.

Y, en su loco, loco, loco despliegue, se ve estupendamente genial.

#01. Ren & Stimpy (1991 – 1996)

Ren & Stimpy es el dibujo encargado de plantar la semilla, sembrar el cultivo y fumarse todos los antecedentes para la existencia de programas venideros con similares características: herederos, continuadores o Salieris, todos beben del mismo cuenco.

Por estos días, existe la “generosidad” de Internet y el segmento “Psicodelia Animada” de Comedy Central para revivir aquellos mocos, pedos y tostadas en polvo tan características de John Kricfalusi, su creador.

El dato es que en 1996, el canal Nickelodeon canceló el show por baja audiencia infantil, ya que la mayoría de los seguidores eran adolescentes y adultos. ¿Cuál era el gancho que los seducía? El humor corrosivo, lo grotesco, lo satírico y lo violento.

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Comentan los más conservadores que incitaba al desaseo y al asco. Y quedan dando vuelta, también, todas las polémicas que oscilan en la vida de Kricfalusi. Así las cosas, todos los palos a la cultura basura norteamericana hicieron de Ren & Stimpy un programa de culto y el más rugoso de los cartoons lisérgicos.