La Resistencia Divertida de Fama y Guita: Fiesta, Drogas, Subversión y Punk en Clave Contemporáneo

Un domingo, bailando entre Hare Krishnas, debajo del arco del Barrio Chino, Mariposa Trash y Ricardo Ache juntaron sus partes, unieron sus destinos. “Empezamos haciendo lo que se nos cantaba el culo”, asegura Ricardo, alias Ric, mitad de Fama y Guita.

A la sazón, el dúo se presenta en sociedad como un tanque de guerra bailable con cañones cargados de bajada de línea y carnaval carioca. “Es una fiesta organizada por montoneros sadomasoquistas y drag queens comunistas fans de Flema”, completa Mariposa, alias Mari.

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Su dúo es incorrección, sí, pero más es una fiesta.

Una mezcla explosiva

Y ya son cinco años de Fama y Guita, un proyecto que comenzó despuntando el vicio en los slams de poesía, al que le sumaron guitarras y que ahora entronizan un upgrade con un formato full joda.

Piensen en lo mejor del destape madrileño y mézclenlo con la efervescente contracultura doméstica de los ’80. Piensen, ahora, en la frescura y el desparpajo centennial y en una plena autoconsciencia pop digna de esta época signada por las redes sociales. Ahí se cocina el guiso de Fama y Guita.

Comenzaron comediantes, teatrales, burlonas con “Tremendos Caraduras”, su primer chiche público, y luego le sumaron las pistas, heredadas de Híper Impulso, el proyecto previo de Ric. “Nos divertimos mucho con todo esto”, confiesa Ric, liviano, pero con el fusil en la mano.

Polémica, humor y viralidad

Por motivos evidentes (sus shows de mariconería trash son cómicos y ácidos, sus videoclips son berretas y sólidos, su discurso es firme, firme, firme), ya metieron algunos virales y el que más terminó engordando de views fueron “Nepo Baby” (feat. Electrochongo) y el hitazo instantáneo “Yoga y Droga”, sus dos temas más hiteros.

“Tienen letras polémicas y divertidas”, reconoce Mari. “Se nos llenó de haters que nos bardeaban y nos decían ‘zurdos’, ‘kukas’, ‘viejo gagá’, ‘travesti inmundo’, pero eso generó que los reels se difundieran más y nos permitió llegar a un montón de gente”, sigue Mari.

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Drogas, música y la filosofía de ‘Yoga y Drogas’

En su cosmogonía aparece un tendal de referencias a las drogas. A casi todas, bah. Salvo, bueno, a la cocaína. Vamos de nuevo: su hit se llama “Yoga y Drogas” y repite como mantra “Yoga y drogas, yoga y drogas, yoga y drogas”, con el ritmo (electrónico) de la “Marcha de San Lorenzo”.

“Metemos referencias a las drogas porque son parte de nuestra vida. Por eso, la canción ‘Yoga y Drogas’, que son dos cosas que he mantenido durante toda mi vida. Las drogas que me sientan mejor son las que expanden la conciencia. El porro y el San Pedro, por ejemplo. Tomé ayahuasca una sola vez y fue alucinante pero no es una droga social. Las drogas recreativas como la música son cosas alucinantes”.

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Y se suma Mari, como avisando, casi despejando esa “X” de oscuridad y dureza: “Nuestras canciones no hablan de la merca”.

Entre el porro y la moderación

Cada mañana, Ric le da play a alguna musiquita psicodélica y se prende un porro que lo relaja y ubica. Pim, pum, pam y recién ahí arranca. “Para hacer ‘la oficina’ de Fama y Guita me fumo un buen porro. Cuando ganemos más dinero voy a dejar de mezclar prensado con flores”, confiesa. Tampoco es que “el mezcladito” sea indigno, no pasa nada.

Por caso, Mari, que conoce sus limitaciones, divisa que el porro la pone antisocial, entonces cada vez fuma menos. “No me drogo con casi nada. Escabio a veces, pero me cae muy mal al estómago, así que únicamente tomo Amargo Obrero y café. Soy bastante abstemia”, asegura.

‘Javier Milei es un…’

Si bien no viven de la nostalgia, ni se presentan en sociedad como herederos de ninguna corriente artística pretérita, reconocen hipervínculos con la movida del Parakultural, el cine Clase B, el dúo Los Melli y el under ochentoso más chungo, chicloso y político. “En ese sentido somos bastante experimentales”, reconoce Mari.

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Asimismo, aprovechan la luz para gritar algunas cítricas al sistema político argentino, al snobismo palermitano, al saqueo europeo y al individualismo contemporáneo. Y Ric, que vivió de todo –tiene 73 años, fue militante de la Juventud Peronista, visitador médico, músico clandestino en España, tuvo una banda punk, et al-, señala a este presente como a “la peor época que viví en mi vida”.

En sus palabras: “(Javier) Milei, el presidente argentino, es el símbolo de la desunión del pueblo, del egoísmo, del algoritmo y del telefonito en primer plano. Me preocupa más qué haga el pueblo que el tarado este y los hijos de puta de los yanquis”.

Música divertida pero ‘sin circuito’

Por su parte, Mari, de 23 años, que le metió a la albañilería, a la organización de eventos, a cortar el pasto, a vender fanzines y a zambullirse de cabeza en la movida de la poesía independiente, confía en Fama y Guita. Pero no fuerza nada, ni a nadie.

“Si alguien no nos entiende, le diría que no pierda el tiempo. Le diría también que intente entender que Fama y Guita tiene más que ver con cosas grasas que con algo pretencioso. Nosotros tenemos más que ver con Pocho la Pantera, con la música divertida”, dice.

Lejos de los grandes productores y los venues de moda, Fama y Guita viene haciéndose paso a puro comentario, a puro viral, a puro show, ganando los votos de a uno. De hecho, se lamentan de no formar parte de ningún “circuito”. “La verdad es que nos cuesta agruparnos con otras bandas, no vemos que haya algo así como un movimiento”, señala Ric.

“Total”, suma Mari, “no hay circuitos, no hay gente que se junte a armar fechas, ni se organicen… no se piensan realmente desde una movida y terminan yendo a lugares donde les cagan plata”.

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El arte como resistencia

Los caireles de la conversación derivan en posiciones sobre el arte. ¿Será que puede cambiar realidades? ¿Será, acaso, que no? “No creo que una canción pueda frenar una represión”, tira Mari. “Tampoco podés alimentar con poesía ni armar un plan quinquenal con una guitarra”, se expande. Sin embargo, porque hay un sin embargo, mete un freno y advierte una esperanza: “El arte puede ayudar”.

Fama y Guita, que patalea con verdades incómodas en forma de pequeños chascarrillos, puede ayudar. A vos, a vos y a vos también.

Con ese envión, Mari mira su propio ombligo, revisa todas esas veces que de adolescente escuchó Green Day, de cómo eso derivó en fanear a NOFX y de cómo, al final, el punk se adueñó de su vida. Para bien.

“En parte, si yo estoy viva acá es porque no me corché gracias a las canciones de Loquero y de La Polla Records, que cambiaron mi realidad”, concluye.

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Y en un mundo de caretas, normies, vainillas, personajes fotocopiados, hologramas sin almas y ventajeros con contrato, la fe en Fama y Guita se vuelve inevitable: se yerguen como la última expresión deforme, irreverente, colorinche, contestataria y curiosamente alegre nacida de las entrañas nacionales y populares.

Así las cosas, aunque por default se inscriban en la etiqueta de “cultura pop”, lo suyo es mucho más: asoman como el grito anticonvencional que desafía normas, usos y costumbres. Porque alguien tenía que hacerlo.

Fotos cortesía

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