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Argentina

Hacía Juguetes con Cartón, un Muñeco Suyo Llegó a Matt Groening y Hoy es uno de los Toy Makers Más Importantes de la Escena: ¿Quién es Matías Kalaka?

Por Hernán Panessi

Hacía Juguetes con Cartón, un Muñeco Suyo Llegó a Matt Groening y Hoy es uno de los Toy Makers Más Importantes de la Escena: ¿Quién es Matías Kalaka?

✍ 4 December, 2024 - 12:05

Tenía menos de 20 años cuando Matías se presentaba religiosamente todos los fines de semana en el Parque Rivadavia para sumergirse en el teje y maneje del plástico: era 1995 y vendía juguetes usados a un pequeño grupo de coleccionistas. Era otra época, era otro mundo. “Había intentado laburar para jefes y no quería tenerlos”, dice Matías, casi 30 años después, rodeado de sus juguetes y sus gatitos.

Kalaka, su marca de ropa gender free y su nom de guerre, lo catapultaron a un lugar que no soñó pero que le fue tocando: ser uno de los pioneros del art toy en Argentina.

Haciéndose un espacio entre skinheads y antifas, Matías fue ganándose el mango en el mítico Parque, allí donde se intercambiaban fanzines y años después nacería la revolución del freestyle con El Quinto Escalón. He-Man, Rambo, Tortugas Ninjas, lo que venga: todo era material intercambiable por otros bienes y por biyuya.

Pero hizo un clic. Y sucedió en el año del clic: 2001.

Entre Las Torres Gemelas y la caída de De la Rúa

Unos amigos suyos emigraron a Los Ángeles, Estados Unidos, y él, sin mucho que perder, fue detrás. “Se me explotó la cabeza”, le confiesa a El Planteo.

Una vez en Los Ángeles se topó con La Luz de Jesús Gallery, una galería artística que mezcla juguetes con arte. “Pasé de respetar a los juguetes a querer intervenirlos”. Pasó, entonces, de vender muñecos a querer echarles mano, modificarlos, cambiarles su personalidad, meterle su onda: hacer, en rigor, arte con muñecos.

Art toys, que le dicen.

Con el tiempo tomé magnitud de todo lo que estaba pasando, de toda esa gente, como Mark Ryden”, confiesa.

Al toque, empezó a comprar muñequitos y a hacerle intervenciones. Después de unos seis meses en tierras norteamericanas, la cosa comenzó a caldearse: llegó el 11 de septiembre, llegará aquel fatídico diciembre en tierras gauchas. Después de las Torres Gemelas y antes de la caída de De la Rúa, Matías se volvió a la República Argentina. Pero ya había sumado un skill.

Del sueño de niño al local de culto

Vino El Club del Trueque, cambiar ropa por juguetes, cosas que mejor olvidar. Sumó a su stock algunas camisas hawaianas, unos robots rarísimos, algunos discos en vinilo de géneros estrambóticos.

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“Tener juguetes de grande fue mi revancha de no tener ninguno de chiquito”, dice Matías Kalaka mientras muestra un R2D2 de Star Wars que aún conserva de cuando era pibe.

Levantó muñecos de depósitos de jugueterías que llevaban tiempo de capa caída, transitó unos años jugosos para la compra y venta de usados.

Y llegó el 2005, el año en que abriría su tienda, Kalaka, en un lugar que todavía tenía mucho camino por recorrer: la Galería Bond Street. “En el piso de arriba había oficinas, no había locales, ni nada”.

Ahí se instaló Kalaka: donde solía haber oficinas, donde no había locales, ni nada, pero ahora se yergue uno de los polos con más onda de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero faltaba bastante para hablar de este asunto.

El arte de lo raro y lo rebuscado

¿Kalaka es calavera? Kalaka, en sí, no es nada, es apenas una palabra que resuena al eco de la “cultura tiki” inspirada en las islas de la Polinesia. Allí, en aquel localcito, empezó a ofrecer juguetes intervenidos, figuras religiosas con toques iconoclastas, platos voladores, rebusques tóxicos entremezclados con álbumes de música surf y figuras de lucha libre mexicana.

Sacaba los parlantes al pasillo de la galería, ponía música a todo lo que da para llamar la atención porque no subía literalmente nadie. De a poco, fue configurando un público de freaks y de seguidores de su incipiente arte. “Hacía stencil en vivo, había un espíritu punk en el local”.

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Sumó remeras, empezó a hacer diseños con serigrafía y estuvo durante un tiempo buscando un norte. Su arte siempre comprimió un espíritu ligado al bizarrismo, al surrealismo pop, al lowbrow que había mamado hacía tiempo en Los Ángeles.

“Lo raro siempre fue mi materia prima”, reconoce.

De cartón a Sofubi: la evolución de Kalaka

Con el perfil artístico de Kalaka delimitándose, intervenía viejas fotos, hacía monstruos de cartón con cajas que levantaba de la basura. Fue llamando la atención de una escena que apenas estaba naciendo y se ungió como uno de los primeros nombres fuertes del art toy argentino.

Llegaron las redes sociales, Instagram se le prendió fuego. Recibió mensajes loquísimos, aparecieron las primeras colaboraciones: un Glenn Danzing con cuerpo de He-Man que hizo junto al norteamericano Tom Neely, unas muestras en La Luz de Jesús Gallery, unas participaciones estelares en la DesignerCon, unas figuras de Basurita hechas con vinilo blando tipo Sofubi, un cruce con el mismísimo Matt Groening a partir de un Bart Skeletor y tanto más.

El legado de Kalaka Toys

Por estos días, Matías Kalaka anda presentando su Soul Sucker, una réplica de su primera figura, de su primer toy clonado, la figurita trucha que inició su largo camino como toy maker. “Tal vez no le importa a nadie, pero es importante para mí”.

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Al mismo tiempo, está moviendo Tortugas Tumberas, un documental colectivo a propósito de la historia de un bootleg de Las Tortugas Ninjas con un lore peculiar: “Un día subo una foto del cartón y se contacta conmigo un chabón para decirme que tenía información. ‘El arte de ese cartón lo hizo un preso’, me dijo. De repente, tenía sentido porque había espadas y serpientes, que es parte de la iconografía carcelaria. Hicimos un documental sobre el mito de esas Tortugas Tumberas y sobre el impacto sociocultural del bootleg en Argentina”.

El documental, por caso, ya fue presentado en un evento del palo llamado Bootleg es Cultura y está a la espera de nuevas proyecciones.

Mientras, Kalaka enlista sus Jumbo Machinder, unos robots japoneses de tamaño enorme, para lo que será la Japan Toy Fest, el 7 de diciembre, un evento que reunirá a diversos coleccionistas de Great Mazinger, El Barón Rojo, Ultraman, entre otros.

“Es muy mágico cómo me fui conectando con otros mundos”, cierra Kalaka, punta de lanza de la escena del art toy nacional, a casi 25 años de su primer juguete intervenido.

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.

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