El Argentino Nacho Bottinelli Habla de Psicodélicos en Latinoamérica: ‘Brasil me Abrió un Portal Gigante’
Hace poco conversamos con Ignacio -mejor, Nacho- Bottinelli, uno de los fundadores de la ONG Asociación Psicodélica de Argentina, que nos contó cómo se gestó la idea, su paso desde el mundo del deporte (antaño competidor de natación) y la tecnología hacia los psicodélicos, y cómo ve el panorama actual de estas sustancias en el país y en la región.
“Yo creo mucho en el poder de las redes, y de la unión y de la colaboración”, dice. En ese sentido, también hablamos un poco de Expo Fungi, un evento con el objetivo de conectar, enseñar, y expandir la conciencia por todo lo relacionado con el mundo micelio.
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Nacho Bottinelli estudió economía, y con su mejor amigo e ingeniero en sistemas de la UTN armaron un modelo de ticketeras que pisó fuerte. El negocio rumbeó hacia fiestas de música electrónica, acercando a Nacho al mundo recreativo de los psicodélicos.
Al negocio finalmente lo compró el Lollapalooza. Cuando una ticketera importante de Brasil le ofreció mudarse al país vecino, aceptó y eso dio comienzo a una “muy buena” etapa en su vida.
“Brasil me abrió un portal gigante a todo esto, que es como expansión de la conciencia, en la naturaleza”, dice Nacho.
Volvió a Argentina postpandemia durante su año sabático. Mientras definía qué hacer, cuenta que uno de los puntos fuertes que lo hicieron entrar de lleno en el tema fue que un familiar cercano es paciente psiquiátrico de larga data, con depresión refractaria.
Entonces empezó, ya desde Brasil, a ver e investigar “ciudadanamente” cómo los psicodélicos pueden ayudar a tratar cuestiones de salud mental. Porque, en ese país, el contexto religioso permitió que hace muchos años las universidades -con considerablemente más recursos que las argentinas- empezaran investigaciones con psicodélicos a partir de estudios naturalísticos.
Sobre todo con ayahuasca. “En DMT, Brasil es número 1 en investigación. Lo loco de Brasil es que tiene mucha gente que hace ayahuasca. Clase media, mundo contemporáneo que vive dentro del sistema pero va a hacer sus ceremonias a la iglesia del Santo Daime el finde”.
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Así, Nacho Bottinelli entró al mundo psicodélico primero como usuario, combinando su formación local de instructor de yoga con la expansión de la conciencia y la meditación. Su primera experiencia, que le voló la cabeza, fue una ceremonia del Santo Daime en Belo Horizonte.
“Dije ‘de esto quiero más, hay que entrarle más a esto’. Yo no tenía un background ni de formación en medicina nativa tradicional ni tampoco de trabajar con estas sustancias en un contexto médico-clínico”.
Neorrituales y conexión intercontinental
Nacho define tres mundos psicodélicos: el recreativo, el transformacional, y el médico-terapéutico. Mundos que, dice, interseccionan seguido.
“Lo recreativo me interesa mucho. Creo que tiene un poder transformacional muy fuerte, porque en mi óptica es un neorritual: la reversión de lo ancestral, de lo que era el chamán en la tribu y lo que puede ser un DJ moderno frente a su público que consume una sustancia para alterar la conciencia y conectarse a una dimensión que te puede llevar a un lugar oscuro o a uno hermoso; y eso es un ritual”.
Siempre con el foco en el trabajo importante a realizar de reducción de daños y educarse, cosa que un número de usuarios hace, históricamente, a través de foros.
En el recorrido de Nacho hay otro punto clave de contacto tecnología-psicodelia: Un conocido de los inversores de su primer proyecto, el ex diputado y también inversor Facundo Garretón, lo contactó hace un año y medio.
“Facundo ya había estado con Spinoza (una ‘empresa de crecimiento humano’ en Países Bajos fundada por una figura argentina políticamente reconocida) un tiempo antes”.
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Desde la organización lo invitaron a Amsterdam, al Congreso de ICPR (siglas en inglés de la Conferencia Interdisciplinaria de Investigación Psicodélica) en 2022. Ahí surgió la posibilidad de traer Spinoza a Latinoamérica; fundamentalmente a Brasil, país que permite trabajar con psicodélicos “más tranquilos” que en Argentina, donde prácticamente todas estas sustancias son ilegales.
Además de Amsterdam, Nacho visitó Barcelona, Portugal y también Canadá, donde pudo conocer dispensarios de hongos psilocibios. Después del pasaje por una gran parte del roadmap obligatorio psicodélico mundial, volvió con la cabeza “explotada” y con la idea de empezar a crecer las patas legalmente viables en la región.
La asociación
Una de las iniciativas post-viaje decantó en la asociación civil. “No había en ese momento ninguna, aunque había habido intentos acá”, cuenta Nacho.
Primero se sumergió en la escritura amateur y, preguntándose “cómo capitalizar lo que está en mi cabeza”, en 2022 creó una cuenta de IG que llegó a los 160k seguidores -bloqueada este año- y otra de Twitter, también muy seguida.
Inauguró también un blog-report dominical sobre el estado del arte de la industria, del ecosistema en Latinoamérica, con referencias a USA y Europa; y eso, dice, empezó a explotar una comunidad.
“En redes había de todo”, dice Nacho, que ve cierto paralelismo con el cannabis. “Cuando no era legal, todos estaban cultivando. Bueno, lo mismo pasa con los hongos”.
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A través de cursos, talleres, se fue juntando con gente que ya estaba en el palo, desde profesionales de la salud hasta todos los de la medicina nativa tradicional.
La asociación civil también surgió, en noviembre de 2022, por redes sociales. Está constituida por un grupo variado, incluyendo cultivadores, profesionales de la salud (psiquiatras, médicos, psicólogos) y emprendedores, 14 personas en la comisión directiva. Este mayo, asesorados por un estudio jurídico de cannabis y usando terminología como “fitoterapia” o “medicinas holísticas”, presentaron el trámite en la Inspección General de Justicia (IGJ).
El foco de la asociación, su objeto social, es triple: acompañamiento terapéutico, reducción de daños, y educación. Para eso, y pese a los pocos meses desde su constitución, ya tienen colaboraciones activas con el equipo de investigación del neurocientífico Enzo Tagliazzuchi y también con el director de cine Tomás Lipgot para su documental de psicodélicos de la mano del INCAA.
Los hongos en Argentina
Nacho explica que, así como con la Huachuma (cactus San Pedro) o la ayahuasca el historial de tradición pisa fuerte, no es así el caso de los hongos, salvo algunas regiones puntuales. Lo habitual, dice, es gente que autocultiva, armando sus propias microdosis y sus propios protocolos terapéuticos, algo así como “los nuevos emprendimientos del mundo moderno”.
Desde el lado legal, a pesar de que no son casi conocidos casos de criminalización por cultivo o posesión de hongos psilocibios, sí cree que hay una paranoia -”normal”- en los que pertenecen al ecosistema.
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“Te agarra, mismo cuando te bloquean la cuenta, te da paranoia, por más que los que hacemos acompañamiento terapéutico no damos la sustancia y eso no está prohibido, como tampoco lo está que un psicólogo o psiquiatra pueda acompañar a alguien que toma drogas como la cocaína (SIC) que consume y necesita terapia y acompañamiento”, dice Nacho.
El miedo, dice, está vinculado al cuidado y la paranoia de exponerse, “porque obviamente el sistema de control existe”. Igual, no conoce casos de personas a las que hayan ido a buscar por cultivar hongos.
“De la gente que conozco y lo que veo, no siento que suceda. Además, hay tanto desconocimiento, mismo desde la policía y los investigadores… Y tampoco creo que sea lo que se está buscando hoy en día: no hay un grupo de poder detrás de esto, no veo que sea un negocio para un grupo de poder”.
En cambio, ve el fenómeno del autocultivo creciendo cada vez más. Y en pandemia reventó, “porque para hacer girgolas y comer un risotto es lo mismo que para el hongo de psilocibina”.
Foto de Nacho Bottinelli cortesía, editada en Canva por El Planteo
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