Herbolaria Oaxaqueña: Cultura Ancestral, Persecución a los Pueblos Originarios y el Largo Camino Hacia la Industria Cannábica

El Estado Libre y Soberano de Oaxaca es uno de los primeros lugares donde se tiene registro de cultivos de plantas de cannabis en México. Por solicitud de Fray Juan de Zumárraga, con la venia de la corona española, Oaxaca se configuró como un establecimiento de cultivos de cáñamo y lino en la colonia de la Nueva España.

Establecidos los cultivos, las mujeres zapotecas y las etnias locales adoptaron al cannabis como una de sus muchas plantas. Desde ahí, han preservado sus genéticas celosamente aún a pesar de la persecución y han logrado cruzas y selección de fenotipos varios. De hecho, manejan cinco razas locales, que pueden identificarse según cada región del estado.

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Repasemos, son: la Oaxaqueña Criolla, probable cáñamo que trajeron de inicio los españoles, cuya antigüedad le otorga el nombre en zapoteco de Kwan Mnidoo y es la consentida de los fumadores californianos; la Pelirroja Oaxaqueña, ganadora del top 40 mundial de la revista High Times de 1977, lejana pariente del Punto Rojo Colombiano y de la Panamá Red, probablemente provenientes de todas las emigraciones de esclavos africanos; la Púrpura Oaxaqueña, una planta llena de taninos violáceos y morados, muy utilizada de manera medicinal en Oaxaca, con parentesco con la famosa Purple Haze; la Verde Limón, planta característica por su aroma cítrico intenso, cultivada en las zonas costeras tropicales del país; y la Zorrilluda Oaxaqueña, de aroma intenso y con la potencia característica de un híbrido con mayor cantidad de genética indica, que da un colocón intenso y la convierte en la favorita de los turistas.

Cannabis en Oaxaca: tradición, herbolaria y persecución

En Oaxaca conviven más de 570 municipios y poco más del 70% es gobernado por un sistema tradicional, preservando sus usos y costumbres. Debido a su relación intrínseca con la naturaleza, desde su llegada y a partir de la adopción por las comunidades, el cannabis forma parte de su cultura de plantas medicinales y herbolaria.

“Desafortunadamente, a mediados de los ‘30 del siglo pasado, desde la prohibición de Estados Unidos, ha habido una persecución violenta por parte de la policía, el gobierno y el ejército buscando controlar un cultivo que para nosotros siempre fue parte de nuestro acervo de plantas medicinales en el traspatio. Así cómo fue perseguido el mezcal cuando el alcohol fue prohibido también por imposición de los Estados Unidos”, identifica Daniel Ramírez López, ingeniero y socio fundador de Rosa María, club botánico oaxaqueño.

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De la tradición indígena a la industria cannábica

A raíz de los cambios de gobierno y de la apertura social, la planta está ganando lugar como aliado para combatir enfermedades y las nuevas generaciones optan por un consumo tolerado por la sociedad.

A partir de 2017, las comunidades indígenas se plegaron al movimiento cannábico, iniciando de manera jurídica un camino para tener la posibilidad de generar asociaciones civiles y, posteriormente, comerciales, preparándose para desarrollar la industria cannábica mexicana.

“Con esto hemos podido avanzar y mejorar nuestras técnicas de cultivo y en seleccionar nuestros mejores fenotipos de las variedad locales. Y hemos trabajado en preparar a las comunidades para su mejora en el uso de tecnología agrícola preparándonos para la industria, siendo este proceso un fiel reflejo de lo que pasó con la industria del mezcal, cuando el alcohol fue ilegalizado por los Estados Unidos e influyendo a México”, revuelve Ramírez López, quien vía su proyecto tiende vasos comunicantes con la comunidad indígena.

Una perspectiva social y responsable

Por caso, Rosa María surgió a inicios de marzo 2024 como un espacio de reunión social para personas que cuentan con una autorización sanitaria federal para uso lúdico y recreativo de la planta de cannabis, su resina, derivados y semillas. Se trata de un espacio privado para tener “un consumo seguro que cumpla con las características que exige la correcta ejecución de los derechos otorgados por el gobierno para el uso de la cannabis”.

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La iniciativa partió en el año 2019 cuando el ingeniero Daniel Ramírez obtuvo la primera autorización para uso lúdico o recreativo de cannabis en el estado de Oaxaca. “Entre todos hemos conjugado un gran grupo de asociados”, se enorgullece Ramírez López.

Por lo demás, desde Rosa María tienen un “profundo conocimiento” de la “herbolaria local” heredado de las comunidades. “Ellas preservaron el conocimiento ancestral a pesar de la persecución, desde tiempos coloniales aduciendo que era prácticas del diablo y recibiendo todo tipo de vejaciones, torturas y muerte. Por esto se le otorga una especial importancia y se intenta preservar ese conocimiento heredado por nuestros ancestros”, aporta Ramírez López.

El futuro del cannabis en México

A lo largo y ancho de México, existen muchas iniciativas de flores cultivadas por pueblos originarios, como los de Tetecala, en el estado de Morelos, con quienes tienen coordinación. O los de Michoacán y Sinaloa, quienes también han tramitado sus autorizaciones y han formado asociaciones. “Todos compartimos la misma iniciativa de regulación y el uso digno de esta planta”.

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Sin embargo, Ramírez López reconoce que la situación del cannabis en México está “estancada”, ya que “no ha habido ningún avance en el proceso de liberación total”. De su boca: “Desafortunadamente, todas las solicitudes de procesos que tengan que ver con cannabis están siendo ignorados y tardan muchísimo tiempo. En algunos temas que deberían ser simples trámites hay un mar de burocracia. Y el ciudadano se enfrenta a muy engorrosos procesos y sólo se ha podido avanzar por medio de juicios administrativos, la mayoría resueltos en la Suprema Corte de Justicia Mexicana”.

¿Hay expectativas con respecto al cambio de gobierno? Así parece: “Esperamos que la perspectiva científica de la doctora Claudia Sheinbaum, la actual presidenta, pueda cambiar el curso. Este año 2025 fue declarado por ella como ‘El año de la mujer indígena en México’. Aquí, muchas de las cultivadoras de esta planta y de otras plantas medicinales son la población objetivo. Ellas podrían ser las embajadoras de legalización de la cannabis”.

Uniendo al cultivo, al activismo y al cannabis

Por estos días, Rosa María Club está trabajando en conjunto con activista, médicos, colectivos artísticos, grupos de apoyo a pacientes, consumidores responsables y demás personas afines a la comunidad en la organización de un gran festival en la ciudad para este 20 de abril, así como también en la segunda edición de la Copa Cannábica Alebrije, para inicios de julio.

Y un dato interesante: el club cuenta con el apoyo espiritual y la bendición de Steve DeAngelo, activista y defensor de la reforma del cannabis en los Estados Unidos.

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“Tenemos en puerta también la posibilidad de hacer cultivos de cáñamo y un foro de cannabis medicinal e industrial al final del año donde se mostrarán textiles, bioplásticos, materiales de construcción y hasta baterías derivadas de la cannabis, vinculando todo esto de manera cultural con nuestra sociedad oaxaqueña”, corona Ramírez López.

Fotos cortesía

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