Cómo la Paradoja del Prohibicionismo Lleva a Repensar el Uso de Drogas en las Cárceles de Colombia

Un reciente análisis expuso que existen contradicciones en las políticas de drogas que prevalecen en las cárceles de Colombia. 

Dentro del contexto penitenciario se busca garantizar condiciones de seguridad y protección de la salud. Pero, pese a los esfuerzos, los derechos de las personas privadas de su libertad pueden verse vulnerados, porque la cárcel en sí misma se ve más como un ‘castigo’ en vez de como proceso de ‘resocialización’.

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Según el análisis publicado en El Espectador, el uso de drogas dentro de las cárceles es más elevado y problemático que en la población en general. Esto se debe fundamentalmente a las condiciones en las que se encuentran lxs presos; es decir, hacinamiento, escasez de agua potable, mala alimentación, falta de acceso a servicios de salud y otras violaciones a los derechos humanos.

La función de las drogas en las cárceles de Colombia

Si el modelo prohibicionista expone a lxs usuarios en general a un peligroso mercado ilegal, tal exposición aumenta significativamente en una cárcel. Esto implica un riesgo a la salud y a la seguridad, que se ve en el consumo de sustancias de baja calidad: por ejemplo, en el alcohol de fabricación carcelaria.

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Dentro y fuera de los contextos penitenciarios, las sustancias permiten, entre otras cosas, sobrellevar los istintos hechos del día a día, explica el análisis del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (Cesed). Su teoría radica en que las drogas pueden cumplir una función social y adaptativa en las cárceles. Hay ejemplos típicos como el alcohol, que favorece la interacción social, o la marihuana, que relaja y ayuda a conciliar el sueño. 

Contradicciones en la prohibición

La intención del Estado es proteger a la población haciendo que las sustancias sean ilegales, al mismo tiempo que la expone a caer en el mercado clandestino. Esa es la paradoja del prohibicionismo que excluye el ‘lado b’ de las drogas: su función social y sus aportes a la salud. 

La ‘fallida’ guerra contra las drogas, así llamada por el presidente Gustavo Petro, no hace más que obstruir los desafíos que es necesario enfrentar: regular el uso de sustancias y brindar acceso a programas de reducción de daños en la sociedad en general, y sumar políticas de resocialización para quienes están privadxs de su libertad.

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Es difícil pensar cuánto tiempo tardarán en llegar políticas de drogas a las cárceles, si ni siquiera se ha podido implementar medidas en las sociedades latinoamericanas, a penas si se trata de cannabis. Es más complicado todavía que las personas entiendan por qué las condiciones carcelarias deben ser dignas, cuando hay tanta gente que ni siquiera ha delinquido y vive en situaciones vulnerables. Pero una cosa no le resta importancia a la otra; simplemente es visibilizar un frente que de alguna manera habrá que abordar y en el que tampoco ha resultado el prohibicionismo. 

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