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Romi Scalora, la Guionista que Forjó una Carrera en los Medios Cubriendo el Wanda Gate: ‘No me Tomo en Serio Nada de lo que Cuento’

Por Lola Sasturain

Romi Scalora, la Guionista que Forjó una Carrera en los Medios Cubriendo el Wanda Gate: 'No me Tomo en Serio Nada de lo que Cuento'

✍ 13 March, 2022 - 12:05

Romi Scalora le trae aire fresco y un manto de buena intención al mundo de los chimentos. Quizás no estaba claro que hacía falta en los medios mainstream una voz que le hable al target progresista y joven que no consume televisión y se divierte con los chismes como modo de evasión. A aquellxs que se hicieron un festín con el Wanda Gate pero que no están a favor de la invasión de la privacidad ajena ni del tratamiento que se suele hacer sobre las “noticias” que involucran la vida de los famosos. 

Hacía falta alguien hablando de chimentos que caiga bien.

Romi tiene un estilo y un tono con el que es fácil identificarse. También le juega a favor que viene de un lugar distinto. Tiene 33 años, es profesora de historia y se dedica al humor: era guionista de País de boludos -el canal de humor sobre actualidad- al momento de comenzar a cubrir el Wandagate desde sus redes, en un principio por diversión. 

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“Lo venía haciendo en joda. Pero hubo una necesidad de la gente de evadirse, de pensar en otra cosa, y el Wandagate fue la reactivación del chimento”, resume. Empezó por stories y a pedido del público -“para que los podamos compartir”, le decían- comenzó a subir sus videos al feed de Instagram. Gracias a estas coberturas, hoy acumula 48,1k de seguidores en esa red social. 

Justo en ese momento se acercaba el final de País de Boludos y Scalora comenzó a pensar en la posibilidad de que esto pudiera ser un trabajo.

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Hoy se la puede encontrar cubriendo chismes e irrelevancias varias en el programa matutino de María O’Donnell, Urbana Play, y en el nuevo programa nocturno de América, Instalate, un noticiero sobre famosos e influencers. También hace videos para El Destape.

El qué y el cómo

Lo que intento es no centrarme en el hecho sino en el firulete que le ponés al hecho. El hecho en sí mismo creo que no le importa a nadie. Yo me crié con esa etapa de la tele: te vendían algo que no era nada pero te lo adornaban tanto que querías verlo”, dice Scalora, consultada sobre si cree que la mirada de guionista le juega a favor a la hora de narrar chimentos. “Para mí eso es el guión”.

Pero que le haya ido bien comunicando chimentos, considera, también tiene que ver con su formación docente. Y es así: la Romi Scalora te cuenta los chismes con mucho histrionismo pero también como un cuentito, con la calidez y la cualidad didáctica de una maestra que quiere que apruebes

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“La gente me dice que mi diferencial es la forma que tengo de hablar, ‘mi personaje’, y yo no hago un personaje. Yo hablo así porque es el lenguaje que adquirí con lo que estudié. Cuando me junto con amigos hablo igual. Lo que creo que es divertido es ver esa forma de hablar aplicada a algo tan banal”, se arriesga a pensar.

Para mí, la gran diferencia está en el abordaje. Si lo abordás como un tema serio, estás en un problema. Yo no me tomo en serio nada de lo que cuento. Todo es un motivo para reírme. Por eso hay un montón de cosas que elijo no cubrir”. 

Romi juega con la intrascendencia de lo que cuenta y, desde ahí, hace humor: cubrió, por ejemplo, el caso de la indignación de Cecilia Milone, a quien le alquilaron un departamento sucio y con el baño roto. “Pero mi intención es que si llega a ella tampoco le moleste; mi intención no es tener mala leche con nadie”, explica Romi.

El Wanda Gate, reflejo de una época

Scalora le debe su ascendente carrera en los medios al triángulo amoroso más comentado del año. La pregunta es “¿qué tenemos les argentines en la cabeza para habernos compenetrado tanto con el triángulo amoroso entre Wanda Nara, Mauro Icardi y la China Suárez?” ¿Por qué una profesora de historia y guionista se metería ahí?

Lo que tenía el Wandagate es que reunía todos los elementos: gente muy rica con la que no hay forma de empatizar”, arriesga Romi. 

Y reflexiona: “Aunque sí hubo una tendencia del feminismo a intentar darle una profundidad que yo creo que nadie le quiso dar, porque simplemente no daba para eso”. El chimento, dice Scalora, es un motivo de evasión. Es mi droguita”, se ríe. “Necesito evadirme porque el mundo es horrible, todo lo que pasa es horrible e incluso las cosas que apoyo me defraudan”.

 

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¿Team China o Team Wanda? Romi es indudablemente Team Wanda. Y explica: “Cuando arranqué a cubrir el Wandagate fue un poco desde la indignación de que estamos todxs discutiendo la libertad sexual de la China Suárez pero nadie habla de una mujer herida. En términos formales era una pareja monogámica donde las dos partes estaban de acuerdo en eso. Entonces, si vos faltás a ese trato, estás en falta. Creo que esa defensa de la China viene un poco desde ese feminismo liberal, donde la norma es ‘hacé lo que vos quieras y amate vos’. Y yo no creo que ningún vínculo se construya desde ese lugar. Esa fue, dentro de la cosa graciosa, mi militancia. No vale solamente el amor propio y el empoderamiento”, revela.

La figura de Icardi también la convocó mucho. “Nos la agarramos todos con la China pero nadie pensó que Icardi era un forro. Todxs pensamos que es un boludo. Y algo de eso debe haber, porque no puede ser que todes pensemos lo mismo”. 

Ella en sus videos hablaba de la época del arrastre: cuando él, todos los días a las 7 de la mañana, subía historias con ella. “¿No tiene un amigo que le diga que está haciendo un papelón? Ante los ojos del mundo dejaste de seguir a Messi”, se ríe. “Fue muy lindo. Terminamos el año con otra energía porque pasó esto, nos hizo respirar un poco”.

A un nivel más analítico, a Romi el Wandagate le gusta por lo que dice sobre su tiempo histórico. Algo que se ve reflejado en lo que está pasando con Intrusos, reflexiona Scalora, el legendario programa de chismes de la tarde conducido por Jorge Rial, que está perdiendo a todas sus figuras icónicas y haciendo firuletes de todo tipo para no extinguirse. 

Hay algo de que los chismes siguen convocando, el voyeurismo, el morbo y la fascinación por los ricos y famosos no está cerca de acabar: sí lo está el formato que históricamente le dio lugar. 

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Por eso, la guionista cree que este momento de transición es interesante: “Está esa necesidad de encontrar el rumbo: terminen Intrusos de una vez, planteen algo nuevo. Pero la tele no tiene esas ideas, entonces ver esos manotazos me parece divertido”.

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Cosas con las que Scalora no se metería jamás para hacer humor: los menores, la muerte. “La mala leche”, sintetiza. “No veo por qué herir al pedo”. Aunque afirma que a veces dice cosas sobre ciertos personajes que está dispuesta a bancar hasta las últimas consecuencias. “Si hablo mal de Rial, me lo banco. Porque no lo respeto como persona”.

Y, más allá del Wandagate, ¿cuál le parece, históricamente, el gran chimento argentino y por qué?

No le resultó para nada divertido ni celebrable, pero Romi dice que comprendió el poder del chimento fue cuando Diwan contó en Intrusos que le había hecho un ADN a su hijo oculto y se había enterado de que no lo era. “Esto es terrible y a su vez no puedo parar de verlo, mientras a un chiquito le están arruinando la psiquis. Tuvo todos los condimentos”.

A nivel disfrute, se declara fan de los escandaletes de Moria versus Carmen Barbieri. “Ellas no se toman en serio lo que está pasando, te lo venden y lo teatralizan. Y ahí hay una puerta hermosa para hacer humor”, explica.

Cosas serias

Y si bien no se dedica a las noticias serias, tiene una formación que le permite mirar con ojo crítico cómo se comunica sobre estas cuestiones. Sobre el cannabis y las drogas en general, también.

Scalora tiene una sección en sus redes que se llama “No se te entiende nada, hijo”, en donde analiza -en clave humorística y autoconsciente, por supuesto- las letras de las canciones “que escuchan los jóvenes de ahora”. 

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Mucho trap, rap y mísica urbana, donde el cannabis es un tópico recurrente. 

Romi se pronuncia “absolutamente a favor de la legalización en todos los aspectos, incluso el recreativo” y cree que el debate sobre la penalización del uso de otro tipo de drogas también tiene que darse.

Aunque, lamentablemente, no cree que sea un buen momento para hacerlo: “Sobre todo porque no creo que hoy esos debates puedan darse con la seriedad que ameritan. Los personajes que ves en el congreso me dan más miedo que tranquilidad con respecto a dar ese debate”, opina la humorista.

Si bien ella por el momento solo comunica cosas divertidas, ¿cuál es la responsabilidad a la hora de informar sobre drogas? Como usuaria, Romi solo consume cannabis. “Creo que tiene que estar la libertad de poder elegir con información y esa es la única manera de combatir que un pibe termine preso por ir a comprar”. 

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Las recientes muertes por cocaína adulterada dejaron en evidencia la hipocresía a la hora de comunicar sobre drogas. “Eso de ponerlo afuera, como si fuera algo que le pasa a otros… no me pueden decir a mí, gente de la televisión, que no lo ven a su alrededor todo el tiempo”, se indigna. “Ni que no saben los problemas que conlleva tener esas sustancias de manera ilegal”.

“Fueron a comprar droga después de un partido de Argentina”, ridiculiza, “¿De verdad te lo estás desayunando? Y si fuera verdad, es un gran problema que seas comunicador y estés tan desconectado de la realidad”. Esta hipocresía, dice, chorrea a la manera en la que se cubren asuntos de salud mental: desde el Chano hasta el suicidio de Gustavo Martínez. “Si realmente creés que la cocaína solo se mueve en lugares de vulnerabilidad, nunca fuiste a Kika”, lamenta.

Humorista sí, periodista no

Romi es humorista, profesora, guionista, comunicadora. Pero no se considera periodista para nada. Principalmente, porque es una palabra cuyo significado, en el mundo de los chimentos, no le gusta. 

“En su gran mayoría se convirtió en un status de persona que se cree mucho más importante de lo que pasa”, dice. “Autoreferencialidad todo el tiempo. Y eso de entender la libertad de prensa como el ‘digo lo que se me canta el ojete’”.

“Sobre todo para hacer comedia es fundamental que no te creas más importante que lo que estás diciendo. Es lo primero que te dicen: vos arriba del escenario te tenés que destrozar, el primer objeto de risa sos vos. Entonces, considerarme moralmente superior, desde la comedia, me mataría el chiste”, elabora. Además, se siente “lo más alejada espiritualmente posible” que se pueda estar de la ética y la moral de lxs llamados periodistas de chimentos. 

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¿Y qué proyectos se vienen? Hace un programa a primera mañana y otro que termina a las 2 am. Su vida está, en sus palabras, “dada vuelta”. Hoy prepara su canal de YouTube y tiene intenciones de cubrir el Mundial de Qatar 2022, como persona a la que le gusta mucho el fútbol de la misma manera que le gustan los chimentos: sin tomárselo en serio, fascinándose con todo el circo alrededor.

También está trabajando en proyectos de teatro, su gran pasión. Porque su vocación -se nota- es ser comediante. Estudió stand up, el formato para hacer humor que más la convoca, y a su vez, que más miedo y respeto le inspira. “El teatro es un acto de fe. Gente que pagó una entrada sin saber lo que va a ver. Entonces, el mínimo respeto es darles algo que esté bien”, concluye.

Fotos cortesía de Romi Scalora

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ACERCA DEL AUTOR

Entrevistadora y editora en El Planteo, Lola Sasturain es periodista cultural, DJ y guionista.

Puedes encontrar sus notas en Página/12, VICE y, por supuesto, en El Planteo.

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