Teorema: 'El Público Quiere Sangre; Yo Busco Algo Más… Una Batalla Ideológica y Filosófica'
- Teorema ve el freestyle como un debate filosófico, no como un ataque personal.
- Con su paso por FMS Argentina, encontró en su país hermano una escena vibrante que lo conectó con sus raíces musicales.
- Su apuesta va más allá de las batallas: busca transformar el freestyle en un canal de ideas.
“Siempre fue una batalla argumental, ideológica y filosófica. Y creo que ese es el aspecto que más me interesa del freestyle: poder debatir en base a una idea concreta, desarmarla, darle otra forma. A mí me gusta ir en contra de las ideas, pero no de las personas”.
Si el freestyle es una guerra, Teorema es un guerrero distinto. En un circuito donde el espectáculo muchas veces se impone sobre la esencia, su enfoque es una anomalía, una resistencia. No compite para aplastar, sino para construir. No busca destrozar al rival con ataques personales, sino que prefiere deconstruir sus ideas, desafiar su discurso y plantear un nuevo juego sobre el escenario.
“Mi corriente siempre ha sido esa. Analizando mi propio recorrido, me doy cuenta de que en muy pocas ocasiones brilló mi freestyle por opacar completamente al otro”, dice con la seguridad de quien ha pensado esto más de una vez. Lo suyo no es el golpe por golpe vacío, sino un ajedrez dialéctico donde las palabras son piezas y las ideas, el tablero.
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No es casualidad que una de sus influencias clave sea Nico Barría, poeta de Concepción y mentor intelectual de su filosofía de freestyle. “Hemos hablado bastante sobre todo lo que hay detrás de la filosofía del arte”, explica. Es en esa conversación constante con lo abstracto, lo ideológico y lo narrativo donde Teorema moldea su enfoque.
Pero no se confundan: su estilo es combativo, agresivo en la métrica, preciso en la construcción. La diferencia es que su batalla no es contra el otro freestyler, sino contra sus propias limitaciones. En un circuito donde el ego es un motor recurrente, él prefiere otro camino.
“Siento que el freestyle trasciende la batalla en sí misma y entra en el terreno de la filosofía”, afirma. Y eso se traduce en su forma de rimar, en su manera de pararse en el escenario y en la conexión que establece con el público.
Porque si bien los formatos y las estructuras exigen agresividad, su enfoque es más sutil. Su freestyle no es un golpe al mentón, sino un cuestionamiento al discurso del otro. “Siempre intento jugar a otra cosa, porque siento que eso es lo que, al final del día, me entrega un valor agregado”, explica.
Y en ese proceso, encontró algo valioso: la coherencia. Su postura en la batalla refleja quién es fuera de ella. “Intento mantener ciertos niveles de coherencia entre lo que soy en la batalla y lo que soy fuera de ella”, cuenta. Esa consistencia le da calma en un circuito donde la exposición puede ser despiadada.
No siempre fue fácil. Al principio, su enfoque chocaba con las expectativas de un público que pide sangre. Pero con el tiempo, su propuesta alternativa se consolidó. “Hoy en día, siento que ya estoy en un punto en el que lo que yo diga me van a escuchar. Y eso ha sido parte de la lucha también”, dice con orgullo.
El freestyle, para Teorema, es un vehículo. Es escenario y plataforma, pero también manifiesto. No es solo música ni solo competición. Es una herramienta de expresión que, si se usa bien, puede transformar conciencias. Y él lo usa para eso: para decir, para desafiar, para abrir el juego.
Encontrando una segunda casa
“Creo que a estas alturas Argentina es tan rapero como Chile. Según yo, en el sentido de cómo se vive el rap, creo que aquí también hay una cultura fuerte, una esencia bien marcada.”
Teorema encontró en Argentina un hogar musical. Una escena viva, efervescente, cargada de identidad y raíces. Un espacio donde el boom bap sigue latiendo con fuerza y donde los nuevos exponentes están moldeando un sonido propio sin perder la esencia de los clásicos.
Además, actualmente está compitiendo en FMS Argentina, una de las ligas más prestigiosas de Urban Roosters, donde ha sido recibido como en casa. “He podido generar relaciones interpersonales con los competidores, y la verdad es que, en su mayoría o en su totalidad, son todas buenas. Se me ha dado un lugar en un espacio donde quería estar hace tiempo, y siento que se me está valorando mucho”, cuenta sobre su experiencia en la liga. Más que un simple competidor, su presencia en el torneo ha sido una reafirmación de su filosofía, demostrando que se puede destacar en la élite del freestyle sin recurrir a ataques personales ni estrategias convencionales.
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Pero su paso por Argentina le ha dejado otras experiencias valiosas. “Me logré reencantar con el boom bap, con la esencia de lo que es un bombo y una caja sonando y yo rapeando arriba”, dice, con un brillo especial en la voz. Redescubrió algo en la escena argentina que lo llevó de vuelta a las bases, a ese amor primario por la métrica y la crudeza del rap más puro.
Pero no es solo una cuestión de nostalgia, sino de evolución. En Buenos Aires, el chileno se ha rodeado de la nueva generación de raperos argentinos, explorando su sonido y conectando con su energía. “Me inspiré mucho en la nueva camada de rap argentino, que igual venía desde hace tiempo, pero ahora creo que está tomando una forma cada vez más sólida”, comparte.
Los nombres que menciona no son casuales. Desde leyendas como T&K hasta talentos emergentes como Sergio, Sophia Tredicce o Ritter, con quienes ha compartido estudio. “Todos ellos están haciendo un boom bap muy fuerte”, menciona.
Y los proyectos no paran. Su estancia en Buenos Aires se ha convertido en un periodo de alta productividad. “Voy a aprovechar para grabar todos los videos de mi disco allá”, anticipa. No es un simple viaje, es una etapa de consolidación.
Entre estudios y tarimas, el intercambio cultural se vuelve inevitable. “Conocí a Malandro en el estudio, estuvimos compartiendo y haciendo música. También con Abel estuvimos grabando cosas”, cuenta.
De hecho, lo que ocurrió con Abel fue más allá de lo convencional. “Tengo una batalla de exhibición con Abel, pero antes de eso ya tenemos un tema juntos”, relata con una mezcla de sorpresa y entusiasmo.
Por la razón, no por la fuerza
Para Teorema, el freestyle no es solo un enfrentamiento entre MCs, sino una forma de trazar puentes entre pensamientos y visiones del mundo. En cada batalla, su intención no es solo responder, sino proponer.
“Me interesa mucho el panorama que existe fuera de las batallas, porque mi posición en el mundo no es solo lo que sucede en el escenario”. No se trata únicamente de títulos o victorias, sino de construir ideas, de abrir nuevas conversaciones dentro y fuera de la escena.
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Su impacto no se mide en trofeos, sino en la manera en que ha transformado el freestyle. Lo que en un principio parecía desafiar las normas del circuito terminó convirtiéndose en una identidad propia, en un sello que el público reconoce y respeta. Su enfoque filosófico y su apuesta por el contenido por sobre el golpe bajo lo han convertido en una de las voces más singulares del panorama actual.
Con un disco en camino y una inmersión cada vez mayor en la música, su camino va más allá de las batallas. Argentina ha sido un espacio fértil para su evolución artística, un lugar donde pudo reconectarse con el rap desde otra perspectiva, nutrirse de nuevas influencias y ampliar su universo creativo. “Estamos en una simbiosis continua de mucho arte y mucha data”, dice con entusiasmo.
Cada colaboración, cada estudio compartido y cada evento es parte de un proceso mayor. La competencia sigue siendo una faceta importante, pero la mirada está puesta en lo que puede construir con la música y en el impacto que puede dejar en la conversación global del rap.
Más que un destino, el freestyle es el punto de partida. Es la base de algo que todavía tiene mucho por decir. Y si algo ha demostrado hasta ahora, es que sus palabras resuenan. En un circuito donde muchos gritan, él encontró la manera de hacerse escuchar.
Foto cortesía de Urban Roosters
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