¿Cannabis? ¿Empleos? ¿Citas? 10 Preguntas que Siempre Quisiste Hacerle a un Sudamericano que Vive en Japón
Para llegar desde un punto de Sudamérica, supongamos Buenos Aires, a Tokio, capital de Japón, hay que recorrer –al menos, obviando minucias entre escalas y rutas aéreas- unos 18.362 kilómetros. Es evidentemente posible y empíricamente probable que la vida allí, a tanta distancia, sea distinta a la de aquí.
Y a pesar de la capilaridad espiritual que otorgó la avanzada en occidente de productos culturales específicos como el manga, el animé y los videojuegos, la cultura japonesa sigue siendo para los sudamericanos una especie de misterio indescifrable. Una caja de resonancia pop. Un país que es, también, una mitología.
¿Por qué nos fascina tanto Japón?
Un argentino suelto en la tierra de Godzilla
Por caso, Agustín Spinetto es argentino y vive en Tokio desde hace unos años. Dejó su país en 2018, discontinuó su dúo rapero, deforme y genial (El Orgullo de Mamá), armó las maletas y se fue derechito para Asia. Primero para cursar una maestría en “composición musical con medios electrónicos” y, ahora, directamente para vivir en Japón. Extraña la carne, también el queso.
Pero ahí anda, trabajando con sonidos y ruiditos, colaborando con artistas plásticos, fotógrafos y diseñadores. Y publicando discos: Historias Sencillas From the Kurai Side of the World, un álbum instrumental generado a partir de su trabajo con sintetizadores, loops, samplers y AudioStellar, el último chiche de la experimentación musical.
“No me interesa el snobismo artístico, pero sí los sonidos complejos y buscar siempre lo nunca escuchado”, dice -con 12 horas de diferencia- desde su departamento emplazado en Bunkyo-ku, a media hora de Shinjuku, barrio emblemático y de flow ocioso de la capital japonesa.
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Viene de presentar la instalación “Sounds From Liminal Towns”, en la galería híper coolest Tokyo Arts and Space y en conjunto con la artista Louise Rouse, un proyecto con objetos y sonido envolvente cuya inspiración fueron unas entrevistas a mujeres extranjeras viviendo en pueblos japoneses.
Japón y el resto del mundo (que no es japonés)
Spinetto, uno de los más de 3.600 argentinos que han elegido vivir en Japón (el dato es de la Organización de las Naciones Unidas), viajó sin saber el idioma, creyendo que el inglés le iba a servir para mucho más. Se mudó sin tener un empleo asegurado y sabiendo que “Messi” iba a ser lo que más le repetirían cada vez que dijera “yo, argentino”. Fue sin hijos, ahora es papá de una beba.
Pero, en la ristra de prejuicios y desconocimientos, hay un tendal de asuntos desconocidos para unos y otros. ¿Cómo será vivir en Japón? ¿Cuáles serán sus costumbres del cotidiano? ¿Serán tan estrictos como suponemos? ¿Existirá un blend posible entre lo-que-somos y lo-que-ellos-son? ¿Habrá allí espacio para la joda? ¿Se fumará churro? ¿Y qué onda el levante? ¿Nos tratarán “distinto” por ser “de lejos”?
A continuación, todas las preguntas que siempre quisiste hacerle (y nunca habías podido) a un sudamericano que decidió vivir en Japón.
Vivir en Japón siendo sudamericano: vergüenzas públicas, citas amorosas y un curioso oficio prohibido
—En Japón, ¿fuman marihuana? ¿Está permitido? ¿Se consigue?
—No está permitido y es de las peores ideas que se te pueden ocurrir. Se consigue todo en todos lados, ¿no? Pero si alguien te ve fumando por la calle, ponele, probablemente te denuncie.
—¿Circulan algunas drogas en Japón?
—Sí, por supuesto, pero hay un shaming muy grande si eso se hace público.
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—¿Cómo te manejás con el idioma? ¿Es cierto que sólo hablan en japonés y no les gusta ni el inglés ni ningún otro idioma?
—Yo puedo conversar, contar qué hago, comprar cosas, tener charlas de ascensor y meter algún chiste. Es difícil, porque hay poco de dónde agarrarse. Es cierto que, a pesar de que se enseñe en los colegios, poca gente sabe inglés. Por un lado, eso complica; pero, por otro lado, también me hace recordar que esto es Asia y no Europa.
—¿Cómo es tener una cita en Japón? ¿Hay Tinder o alguna aplicación de levante? ¿Los extranjeros ganan?
—¡No tengo experiencias en citas! ¡Malísimo mi aporte! Con respecto a apps de citas, sí, hay varias. Una se llama Pairs y es para conseguir “relaciones serias”, por ejemplo. Los “occidentales” tienen un atractivo para muchos. Algo que me di cuenta es que es más común ver japonesas con hombres occidentales que mujeres occidentales con hombres japoneses. Ojo, porque también existe el concepto LBH (Loser Back Home). Es decir, el occidental que chapea con ser francés, por ejemplo, pero en Francia es un pelele.
—¿Existe la prostitución?
—Por supuesto.
—¿Los japoneses son afectuosos con los extranjeros?
—¡Muy! Si interactuás con alguien va a sonreír, a tratarte bien y ayudarte. Siempre hay excepciones, pero la cordialidad es una constante. Hace poco tuve una bebé y ahora los viejos se me acercan para hablarme, mirarla y sonreírle. Siento que si hay una razón para interactuar, ahí van a ser súper buena onda.
—¿Y qué apreciación tienen sobre los sudamericanos?
—En Brasil está la comunidad japonesa más grande del mundo. Y en Perú hay una muy grande, también. Muchos de esos, y algunos de sus descendientes, volvieron. Hay una zona medio playera que fui, donde incluso los carteles de señalización estaban en portugués. Con respecto a cosas que conocen de Argentina, mi ranking es así: (Lionel) Messi, churrasco, “Don’t Cry For Me Argentina”, (Gabriel) Batistuta, tango.
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—¿Es fácil conseguir empleo?
—Empleos que paguen poco, sí. En esos rubros no hay desempleo, hay más demanda que oferta. Los que pagan bien… más vale que sepas japonés. O, quizás, saber inglés te pueda ayudar bastante. Igual cuesta, he mandado muchos, muuuchos CV’s para conseguir trabajo.
—¿Se puede conseguir un empleo en blanco siendo extranjero?
—Sí, claro. Muchos de los empleos que pagan poco pero que tienen mucha oferta te pueden ayudar con la VISA. De hecho, un empleo en negro es algo poco común (al menos esa es mi experiencia).
—¿Se puede vivir de la cultura siendo artista?
—Es difícil como en todos lados. Es muy, muy competitivo y también tenés que ser bueno vendiéndote. Algo que me sorprendió es la cantidad de becas y concursos para artistas que existen. Ya sea para hacer obras o residencias.
—¿Hay un underground en Japón? ¿Se puede saltar del under al mainstream?
—Hay under de todo tipo, pero creo que el concepto es distinto. En un lugar under quizás encuentres músicos o artistas que estudiaron muchísimo, que posiblemente estén haciendo alguna maestría o algo así. O quizás sean under pero sean apoyados por alguna galería. Cuando hay un objetivo, pasión o lo que sea, da la sensación de que dejarían todo por eso. Ni domingos ni feriados: dedicación absoluta. Siempre se puede pasar al main, pero creo que ahí es más como en cualquier lado: muchísima gente intentándolo y tratando de sobrevivir de lo que aman.
—¿Hiciste amigos en Japón? ¿Japoneses o latinoamericanos?
—Sí, hice amigos latinoamericanos (de hecho, con algunos juegos al fútbol) y de varias partes del mundo. Algunos japoneses también. Desde que estoy acá siento el mundo más grande y yo, más pequeño.
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—¿Cuál es el impacto de vivir en Japón? ¿Te cambia la personalidad?
—Es muy personal mi opinión, pero creo que si no te adaptás, te expulsa. Hay muchas normas y eso puede ser muy desgastante. Querer saltear pasos es casi siempre el método incorrecto para conseguir cualquier cosa. Los grises japoneses son muy difíciles de entender.
—¿Es cara la vida en Japón? ¿Cómo es tu rutina? ¿Andás en transporte público? ¿Te movés en bicicleta?
—No tan cara. El almuerzo es una comida que puede conseguirse por precios económicos y en todos lados. El tren y el subte son de lo más espectacular, así que ando mucho en ambos. En bici me muevo menos de lo que quisiera, porque el tren es muy bueno.
—Viniendo del país de la carne, ¿tuviste un choque cultural con la comida?
—Al principio adelgacé. Las porciones en la calle son más chicas que en Buenos Aires. El queso es un objeto de lujo al que al principio extrañé más que a la familia. Hace años que tengo la premisa de no comer carne de vaca acá, porque la buena es exageradísimamente cara. Me guardo para cada vez que vuelvo a Argentina. Hay una región, por la ciudad de Takayama, que tiene un tipo de carne que se llama “hida beef”. Ahí es buena y no tan cara. Una de las comidas que más me gustan es el tonkatsu, que es una milanesa de cerdo, pero más ancha, con panko en lugar de pan rallado. Algo superior.
—¿Dormís pensando en japonés o en español?
—En español, pero hace unos años me pasó de decir cosas en japonés mientras dormía. Rarísimo.
—¿Es cierto que son muy estrictos con el horario?
—¡Muy! Es bastante complicado adaptarse a eso, aún siendo puntual.
—¿Qué profesiones nunca podría hacer un extranjero en Japón?
—Emperador, político o peluquero. Los peluqueros necesitan una licencia que sólo los japoneses pueden tener.
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