Abrió la Convocatoria para el Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata

“Me interesa que nuestro festival sea un espacio de reflexión”, embiste Alejo Araujo, coordinador general del Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata. Después de una exitosa primera edición enmarcada dentro de Expo Cannabis Uruguay 2019, ya planean una segunda para fin de año. “La combinación que vamos a hacer es noviembre en Uruguay y abril en Buenos Aires, para agarrar de la plantación a la cosecha”, bromea.

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La idea del festival surgió del propio Araujo, mientras volvía de la edición 2018 del Expo Cannabis charrúa. “Se me ocurrió hacerlo con una pata en Uruguay y una en Argentina”, comenta. Alejo Araujo es realizador audiovisual y tiene vasta experiencia en la organización de festivales (forma parte del Festival Tres Continentes), en espacios de militancia (Movimiento Documentalistas) y en cultura cannábica (Reset – Política de Drogas y Derechos Humanos).

“Nos interesa que tenga un perfil bien de ‘festival de cine’, es decir: que artísticamente sea bueno y que las películas sean realmente interesantes”, advierte.

El primer gesto

Aquella primera edición constó de 3 intensos días en los que mostraron unas 20 producciones que oscilaron entre largometrajes, cortos y videoclips. ¿Los destacados de la programación? “Desde pelis delirantes como Fiesta Nibiru, una ficción en la Montevideo actual con cannabis legal, pasando por cortos de animación como Guaxuma y El otro día/Porro, videoclips como los de las Mujeres Cannábicas de España hasta Misión no Oficial: Traigan el Porro, un falso documental en clave de humor, donde actúa el mismo Pepe Mujica”, detalla Malena Bystrowicz, programadora.

Y sigue: “Hubo temas más serios en documentales de investigación científica o de historias de vida como La Planta Milagrosa, donde se cuenta la historia de Valeria de Mama Cultiva, o Abuela Cannábica, en el que una abuela se vuelve cultivadora a partir de la enfermedad de su nieto”.

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Además de ser realizadora de los documentales Piqueteras y Mujeres de la Mina, Malena comprime un CV festivalero, programando en el Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA) y en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos.

“Buscamos un equilibro en las temáticas, formatos y géneros pero también en la variedad de países, en la cantidad de directores varones y directoras mujeres y queremos encontrar un diseño que incluya a todos los públicos. El cine es una herramienta poderosa para generar empatía, conciencia y para sensibilizar sobre determinados temas”, completa Bystrowicz.

La muestra

Por estos momentos, Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata tiene un formato de muestra, pero en breve escalarán a una instancia superior. “Es lo que queremos, tener un festival de carácter competitivo, pero lo cierto es que resulta difícil porque se necesita más estructura”, confiesa Araujo.

Un detalle para neófitos del mundo festivalero: “Lo competitivo te obliga a tener películas que sean estrenos”. Y, por el momento, Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata tiene de todo: cine de distintos años, texturas y pretensiones. “Por eso me gustaría sumar películas como El Gran Lebowski o El Robo del Siglo”, desliza.

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Y, de paso, un dato más: la convocatoria internacional para presentar trabajos audiovisuales para esta segunda edición se inició el 20 de julio  y estará abierta hasta el 20 de agosto.

De la feria a la sala

Tras su primera edición, los organizadores quedaron con ganas de proyectar en un cine tradicional. Lo explica Araujo: “Nuestro siguiente paso es saltar de la dinámica de feria hacia adelante: una sala”. Por eso, ya tienen apalabrada a la Sala Zitarrosa, un mítico espacio ubicado en el centro de la Ciudad de Montevideo.

“Este año es importante hacerlo sí o sí. Lo vamos a realizar con los protocolos necesarios, pero queremos hacerlo presencial”, afirma Araujo. Y continúa: “Aunque sea, queremos pasar una función por día”. Incluso, ante la dinámica realidad que impone la pandemia de coronavirus, están evaluando una modalidad mixta, con YouTube como alternativa. “Todo va cambiando cada momento”, ubica.

Asimismo, los organizadores del Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata aspiran a ofrecer una programación variada que incluya comedias (“El cannabis tiene muchas aristas para reírse”, Araujo dixit), conflictos legislativos, represión, reducción de daños, tabúes y bajones. A su vez, pretenden englobar discusiones en torno a la marihuana medicinal, a la industrial y al negocio que conlleva.

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A propósito, Araujo asegura que “el negocio es otra pelea que hay que dar, ya que se trata de un producto que está dentro de un sistema capitalista”. Entonces, asume que en breve se interpelarán tensiones del capital concentrado vs. autocultivo; y espera que su festival sea un marco más para profundizar en estas discusiones.

Para su segunda edición pretenden concretar un mínimo de cuatro jornadas, con un cortometraje y un largometraje por función. “De mínima, serán unas 8 películas y, de máxima, unas 15”, aventura.

Mientras tanto, también hay posibilidades de que el Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata sea al aire libre o bien se lleve a cabo en algún autocine que garantice la distancia social.

“Estamos buscando apoyo de las embajadas de Francia y Canadá, especialmente para el subtitulado de las películas”, reconoce el director. Y se explaya: “Le hicimos una propuesta al Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay. Nos vendrían bien recursos municipales o estatales. Le damos mucho valor a la realización y a la discusión. Uruguay nos parece un faro”.

A dos orillas

¿Por qué tanta presencia uruguaya? “Porque allá está normalizado pensar un festival así. En Argentina todavía falta un poco”, se sincera.

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Entretanto, el Festival Internacional Cinecannábico del Río de la Plata viene a resolver una demanda: la de festivales, exhibiciones o muestras de cine sobre marihuana en este lado del mundo. “Hay mucha producción de este tipo de cine pero hay pocos festivales. Hay uno en Londres, otro en México, otro en Nueva York, pero todos son muy nuevos”, dice.

Y concluye: “El festival no es para el ghetto, no quiero que sea sólo una reivindicación tonta para la planta. Quiero que haya discusiones. La verdad es que quedé sorprendido con la primera edición y siento que hay un entusiasmo muy grande de la gente”.

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