Arte Dominguero: Barcos de Vruma

Arte en Cuarentena fue un espacio en que compartimos obras realizadas durante los período de distanciamiento social del 2020. Te traemos lo mejor del ciclo para revivir viejos amores.

Muchas de las obras gestadas durante el aislamiento eterno del 2020 sacaron su inspiración de los sentimientos que genera esta desconcertante situación. Pero ese no es el caso de las obras de Federico ‘Vruma’ Ottavianelli. Entre éstas se encuentra la serie Barcos, realizados con madera recuperada intervenida, hierro y material de descarte.

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Vruma dice que, con o sin cuarentena, hubiera empezado con los barcos igual, aunque no era particularmente su plan. “El ahora es el mejor momento para hacer las cosas, para mí”, explica. Pero, principalmente, los hace porque disfruta mucho del proceso, y los barcos lo hacen feliz. Una razón tan válida como cualquier otra, si no más que muchas.

Había una vez un barco chiquito

Tampoco distingue una razón particular de por qué construye barcos y no otra cosa. Sí ve una relación con un viejo barco a escala que su abuelo materno había construido, ayudado por su padre, “que tardó dos años en construir, cuando yo en hacerlos tardo dos días”, ríe. Hoy, ese barco (que tanto había codiciado durante su infancia en Gerli)  se encuentra en el living de su casa.

Por ese lado, destaca la influencia que tuvieron las mencionadas figuras paternas en su arte. “Tuve un muy buen maestro, que inicialmente fue mi abuelo, cerrajero de primera generación. Mi viejo también era bastante fierrero y de darse maña con las cosas y herramientas. Ellos son los que me inculcaron bastante las herramientas”.

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Porque Vruma, además de artista plástico, escultor, músico de rock, cantor de tango y manitas en general, es cerrajero de tercera generación. Afirma que ese oficio juega un papel importante en la motivación de sus esculturas. “Ese mundillo de las cosas minúsculas que nadie ve, de las pelusas escondidas en el fondo del cajón”, explica. “Ese misterio, esa mística es lo que a mí tanto me atrae”.

‘El anonimato de las cosas’

Cuando habla de los objetos descartados con los cuales realiza sus obras, lo hace con un gran cariño, atribuyéndoles personalidad y sentimientos propios. “Son tan importantes a veces, y no pretenden nada. No piden nada a cambio”, reflexiona. “Son piezas de descarte que quizás están metidas en una bolsa y saben que nunca las van a agarrar. Entonces voy yo como un médico o algo así y las rescato. Rescato las cosas en desuso. Olvidadas. Y las hago parte de algo. En este caso, un barco”.

Pero esa no es la única razón por la cual Vruma realiza sus obras. El énfasis también está en quien recibe el barco, en quien lo compra o simplemente lo admira. “Tengo la necesidad de hacerle bien a la gente mediante mi arte”, comparte. Porque el barco, al igual que el resto de sus obras, es una excusa para conectar.

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Su mayor ambición es que la gente “se enamore” de la obra. “Pero no que sólo les guste: que se enamoren. Que lo quieran mucho”, aclara. Y lo logra: sus obras en general y sus barcos en particular generan un bello cóctel de curiosidad, admiración y ternura.

Vruma afirma que cuando alguien ve al barco o a la obra, y siente algo y lo desea (no de una manera meramente material, sino más profunda), se forma una conexión real. Y mediante este amor, las partes de la obra cobran vida, y su objetivo principal se ve realizado.

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“Quiero que se enamoren de mis obras para que las partes olvidadas y anónimas que la conforman tengan el lugar que se merecen en el universo”, resume.

Los barcos de Vruma, y el resto de sus obras, pueden verse en @vru.marte.