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Ramita de Bajoneando por Hay: ‘En Argentina, el Debate del Porro ya Logró Barrer a esa Gente que Opina por Opinar’

Por Hernán Panessi

Ramita de Bajoneando por Hay: ‘En Argentina, el Debate del Porro ya Logró Barrer a esa Gente que Opina por Opinar’

✍ 8 September, 2021 - 12:02

“Yo estaba re frenado”, recuerda Ramiro Terraza, alias Ramita, ni bien abrió Bajoneando por Hay, el canal de YouTube que, por diversos motivos, le cambió la vida. El puntapié inicial lo dio en 2014, pero fue recién en 2017, con un video en el que comparaba a Ugi’s con La Fábrica de Pizza, dos de las pizzerías más populares del país, que pegó el estirón: un, dos, tres, mil, 57.000 suscriptores en un mes.

Bajo nuevos bríos y con el objetivo de sacar un video por semana, Ramita logró en tres meses llevar su contador de followers a 100.000.

Y fue ahí cuando el pibe de zona sur, el que había repartido viandas y sánguches de miga, el que se ganaba la vida vendiendo planes de ahorro y el que tuvo un paso por el mundo de los community managersdejó todo para dedicarse a su proyecto.

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Así, llegaron los hits, el tendal de seguidores, los canjes, los viajes: la maravillosa posibilidad de vivir del contenido propio.

Por caso, hoy es su cumpleaños y Ramita anda lejos. Y como en todos sus cumpleaños, nada por aquí, nada por allá. Ahora me ves, ahora no me ves. Con el propósito de chapear su flamante carnet de Reprocann y esquivarle al bulto de los abrazos y saludos onomásticos, viajó al sur. Solo. Con su cámara. Y porro: el justo, el permitido, el legal.

YouTube, el trabajo

Cuando a sus 20 años renunció a la oficina en la que administraba planes de ahorro (“Ahí aprendí a hablar”) porque le impedían crecer (“Me decían que arriba mío había gente que ‘tenía familia’ y como yo no, entonces no me podían ascender”), Ramita fue haciendo varias cosillas hasta que YouTube se convirtió en una posibilidad.

“Veo YouTube desde 2010 y fui viendo cómo otros, de a poquito, iban dejando sus trabajos”, cuenta.

Y sigue: “Yo fui dejando los laburos como podía. Pensá que el sistema de pago de YouTube tarda, te tienen que dar un código y nadie te explica el caminito”.

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Y en la que encontró su yeite, no paró más: los recorridos de gastronomía popular y el lifestyle fueron su fórmula mágica, ungida por una personalidad y una voz (esa voz) que, por alguna razón, acerca. Ramita entroniza la idea del amigo con data y sin tantos protocolos, ese que sabe morfar y comparte lo suyo sin mezquindad.

Por lo demás, con el motor andando, a diferencia de muchos, la pandemia no le aumentó las métricas.

“No quiero decir que vengo esquivando el éxito, pero antes de que arranque la pandemia, venía esquivando ciertos modelos de trabajo. Cierto clickbait, colaboraciones o subirme a trends que hacen que venga gente nueva. Venía cansado de las colaboraciones. Fue reinventarme y mantenerme haciendo contenido para el público que ya tenía”.

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¿Esquivando al éxito? “Yo me fumo dos porros al día”, bromea linkeando con Ricardo Darín y su norte del éxito.

“A veces me dicen que me falta ambición, pero trabajar de comer y fumar porro ya es suficiente. Fumo el porro más rico del país, cultivo, logré cambiar la cámara, vestirme bien… no pienso que pueda haber más. El resto es lujo”, devela.

—¿Cómo te llevás con la exposición?

—Fui descubriendo algunas cosas de la exposición que no me gustan. Sí me gusta que la gente se siente inspirada. Me gusta entretener. Que la gente tenga algo para ver. Que también le sirva para hacer algo. Cuando arranqué, quería hacer una guía para bajonear en distintas zonas.

—¿Y con la idea de ser youtuber?

Yo soy youtuber y lo defiendo a capa y espada. Fue muy bastardeado decir que eras youtuber. Cuando la sociedad se enteró que había plata, que era un trabajo, empezaron a respetarlo. Yo me la banco desde antes. Cambió mucho. Siempre que puedo, trato de deslizarla: soy youtuber.

Por estos días, entre video y video, Ramita incorporó rutinas a su vida cotidiana que oscilan entre el deporte, el trabajo y el porro. “Los voy repartiendo y van variando el orden”, tira. “Si voy a entrenar, no puedo fumar temprano. En mi caso, la paso como el orto”.

La gastronomía por acá y el porro por allá

Con sus contenidos separados, Bajoneando por Hay (gastronomía) y Ramitagram (porro), sabe que, por motivos evidentes, ambos extremos se tocan en un espíritu cannábico que flota a su alrededor como un aura.

Bajonear es el hambre que te da después de fumar, pensé que iba a ser bastante más explícito. De hecho, en algunos videos estoy prácticamente ciego, pero por ahí en otros no, no me fumé ni una seca. Si alguien caza la onda, genial. En muchos videos no fumé porque se torna insostenible la locura cuando vos hacés todo”.

A la sazón, en su cuenta de Instagram comparte el contenido apuntado al lifestyle: rutina diaria, pilchas, consumos culturales, viajes. “Es un tag que afuera de Argentina ya esta re instalado”.

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en Ramitagram, su canal “secundario”, el contenido fue virando a un tono más porrístico: su primera vez con el porro, fumando churro uruguayo, tripeando por Ámsterdam, su debut con las flores. “Tengo todo bien separadito para que no se crucen los públicos y poder seguir monetizando las cosas que hago”.

La formación cannábica (¿qué locura, no?)

“Hablar de formación cannábica es tan futurista que me vuela la cabeza”, arremete Ramita. Entretanto, esa formación fue apareciendo a la par de su carrera como youtuber.

Como muchos, antes de “pegarla”, también compraba flores sin saber de genéticas, ni nada.

De su boca: “Fumaba con amigos que tenían cultivos en exterior. ‘La caganoche’, era el nombre de la genética. Otra era la ‘arruina ensayos’, otra tenía un gustito a limón”.

En tanto, cuando dejó la zona sur del Gran Buenos Aires y se mudó a la Capital Federal, Ramita empezó a codearse con personas con conocimientos en cultivo. “En Capital, solo una vez compré porro feo”.

Al toque, empezó a fumar porro rico con los mejores cultivadores de la ciudad. “Aprendo más cara a cara con la gente que cultiva de hace mucho tiempo que de YouTube o de todo el contenido libre que hay en Internet”.

Y continúa: “Las redes las veo como un lugar para ver contenido, pero los pingos se ven en la cancha. Aunque estemos a pasos de la legalización en Argentina, ciertas cosas se ven en la calle, estando en eventos, cara a cara con gente que cultiva, con las manos en la tierra”.

Su experiencia con el cultivo

Previo a la exposición, Ramita nunca había cultivado. Incluso, le daba “cierta cosa” cultivar. Sin embargo, empezó a hacerlo en 2019, después de la Expo Cannabis Argentina, que organiza la Revista THC.

“Me dio como un marco y me mandé a cultivar. Tenía unos blísteres de una expo uruguaya. Arranqué con una carpita con cuatro plantas y llegué a cortar justo con el aislamiento”, recuerda.

Su tercer cultivo fue con esquejes del Bata Sativa y ahí entendió por qué la gente hace selecciones de genéticas. “Me salieron unos monstruos”.

En la actualidad, ya va por su cuarto cultivo. “Está saliendo hermoso pero no monstruoso. Estoy contento porque es mi cultivo legal, ya que me llegó el registro de Reprocann [el registro para acceder al cultivo controlado de marihuana medicinal]. Y estoy logrando que las plantas lleguen vivas al final. Si todo sale como quiero, voy a pasarme a una carpa más grande”.

Registro del Programa de Cannabis

“Siento que peso 20 kilos menos”, desliza rápidamente Ramita con su autorización de Reprocann en mano.

“Es impensado que pueda tener plantas en mi casa sin el miedo a que un vecino o un boludo al que le caigo mal me pueda denunciar. En mi cabeza estoy convencido que no estoy cometiendo ningún delito. Está muy bueno que exista Reprocann. Me lo imaginaba con el cambio de gobierno. Fui viendo cómo fueron las cosas”.

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Por eso, ahora, Ramita anda tranquilo y, además, encuentra paz y satisfacción en la militancia y activismo de todas las personas, pacientes y consumidores que lograron este objetivo colectivo.

Cuando salió y vi que eran 9 plantas por domicilio dije: ‘está bien’. Las personas que participaron del proyecto son personas que cultivan. Saben que 9 plantas es lo que uno necesita para consumo personal. Por suerte, en este debate, no entró gente que no tiene nada que ver. El debate del porro ya logró barrer a esa gente que opina por opinar, que en Argentina existe muchísimo”, dice.

Su primer viaje con porro (con Reprocann en mano)

Parte de haberse anotado al Reprocann tiene que ver con andar tranquilo por la calle. Incluso, Ramita se la pasa invitando a sus amigos para que se anoten. “Podés caminar por la calle con 40g y un policía no puede decirte nada porque te autoriza el Ministerio de Salud”.

En el momento de la entrevista, Ramita está pululando por Ushuaia grabando videos gastronómicos para Bajoneando por Hay. Y, de paso, fue su excusa para ponerse a prueba: ¿cómo es viajar en avión con porro en Argentina?

Con el objetivo entre ceja y ceja, lo primero que hizo fue conseguir un porro delicioso: “Quería que lo huelas a una cuadra”.

Ni bien pisó el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, se dirigió a la primera policía que encontró. A ella le mostró el registro y le notificó que iba a viajar con cannabis.

“Es mi primera vez, ¿cuáles son los pasos para no cagarla?”, le dijo a la autoridad.

Tensión.

El caso de Ramita, que viene acompañando desde su lugar la lucha por el cannabis, no tiene que ver estrictamente con lo medicinal, pero sí con lo terapéutico: el cannabis le ayuda a dormir, a mejorar su humor.

Volvamos. Sigue la tensión.

Ni bien terminó de decir la palabra “marihuana”, la policía le sacó de sus manos el check-in y su documento. “Eso me molestó muchísimo. La verdad es que apuntaría a hacerlo de otra manera, para que el ciudadano se sienta tranquilo y no zarpado”.

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Así, en la puerta de la entrada al Sector C de Ezeiza, Ramita quedó estupefacto y, allí, se dio el siguiente diálogo.

—“¿Puedo ir a preguntar por el check-in?”, consultó Ramita a la oficial.

—“No”, respondió la policía. “Estás retenido”.

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A los 10 minutos, llegó otro oficial y ambos se pusieron a hablar detrás de una puerta. “Mirá, vamos a agarrar dos testigos porque éste es un procedimiento policial”, le dijeron al youtuber.

Llamaron a dos testigos y, con ellos, llegó otro policía algo más joven. Y, de golpe, se dio la siguiente imagen: tres policías, dos testigos y Ramita charlando de cannabis legal en la puerta de la entrada al Sector C de Ezeiza.

El policía joven lo invitó a escanear sus pertenencias y a pesar la marihuana, para que todo esté en regla. “En Argentina se repite, en cualquier índole que sea, en el sector que sea, que las cosas salen y, después, ‘vamos viendo’. Estuve media hora con dos policías que no tenían ni información ni idea de la ley”, cuenta Ramiro.

En la cabeza de Ramita, un tsunami de imágenes de la serie Alerta Aeropuerto. Sin más, uno de los policías alivió la tensión: “Ya hay un protocolo armado”.

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Allí, hay control, hay una balancita, hay una Moby Dick y hay unos cogollos que desprenden un olor frutal y perfuman la pequeña habitación.

“Bueno, ya está”, le dijeron, después de entregarle las genéticas separaditas. ¿Cuánto duró todo el procedimiento? Unos 40 minutos.

—¿Qué le recomendarías a alguien que tiene que viajar con porro y registro de Reprocann?

—Recomiendo que primero hagan el check-in. Y lo que más recomiendo es que no le digan todo esto al primer policía que se cruzan en la puerta. Es mejor entrar al aeropuerto y averiguar cuál es la oficina policial del aeropuerto.

Así las cosas, después de pasar por todos los controles, la cara de Ramita dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Y, sin más, aflojado de tensiones, se compró un pebete de jamón y queso y, con la victoria consumada, se subió al avión pensando que éste, por muchas razones, es un país hermoso.

Fotos cortesía de Ramiro Terraza, AKA Ramitagram

Fotos cortesía de Ramiro Terraza, AKA Ramitagram

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ACERCA DEL AUTOR

Hernán Panessi, editor periodístico en El Planteo, es un periodista especializado en cultura joven. Escribe en las revistas InfoTechnology, Rolling Stone, THC y Lento. Además, en Página/12, El Planeta Urbano, El Cronista y en el periódico uruguayo La Diaria. Colaboró para Revista Ñ, Clarín, La Nación, La Cosa, Playboy, Haciendo Cine, Billboard, Los Inrockuptibles, Forbes, VICEBenzinga, High Times y Yahoo, entre otros.

Hernán escribió los libros Porno Argento! Historia del cine nacional Triple X, Periodismo pop, Una puerta que se abre y Rock en Español. Fue docente en el Centro Cultural Rojas (UBA) donde dictó talleres de periodismo. Además, es programador de la sección VHS del Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile.

Conduce FAN, programa periodístico sobre cultura, sociedad y vida moderna. Por su parte, también condujo en las FM Delta 90.3 y Nacional Rock 93.7. Asimismo, fue columnista en La Once Diez y Metro 95.1.

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