Una Startup Salteña Inventó un Biomaterial a Base de Hongos: La Historia de Fungipor y su ‘Reemplazo’ al Plástico

Con base de micelio de hongos y residuos agroindustriales, una startup oriunda de la provincia de Salta, en Argentina, reemplazan el plástico para fabricar envases y embalajes. El proyecto se llama Fungipor (“fungi” por “hongos” y ¿“por” por “telgopor”?) y su trabajo anida en bridar soluciones basadas en la naturaleza de los hongos, con la finalidad de contribuir a la problemática de contaminación por plásticos.

“Trabajamos bajo los principios de la economía circular”, dice Ayelén Malgraf, CEO de Fungipor. En ese sentido, en sociedad con Macarena Albarracín y Roberto Gómez, creó un material sustentable que reemplaza al telgopor y a los plásticos de un solo uso. Se trata de un producto que viene de la tierra y que, a su vez, puede descomponerse en ella, como lo haría en el mundo natural.

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Por caso, el biometerial creado por este proyecto argentino, cuya mezcla pasa por moldes hechos en impresoras 3D, sirve para envasar, proteger o mostrar productos. Y, también, puede utilizárselo para moldearse en construcción e, incluso, para aprovecharse en la confección de productos de diseño.

Biomaterial del futuro

El antecedente de este proyecto es Hongos del Valle, quienes se dedicaron al cultivo de hongos comestibles durante 20 años. A partir de ese trabajo, en 2019, observaron que, entre los restos, quedaban estructuras muy resistentes similares al ladrillo. Buscaban una cosa, encontraron algo más.

“Investigando en nuestro laboratorio e indagando sobre alternativas al plástico de un solo uso comenzamos con las primeras pruebas”, recuerda Malgraf.

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Lo dijeron los biólogos, lo aseguraron los expertos en marketing. El branding de Fungipor lleva sobre sus espaldas un postulado, digamos, ambicioso: estamos delante del “biomaterial del futuro”.

“Es que tiene un enfoque innovador. Promueve el uso de un organismo vivo que puede usarse como remplazo del poliestireno expandido. Utilizamos directamente el micelio de hongos como un aglutinante natural de las partículas de sustratos”, explica la CEO.

Una alternativa

A la sazón, el trabajo de Fungipor continúa el legado de algunos proyectos e investigaciones que ya venían en esa línea, como el de la norteamericana Ecovative y sus envases compostables.

¿Y qué pasa en Argentina? “Existen varias empresas que ofrecen alternativas con productos compostables. Igualmente faltan muchas industrias de este tipo y mayor escalamiento productivo para bajar los costos, donde la mayoría de estos productos tienen materias primas importadas”, comenta.

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“Además, necesitamos leyes concretas y completas con respecto a la Responsabilidad Extendida del Productor, que permita abordar de manera consistente los problemas de la generación y gestión de residuos”, sigue.

Reverso ambiental

Entretanto, los biomateriales de Fungipor ya se comercializan como productos estándar (macetas, esquineros y protectores) y como productos personalizados (a medida del cliente). Y sus precios varían entre los ARS 500 y ARS 4.500 pesos argentinos (entre USD 0,80 y USD 7,60 dólares), dependiendo de las formas y los tamaños requeridos.

“En mi caso, el interés por los hongos nace desde muy pequeña, cuando salíamos a recolectar hongos con mis abuelos. Durante estos años los comenzamos a investigar y fuimos aprendiendo sobre el maravilloso reino de los fungi”, señala Malgraf.

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En ese sentido, la biofabricación comprime un costado ambiental, ya que se trata de residuos aprovechados y de la creación de nuevos biomateriales naturales, biodegradables y alternativos a otros contaminantes. Y no es menor: como decíamos, su materia prima viene de la tierra y vuelva a ella, cerrando el ciclo.

“Hoy estamos buscando y probando nuevos descartes agroindustriales, que nos permitan escalar la producción”, cierra la emprendedora.

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