Chill & Safe: Testeos de Sustancias y Salud Pública, de Mar del Plata a Colombia

Time Warp, Puerta 8, el caso se repite… muertos por sustancias adulteradas, un estado que llega tarde y un abordaje mediático-policial seguido de una payada de soluciones genéricas.

La disyuntiva es abordar el consumo de sustancias como una práctica humana que puede garantizarse en condiciones sanitarias y bajo estándares de calidad. O bien, por caso, seguir mancillando la fantasía de un estado que destruye las drogas (y su consumo) en un fuego salvífico para construir seres productivos, erectos, intachables, sobrios… 

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Desde la sociedad civil surgen iniciativas que abordan el consumo de sustancias con una perspectiva pragmática. Es decir, se acepta el consumo y se busca tratarlo mediante políticas basadas en evidencia científica. Se pretende advertir sobre riesgos de consumo y sustancias adulteradas, educar, prevenir, ‘avivar’, más no prohibir.

María Inés es licenciada en trabajo social, estudiante de psicología, acompañante terapéutica y operadora en adicciones egresada de la SEDRONAR. Usuaria de sustancias y cultora de la música electrónica, María Inés conoce de primera mano el ambiente en la ciudad de Mar del Plata.

“Yo venía siguiendo [a la organización] Energy Control desde hace tiempo. Me interesaba la salud mental y las adicciones”, adelanta María Inés por WhatsApp en una entrevista exclusiva desde Medellín, a donde fue a capacitarse en testeo de sustancias junto a Corp. Sapiencia Colombia, una organización dedicada a la promoción de la salud mental, y distintos profesionales del mundo.

La prohibición de los reactivos: una lógica estatal perversa

Durante su paso por el SEDRONAR, Maria Inés diseñó un dispositivo de salud pública, un programa para la reducción de daños que la motivó a “dar el salto”, salir a fiestas electrónicas para hablar de prevención y de reducción de daños.

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Con el tiempo, estos primeros pasos darían forma a Chill & Safe, una iniciativa autogestiva que Maria Inés dirige en la ciudad de Mar del Plata, la cual apunta a educar sobre consumo de sustancias y prevenir intoxicaciones mediante testeos con reactivos químicos. 

“Muy a pulmón, una mesita con unos flyers y así empecé. Rebotando con los dueños de boliches e incluso con los consumidores, les parecía bochornoso, freak, desubicado. Es la lógica prohibicionista”, aclara Maria Inés, en referencia a la negativa de los productores a permitirle el acceso a las fiestas con su mesita y sus flyers.

De a poco, comenzó a tener más trato con los productores de eventos, algunxs de los cuales se animaron a hacer reducción de daños en eventos.

Al poco tiempo entendió que las ambulancias y el agua disponible no alcanzaban para hacer de la fiesta una zona segura para el usuario de sustancias. “Eso no era nada sin los testeos”, afirma y explica cómo recibió los primeros testeos de sustancias (que todavía hoy son ilegales en Argentina).

“Reduciendo Daños de Chile (que hacen y venden testeos porque allá es legal), me mandaron testeos colorimétricos que acá están regulados por ANMAT y son ilegales, y de hecho hubo gente presa (sic). Una lógica perversa, porque buscamos salvar vidas totalmente expuestas a sustancias desconocidas”.

Maria Inés advierte que muchas veces no se pueden identificar todas las sustancias por el color que resalta el test. En ese caso, explica que la sustancia “puede ser cualquier cosa, tener adulterantes, nosotros solo sabemos si tiene o no tiene MDMA (Éxtasis/Molly)”.

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“Los reactivos colorimétricos no son cromatografía de capa fina y solo lo tienen los laboratorios de la facultad o los de la policía que son más certeros aún, pero no lo usan para reducción de daños, lo usan para meter presa a la gente”, agrega Maria Inés reflejando la perversidad en el uso de los recursos del estado para la persecución de usuarixs.

‘Esto no es coca, papi’: ‘Meta’ y catinona x MDMA

“En los testeos, descubrimos metanfetaminas o catinona (estimulante que produce sensación de euforia), los colores del test no mienten, aunque el resto de los resultados son preliminares. A grandes rasgos, el 90% del MDMA en Mar del Plata está adulterado, o no tiene la sustancia que les vendieron. El MDMA suele ser pura catinona”, dice Maria Inés ante la sorpresa de un usuario (posiblemente) engañado más de una vez.

Además, existen sustancias que no pudieron identificar. “Encontré sustancias que no sabíamos que era, me doy cuenta que están metiendo cualquier adulterante, no son las sustancias que conocemos que se vienen testeando hace años, que conocemos su neurotoxicidad, son nuevas y no sabemos de dónde vienen”.

La terapeuta marplatense sostiene una tesis económica de la crisis actual de salud pública. “Mi hipótesis es que desde la pandemia las drogas bajaron su calidad y su precio se infló y cada vez es peor, eso no va a cambiar. La gente que quiere el ‘after’ del ‘after’ ya busca metanfetaminas porque el MDMA no te permite seguir tanto como estas sustancias”.

Testeos en el Freedom

Maria Inés nos cuenta que el apoyo de Sapiencia en Colombia le permitió aprender a usar reactivos químicos para testear sustancias, que son “más caros” y “más precisos” que los usados en Mar del Plata.

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“En Colombia hay mucha cultura de testeos en el ambiente electrónico”, destaca Maria Inés y explica que, cuando los expertos allí se enteraron de lo sucedido en Puerta 8, pidieron muestras para entender mejor la evolución regional del “corte” de sustancias.

Testeando en Colombia, Maria Inés encontró “falso Tusi o Nexus (2C-B), metadona, rivotril, MD y lo que sea”. Asimismo, testeó MDMA y cocaína. “Hasta ahora no testee cocaína en Colombia que no tenga Levamisol”, agrega.

Maria Inés estuvo testeando sustancias en el festival electrónico Freedom, junto a Yanina Silva Jaramillo, enfermera jefe, con más de 10 años de experiencia trabajando en reducción de riesgos y daños en el consumo de sustancia psicoactivas, cofundadora de la organización Échele Cabeza y especialista en drogas por vía inyectable y cocaínas fumables.

Yanina cuenta que a menudo atienden personas con los brazos gangrenados por el consumo de cocaína con Levamisol, un antiparasitario de uso veterinario. Considera que las intoxicaciones masivas suceden tras un error humano en el manejo de una sustancia adulterante.

Como prevención, aconseja políticas públicas y un sistema de alertas tempranas sobre los riesgos que conlleva el consumo de sustancias. Yanina es autora de publicaciones científicas sobre reducción de daños. Explica que analizan distintos tipos de sustancias como heroína, clorhidrato de cocaína y cocaínas fumables (que no son clorhidrato), LSD y éxtasis y, allí, encuentran butilona, catinonas, metanfetaminas, cocaína, cafeína y ketamina.

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Una cuestión de mercado (sin regular)

Yanina aclara que la segmentación del mercado de sustancias, por precio, calidad y estrato social es común en Colombia, país productor de cocaína y heroína. Afirma que aún cuando la heroína colombiana tiene alta pureza, también contiene adulterantes.

“Hay algunas heroínas que tenían cocaína, morfina pura y fentanilo”. A pesar del bajo costo, “el fentanilo está presente” como sustancia de “corte” para estirar el producto. En cuanto a la cocaína, afirma que a menudo las muestras tienen fenacetinas, levamisol y lidocaína, un anestésico local que adormece las mucosas emulando el efecto de la cocaína.

“En las cocaínas fumables, como el paco, encontramos sustancias químicas para la transformación de la pasta base (gasolina, ácido clorhídrico, ácido sulfúrico, cal). Es importante destacar que las cocinas son sucias y eso deriva en la contaminación de las sustancias”.

Consultadas sobre el futuro de la regulación de las sustancias con un enfoque de salud pública, las expertas consideran urgente la legalización de los testeos de sustancias. Es decir que, como mínimo, el estado permita la venta de reactivos para educar a la población en un uso responsable, adulto e informado.

De otro modo, las respuestas que busquen exclusivamente el cumplimiento de la ley penal sólo aumentarán la desinformación y el número de muertos.

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“La cantidad de gente que estuvo tomando catinonas en Mar del Plata este año, que van a tener secuelas, es enorme. Yo ya fui denunciada y estoy amenazada pero pienso seguir adelante con mi trabajo. La educación es una batalla cultural, para que se termine la intolerancia social, el estigma y los prejuicios”, concluyó Maria Inés.