'Las Drogas Son para Usarlas, No para que te Usen': Kidd Keo sobre Sustancias, la Trap Life y el Público Argentino
Kidd Keo, el trapero español nacido en Alicante, visitó el país por tercera vez en el marco de su tour “Bando Boys”. Al momento de esta entrevista, Keo acababa de tocar en Córdoba y Rosario. Luego siguieron dos shows incendiarios en Buenos Aires en el C Complejo Art Media.
Ya sea por el contenido de sus letras o por sus declaraciones públicas, Keo siempre está envuelto en alguna polémica: pero ni siquiera sus detractores pueden negar que es uno de los nombres más importantes y siempre vigentes del género.
Keo, quien vivió años en América del Norte, es reconocido por su fluidez al rapear entre el español y el inglés. Sus primeros temas virales, de producción absolutamente independiente, fueron “Relax” y “Okey”, de 2015 y 2016, respectivamente.
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Su estilo tan particular, que lo hizo destacar inmediatamente dentro de la escena española, se nutría del trap norteamericano y francés. Luego, en 2018, llegó “Dracukeo”, tal vez su tema más icónico y aquel que popularizó tal término.
Su último lanzamiento es “Hope”, un sad trap junto a Tale$ que -con un mes de existencia- ya junta 3 millones de reproducciones en YouTube.
La era de los Bando Boys
Kidd Keo suele dividir sus etapas artísticas o eras en conceptos, “movimientos” como él los llama, que reúnan a su público y lo conecten con él. “Los Bando Boys son los chicos del bando, los chicos y chicas de la calle. Es la nueva temática de Keo”, explica sobre el nombre del tour.
“Son movimientos como Justin Bieber tenía sus Believers. Pasa que yo no quiero tener Believers porque el fanático nunca puede ser el artista. Entonces que un artista haga su música centrada en él mismo… yo prefiero centrarme en un grupo de gente. Entonces sí, los chavales que vienen a mis shows son todos Bando Boys”. Así se llama también la marca de ropa que lanzó recientemente, con diseños suyos.
Es la primera vez que el rapero español visita el país desde 2019. “Me apetecía mucho porque tengo mucho público aquí y los chavales aquí son muy cañeros. Aquí, a diferencia de otros países hay mucha cultura trap, hay mucho trapero. Yo canté una canción que acababa de salir, que a lo mejor los chavales no se la sabían, pero hacían pogo igual”, cuenta contento.
Y aclara: “De todos los países que he ido este es el único que veo que se pongan a hacer pogo tanto chicos como chicas. Hasta la más linda está saltando en un círculo porque entiende de la cultura. Antaño, la linda decía ‘esto no es para mí’. Ahora la linda escucha tanto trap que tiene que estar ahí participando”.
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En España, cuenta, su público también es muy entregado pero los pogos son ilegales. Luego de algunas tragedias sucedidas, en su país está prohibido hacer pogo en los shows en vivo y no cumplir ésto significa gruesas multas.
‘Ser trapero no es bonito’
“La mitad de la gente no tiene ni idea de qué va esto”, dice, consultado sobre si el trap es un sonido, un estilo de vida o qué es.
“¿Qué es un bando?”, se pregunta, y se responde. “Es el término que se usa para describir una trap house, viene de casa a-bando-nada. Una casa abandonada en la que te metes y venden droga. Muchos niños dicen bando y no tienen ni idea. ¿Por qué le dicen trap house (casa trampa)? Porque tú estás adentro vendiendo crack y la policía ya sabe que estás adentro vendiendo crack. Es solo cuestión de tiempo que te encuentren, pero tú estás ahí para hacer dinero. Es una casa trampa porque desde afuera tu piensas que la gente está viviendo, porque tu ves a una persona entrar, quedarse dos días y salir, pero no, no están viviendo, se están drogando de heroína. Y no es que yo esté viviendo dentro: es que si tengo gente adentro drogándose no puedo salir”, explica.
Con esto, Kidd Keo no está diciendo que para hacer trap hay que estar encerrado días en una trap house, o que es condición necesaria drogarse. Sólo que le parece importante conocer las raíces y no vaciar el término de significado. “El trap originalmente no es un género musical. Pero a nadie le puedes negar escuchar o hacer la música que le guste. Y existe un género que proviene de una cultura que se debería de conocer”, dice, y agrega un guiño: “De la misma forma que yo no te voy a idolatrar a Messi y criticar a Maradona. Si quiero saber de fútbol tengo que conocer a los dos”.
“Esto solo pasa aquí porque es donde se juntan el arte con la calle. Nadie te cuestiona un cuadro. Yo no le puedo negar a nadie que haga música, seguramente haya mucha gente más de calle que yo. Yo sé los códigos y respeto. Cuando empecé a hacer trap no había tanto sonido, tocaba más respaldar lo que decías y de dónde venías, lo cual tampoco es necesariamente bueno, tener que demostrar que eres malo”, reflexiona.
“Mucha gente se mete porque está de moda y después se da cuenta que no le mola. Porque ser trapero no es bonito. Fijate, de la música hoy solo matan a los traperos. Es un género complicado”.
Un padre ausente que está preso, crecer rodeado de drogas, el joven Keo de Alicante vivió la cultura desde chico. Su madre, la persona que más ama en el mundo, pasaba mucho tiempo en la calle también. “Una guerrera”, dice Kidd Keo sobre ella. “Todos mis amigos son extranjeros, o están locos, y mi primo es un demonio”, se ríe.
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Keo, nacido Padua Keoma, fue un niño de personalidad muy fuerte que seguía su propia moda. Entró a un estudio con 12 años (hoy tiene 27) y su primera canción fue un trap con autotune. “Yo le dije al productor: “Descargate este tema y descargate este programa de autotune”, recuerda. Siempre supo que el trap era lo suyo: si bien es ecléctico, nunca se volcó a otro género.
“Es mucho más fácil hacer música comercial y alejarse de los problemas”, reflexiona. Pero a Keo le gusta el lío. “Yo decido pegarme cabezazos contra la pared porque yo soy así, mi madre era punky, ¿sabes?”, afirma. Pero también es en el fondo una persona tranquila y centrada y eso es lo que lo hace no perder el rumbo.
‘He probado las drogas y he analizado para qué me pueden servir’
Keo fuma cannabis a diario y sólo consume variedades índicas porque necesita algo que le baje las revoluciones y no al revés. Como buen español, lo fuma mezclado con tabaco. Prefiere mil veces las flores al hashish pero no se olvida de cuando no podía elegir.
“Yo ahora voy a las asociaciones y me pillo la variedad que quiero, pero cuando empecé era un chiquillo del barrio que tenía cinco euritos y había lo que había. Un día marihuana, otro día hachís”, recuerda.
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A veces, si sale de fiesta, no le hace asco a nada, pero eso no pasa muy seguido. “No soy bebedor, el estómago lo tengo delicado”, revela. “La única droga que consumo a diario es la marihuana y me la regulo mucho, por la garganta y porque sé cómo me afecta la cabeza”.
Supone que fuma tres o cuatro porros por día: uno en el desayuno, otros trabajando, uno al final del día.
“Mi madre, que es la mejor mujer del mundo y me ha dado una infancia súper feliz, me dio una educación de primera mano. Yo he probado las drogas y he analizado para qué me pueden servir. Entonces, yo ahora sé que la sativa no me sienta bien. Los ansiolíticos, el xanax, nunca los utilicé para drogarme. Los uso para dormir, si tengo un vuelo de 12 horas, por ejemplo. Para el amor está bien el éxtasis, pero si no estoy enamorado, no lo tomo. No utilizo esa droga de fiesta si no estoy con esa persona”.
“Nunca he sido muy abusón. Me lo enseñó mi madre desde pequeño: las drogas son para usarlas, no para que te usen”, cierra.
Fotos de cortesía.
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