Dibuja desde los 10 Años, Cautivó a Magic Kids y Ahora Tiene Su Propia Retrospectiva: El Camino de Magrio Animaciones

Antes de empezar a hacer cortos en Paint y Movie Maker, el pequeño Mario “Magrio” González dibujaba en Word, en una computadora 486, unos tipitos parecidos a unas raquetas. Con una técnica rudimentaria, lograba “animarlos” y, ahí, a la tierna edad de 10 años, sintió una emoción que recorrió cada célula de su cuerpo: quería eso para siempre.

Envalentonado, empezó a mandarle mails a los medios de comunicación con la siguiente frase: “Soy Mario y con tan solo ‘tantos años’ hago animaciones”. Y los medios, obviamente, compraban.

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“En ese momento todos eran muy atentos y efusivos con mi trabajo”, dice Magrio en exclusiva para El Planteo. Al toque, miembros de Magic Kids se coparon con su talento y lo invitaron al estudio del histórico canal de televisión para chicos. De hecho fue Chopper, miembro del programa Zona Virtual, quien realmente se interesó en su “trabajo”.

“Se notaba que más allá de ‘mirá qué lindo el nene, qué tierno’, le interesaba lo que estaba mostrando”.

Magrio, el Marciano

Más tarde, entre los 14 y 18 años, Magrio se despachó con algunas animaciones personales que interrumpió para laburar junto a Ayar B, responsable del clásico de culto Mercano, el Marciano y leyenda de la animación. Se cruzaron por la calle, intercambiaron mails y, al toque, Ayar lo llamó para colaborar en su película El Sol y en su webserie Chimiboga.

Ayar venía del mundo de la animación tradicional y Magrio creía que, al trabajar junto a él, debía “aprender a animar bien”. Sin embargo, lo primero que le pidió Ayar fue que le enseñara a “animar mal” en Flash. Así fue cómo surgió Chimiboga, uno de los productos más graciosos, deformes y fumones de toda la WWW.

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“Aprendí mucho de timing, de audio y de humor colaborando con él. Hay una cuestión importante en la animación humorística que es laburar mucho el audio para que sea gracioso. Si te reís sólo con eso como si fuera un radioteatro, no importa lo limitada que pueda ser la animación, ya sabés que va a funcionar”, explica.

Su máximo hit: Leguleyo

Por caso, Leguleyo se convirtió en su primer proyecto personal “de grande” y fue, según cuenta, “un viaje desgastante sobre el que armé los cimientos de mi vida adulta, no sólo profesional sino personal”.

Aquel proyecto lo acercó a nuevos amigos y, de alguna manera, lo ayudó a vivir de hacer “dibujos animados” de forma “100% freelance”.

De hecho, el éxito de Leguleyo excedió los caireles de YouTube y llegó hasta Team Loco, la mítica plataforma audiovisual que crearon los referentes del extinto Locomotion, el mejor y más arriesgado canal de animación de los últimos 30 años.

“¡Me llamó directamente Rodrigo Piza, el gerente general de Locomotion, el tipo que compró las series que me formaron y que dirigió doblajes de South Park y Evangelion!”, exclama Magrio.

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Y continúa: “Mi mejor recuerdo son las palabras de afecto sobre mi laburo por parte de él y, especialmente, haber tenido la chance de cruzármelo en una charla que dio en el Centro Cultural Matienzo. Tras esa charla nos fuimos a comer una bondiola en un barcito de la zona y nos quedamos hasta altas horas de la madrugada hablando de Locomotion. Contó de todo. Es de esas noches que no sabés si realmente sucedieron o no. Tengo testigos que corroboran que pasó”.

La comedia animada

Más acá, Magrio empezó a dibujar ciertas imágenes y situaciones que aparecían en Crónica TV, el canal que siempre está “firme junto al pueblo” y que comprime, también, un cosmos de bizarrismo.

 

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A la sazón, este proyecto partió de una serie de improvisaciones que mantuvo junto a JonaDibujos, uno de los animadores más interesantes de los últimos años (seguro viste algún video de los X-Men en plan conurbano, viejos y bucólicos; bueno, son de él). “Esos videos son una excusa para hacer pixelart, que siempre es divertido”.

Y entre sus últimas creaciones están las animaciones de “El Burro” y un “Magrio Caricaturizado”, un personaje que suele pasarla mal en su trabajo y que se indigna con todo.

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“Para mí, todo lo que hago es catarsis. La animación es una forma de quejarme de cosas para no salir a romper todo, así que me divierte hacer esas animaciones donde todo se va yendo a la mierda”.

Asimismo, también se destacó con el musical “Freelance” y con una animación sobre Rick and Morty en Argentina. “De lo último que hice, son las cosas más presentables”.

 

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Cosas de nerds, cosas de todos

Por estos días, está por estrenarse en la plataforma Flixxo la animación Tito Bilbao, el Relator de Fútbol Desempleado, de JonaDibujos, en la que trabajó como animador.

Además, está por lanzar una especie de narración interactiva con algo de aventura gráfica y minijuegos que tuvo el aval de Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad. Y, por último, para principios de 2023, publicará junto a Marcos Krivocapich una novela que escribieron juntos.

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Entretanto, Magrio formará parte del Festival Internacional de Cine de Animación Cartón, que programó una retrospectiva a propósito de sus 20 años como profesional y que ocurrirá en Buenos Aires entre el 6 y el 12 de noviembre de 2022.

“Siempre que voy al Cartón espero presenciar algo que en Internet uno no tiene: las risas de la gente. Una persona riéndose en vivo vale más que mil likes y cientos de comentarios como ‘XD’, ‘LOL’ y ‘jaja’”.

—De paso, ¿cómo ves la escena de la animación argentina?

—La animación ya es algo normal. Me doy cuenta porque nadie se sorprende ya cuando digo que vivo de eso. Todo el mundo tiene un pariente o amigo que anima. Llegamos finalmente al punto donde todos tienen acceso a las herramientas y no sólo los nerdos que teníamos una compu y mucho tiempo de soledad en la adolescencia. Eso impulsó a que aparezcan desde pibes de mi edad que empezaron a hacer cosas de grande (como JonaDibujos, Tripodibujitos y Noestoyexagerando) y pibes que no habían nacido cuando yo empecé a animar y que lo que hacen es increíbles (como Astrobort). Al haber más oferta y más acceso a programas y tutoriales, también hay mucha mejor calidad.