10 Preguntas que Siempre Quisiste Hacerle a una Autora de Mangas de Cosquillas en los Pies

Un bicho antropomórfico con fisionomía humana y rasgos animales maniata a otro. Lo reduce forzadamente. Algo pasó, algo pasará: la única certeza es que será castigado. Pero en las vueltas del destino y en los entresijos del goce, ese bicho antropomórfico recibe como castigo una ristra de delicadas cosquillas. Y, a pesar de resistirse, aún cuando su expresión corporal es de autoprotección, el bicho se retuerce: un poco de sufrimiento, otro poco de placer.

El sexo importa y se manifiesta de formas indómitas.

Las relaciones de sumisión y dominación (eu, parece un montón, pero chillax) suelen utilizar a las cosquillas como herramientas eróticas.

Y el tickling (ese cosquilleo en cuestión) se yergue dentro del cosmos BDSM con el objetivo de provocar diversas reacciones que ululan entre el placer, la sensualidad y la confusión. Para profundizar el tema vale la pena revisar el documental Tickled (2016), dirigido por el periodista neozelandés David Ferrier (el de la imprescindible serie Dark Tourist), sobre el lado oscuro de las cosquillas.

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Por caso, existen mangas de tickling dedicados a explorar ese universo fetichista. Uno de ellos, posiblemente de los más populares, es el norteamericano Tammi, The Tickle Witch (en castizo, algo así como Tammi, la Brujita de las Cosquillas) dibujado por la ilustradora argentina Mako Fufu.

A la sazón, Mako Fufu, conocida por ser la primera autora de hentai nacional con Petite Maison, llevó adelante el manga de Tammi, The Tickle Witch, en el que diversos personajes antropomórficos se hacen cosquillas, siempre con ropa y, según la autora, “nunca pasa más que eso”.

Dice: “Es un trabajo que obtuve gracias a mi agente, que me consiguió una prueba en 2010 y quedé. Bastante inesperado el tópico, ¿no?”

Vuelan las plumas, la piel se estruja, las terminaciones nerviosas de las plantas del pie reciben una información entre chancha y naif. ¿Qué corno pasa cuando todo eso pasa? A continuación…

10 preguntas que siempre quisiste hacerle a una autora de mangas de cosquillas en los pies

—¿Qué tienen de “especial” las cosquillas en los pies?

—Y… no es algo que se vea o de lo que se hable todos los días, pero todos las experimentamos. A mí, las cosquillas en los pies me llevan a una experiencia más de la infancia. Hay algo de juego, de un momento de la vida de descubrir las sensaciones del cuerpo. Me imagino que va por ese lado y, eventualmente, para algunos, se vuelve un fetiche. ¡Hay público para todo!

—¿A vos te gustan las cosquillas en los pies?

—Yo no tengo cosquillas en los pies. O es muy raro que las tenga.

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—¿Cómo es el público que lee mangas fetichistas de cosquillas en los pies?

—No tuve mucho contacto directo con los lectores, porque los mangas se venden a través de la editorial. Pero algunos me encontraron por mis redes y la verdad que siempre fueron súper buena onda. Me dijeron que les gustaban las ilustraciones y algunos hasta hicieron fan arts. No me resultaron diferentes del público que me sigue por mis ilustraciones “normales”.

—¿Cómo es el proceso hasta descubrir el fetiche de cosquillas en los pies?

—¿Cómo llega la gente a eso? Uh, la verdad que no lo sé. A mí, este mundo me llegó por casualidad, pero me imagino que los fanáticos habrán googleado. Y, bueno, Internet te junta con “tu tribu”.

—¿Las cosquillas en los pies son necesariamente algo sexual?

—Para mí, no. De hecho, las historias que a mí me tocaron ilustrar nunca escalan a lo sexual. ¿Sensual? Sí, obvio. ¿Capítulo de fan service de cosquillas en la playa? ¡Más bien! Creo que es un poco como el ASMR: podés disfrutar lo que te provoca y a algunos les tirará a lo sexual pero, a otros, no. Por eso hay ambos tipos mangas.

—¿Cuál es el límite de dibujar cosquillas en los pies? ¿Hay algo que esté prohibido en los mangas de cosquillas en los pies?

—No conozco nada que esté específicamente mal visto, ni nunca me dijeron “no dibujes tal cosa”. Como ilustradora, siempre seguí los guiones y me guie por las descripciones que me daban, así que no me sumergí mucho más en el mundillo. Pero capaz que hay, no lo sé.

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—¿Las cosquillas en los pies de estos mangas se hacen con las manos o con otras partes del cuerpo u otros instrumentos?

—En general se hacen con las manos y ¡¡¡muchas!!! plumas. Depende de cómo venga la historia, pero capaz se usa un pincel o algún otro elemento que responda a la temática del capítulo. Siempre son cosas muy suaves. Hay muchas situaciones medio bondage, en las que los personajes están inmovilizados de alguna manera y “sufren” de esta tortura por parte de sus enemigos. Creo que hay algo medio loco en el tema de pensarlo como una tortura que es de por sí inofensiva y a la que el otro reacciona con risas incontenibles.

—Con honestidad: ¿te sentís “rara” haciendo estos mangas? ¿En algún momento flasheaste con ‘qué estoy haciendo’?

—Cuando arranqué me parecía raro, pero enseguida te acostumbrás, como todo. Igual, yo nunca tuve un perfil de persona muy normal. “Rara” es la palabra que mejor me define, si se quiere. Pero sí me resultaba difícil de explicar cuando hablaba de “en qué estaba trabajando”. Decía: “Es un manga de fetiche de cosquillas en los pies. No, no es porno. Son brujas con magia de cosquillas. Preferiblemente en los pies. No, no tengo ningún problema con el porno, pero no es. A veces las atan. Pero… ¡te digo que no es porno!”

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—¿Le tenés pudor a quedar encasillada como una artista que hace mangas fetichistas de cosquillas en los pies?

—Nah, porque es solamente una de las muchas cosas en las que trabajé. Si se volviera algo mainstream, que fuera a explotar en todos lados y la gente se enterara de mi existencia por este manga, podría pasar a ser “Mako, la de los mangas de fetiches en los pies”. Creo que no me molestaría. Si pasa, les cuento.

—¿Se hace mucho dinero dibujando pies?

—Se hace dinero decente. Igual hay que considerar que es bastante trabajo, porque son diseño de personajes, bocetos, lápiz, tinta, color, letrado, onomatopeyas, tapa y más. No te vas a llenar de plata, pero tampoco está mal.

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