'Miss Representation': Mujeres Porreras en Cine y TV
El cine y la televisión mainstream nos deben más mujeres porreras. Y cuando hablamos de “mujeres porreras” significa eso: mujeres que fuman marihuana como las de carne y hueso. Ni mujeres arruinadas por la droga ni indefensas criaturitas que aceptan temerosas su primera seca.
Quedan afuera de este recuento aquellas épicas epopeyas de narcotráfico, crimen y posterior redención, como pueden ser la película El Jardín de la Alegría o la serie Weeds. Este artículo enaltece a esos personajes femeninos que fuman como fumamos las mujeres: igual que los hombres. Con avidez, porque nos gusta y como parte de nuestra vida cotidiana.
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Sin duda, en el mundo independiente deben haber miles de personajes femeninos que fuman porro caracterizados de un modo multidimensional y realista, seguramente muchísimo más complejos y diversos que los aquí seleccionados. Pero ésta es una lista caprichosa y cuasi biográfica basada en mi historia personal como consumidora de cultura de masas. De hecho, están ordenadas por aparición en mi vida.
Éste es el grupo selecto de mujeres que consumieron marihuana en series y películas de alta circulación con las que crecí. Películas que llegaron a mí sin necesidad de hacer un research específico, y que me demostraron que las mujeres que fuman porro existen y son gente común. Sí, por más interesantes, graciosas y empoderadas que sean, son gente común.
Sex and the City
Si bien no es una serie marihuanera, el reconocimiento lo merece: los dos episodios en donde las chicas fuman significaron mucho para mí, y supongo que también para muchas chicas de mi generación (infancia en los ’90s, adolescencia en los ’00s). ¿Qué significaron? Ni más ni menos, el ver por primera vez en televisión a una mujer adulta absolutamente fabulosa fumando porro.
Si bien en ningún momento se da a entender que ellas sean fumadoras asiduas, cuando el porro aparece, lo hace con naturalidad, sin juicios morales y sin ser “un peligro”. Cosa que, para la época y el target de la serie, no es poco. La relación de las cuatro con la marihuana es parecida a la de muchísimas señoras más o menos progresistas de esa generación: les gusta, le tienen un poco de respeto, y las pocas veces que fuman quedan muy colocadas y la pasan genial.
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En Sex and The City hay dos escenas con porro famosas:
La primera pertenece a la tercera temporada (año 2000), donde Carrie fuma con Wade, su chico de turno (uno de los intrascendentes), un eterno adolescente que todavía vive con sus padres.
Es tal vez una de las escenas más memorablemente resueltas de toda la serie. Carrie pasa un fin de semana a pura marihuana y vagancia, y cuando los padres de su chico vuelven a casa, éste la responsabiliza a ella. Carrie, entre re loca, indignada y perpleja, toma una postura maestra: sí, el porro es mío y así como lo traje me lo llevo. Acto seguido la vemos fumando con las pibas.
Quedarse con el porro también es un acto profundamente simbólico de empoderamiento que va al hueso de esta nota. Sí, el porro es para mujeres independientes y no para grandulones vagos que no saben qué hacer con su vida.
La segunda es de la última temporada, cuando Carrie está deprimida porque su novio la dejó a través de un post-it. Samantha le convida un porro que fuman en la calle y por el cual casi van presas. Sí, safan porque son mujeres, blancas y espléndidas, además de que apelan a la lástima. Pero no deja de ser una gran escena.
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Jackie Brown (1997)
A principios de este milenio, todx adolescente que quisiera poder declararse “cinéfilx” tenía que, obligatoriamente, ver todas las películas de Tarantino hasta el momento. Tarantino no será el primer feminista, pero esas eran películas fantásticas.
Jackie Brown, la más perfil bajo (¡oh casualidad! ¿por qué será?) de su célebre trilogía noventosa, estaba centrada en, y sostenida por, unos personajes femeninos bien interesantes.
Más allá de la mismísima Jackie Brown, vamos a centrarnos en el personaje de Melanie, quien pareciera encarnar (más de una década antes de la legalización) el modelo de la chica californiana fumona.
Rubia, bronceada e híper relajada, Melanie es la novia de un millonario traficante, en cuya beach house en baja California, se pasa los días fumando porro. Todo a su alrededor es peligro y crimen, y es ella la que fuma sin parar; no los delincuentes de los que vive rodeada. Dentro de los estereotipos del cine, Melanie es como cualquier fumón de género masculino.
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De ella es tal vez la mejor quote marihuanera pronunciada por una mujer en el cine de todos los tiempos, frase que existe para volar cabezas de adolescentes de 1997 a la eternidad. Cuando su novio le dice que fumar tanta marihuana va a acabar con sus ambiciones, ella responde “No si tus ambiciones son fumar porro y mirar TV”.
Broad City (2014 – 2019)
La más fumona, divertida y relatable de las series de un formato ya probadísimo: capítulos de 20 minutos sobre amigas en sus veintilargos viviendo en Nueva York.
Broad City es uno de los mejores shows que existen para mirar re locx. Y en las aventuras de esta dupla de chicas, el cannabis aparece como un hábito cotidiano. Es imposible elegir una sola escena de porro entre tantas y tan geniales.
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El dúo protagónico de Broad City -las enormes Abbi Jacobson e Ilana Glazer– hizo mucho por el derecho de nosotras, las mujeres, a ser graciosas, ridículas, awkard, y seguir siendo adorables. También brindó un relato realista y tierno de lo que suele ser la marihuana para las consumidoras que rodean los 30: un condimento más de la vida, un momento de desconexión, algo que se comparte con amigas para tener charlas interesantes o simplemente no parar de reír por un rato. Ni glamoroso ni grandilocuente: ellas fuman mucha tuca, tienen que lidiar con dealers, y también hay reclamos sobre quién se ocupa siempre de conseguir. Como la vida misma.
Tiene el humor fumón más preciso y refinado que haya visto ejecutado por mujeres. Se nota que sus protagonistas son también las creadoras y saben muy bien de lo que hablan.
Sin solemnidad y sin querer dejar ninguna moraleja, el porro en Broad City es protagonista de muchísimas escenas memorables donde se rompen varios tabúes, como por ejemplo, el porro en familia. Esto quedo inmortalizado en una increíble escena (gif en intro) en donde las chicas viajan a Florida y, entre otras cosas se fuman un porro con la mamá y la tía de Ilana, dos señoras judías paquetas. Una escena genial y llena de guiños, ya que está filmada al modo That´s 70 show, y Fran Drescher, quién hace de tía, es un guiño en sí misma.
Smiley Face (2007)
No será la mejor película de Gregg Araki, director-insignia del cine Queer de principios de los 90s. Sin duda es de las más mainstream y superficial de su catálogo, pero su visión característica de “fuck gender roles” se mantiene bien viva en esta comedia.
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En el film, una joven actriz principiante llamada Jane (interpretada por Anna Faris) tiene un día absolutamente psicodélico, entre gracioso y terrorífico, luego de comerse una bandeja de cupcakes cannábicos por accidente.
Smiley Face es hiperbólica y no muy realista, pero da una vuelta de tuerca al agotadísimo (y muchas veces moralizante) relato de “día de locos luego de drogarse por accidente”. Esto es gracias que quien se droga es una marihuanera fanática, que sabe drogarse, y que está preparada para afrontar todo lo que conlleva semejante intoxicación accidental. Y tiene de las mejores y más fieles escenas sobre estar colocada en público.
Podría estar protagonizada por Seth Rogen tranquilamente, pero está protagonizada por una rubia parecida a una joven Britney Spears. El rol de John Krasinski también es el que suele ocupar “la chica” de la película: un raro sin ningún tipo de carisma que está enamorado de la protagonista y que la ayuda a como de lugar, aunque ella sea un desastre. Una auténtica comedia absurda de fumonas, ni más ni menos.
Atlanta (2016)
Salvando las distancias, Van somos todas.
Está bien, hay problemáticas en su vida que yo desde mi lugar no puedo siquiera concebir, siendo ella una joven madre afroamericana de la clase trabajadora. Pero Van, encarnada por Zazie Beetz, es un personaje con el que es imposible no identificarse, siempre cansada, con un ácido sentido del humor, la mecha cortísima y una curiosa disposición a que todo le salga mal. Y por supuesto, luchona, independiente y completamente querible. Como lo hacen la mayoría de los personajes en esta grandiosa comedia agridulce, Van fuma porro, pero sólo a veces.
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Hay un episodio en el cual, fumando, retrata el profundo problema de la inequidad ante la ley de los sectores menos privilegiados. Van fuma junto a una amiga de la adolescencia, también afroamericana, pero millonaria, influencer y (sorpresa) lacia. Ella encarna ese camino que Van casualmente no tomó (porque casi nadie pudo) para su vida.
La inequidad se hace notar: ella no puede fumar como su amiga porque no tiene los mismos privilegios, habiéndose olvidado de que al día siguiente tiene que hacerse un test de drogas para conseguir un trabajo en una escuela. Lo que siguen son los mil artilugios tragicómicos que tiene que hacer para intentar pasar ese test, finalmente sin éxito.
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Van nos recuerda que no importa lo bella, simpática, abierta e inteligente que seas. Ser una chica que fuma porro es difícil, pero ser una chica negra y pobre que fuma porro lo es muchísimo más.
Foto: Juliana Stein
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