Ambigüedad Sexy y Espíritu 420: Cómo la Creatividad Psicodélica Convirtió a The Ann Wagners en el Último Grito de la Moda
No pasó tanto tiempo desde que Kosiuko impuso los pupos, desde que AY Not Dead se presentó en sociedad en pleno Palermo con una choripaneada en la vereda, desde que Martín Churba lució en el Buenos Aires Fashion Week una colección inspirada en porno animé. Cada quién, su lucha; cada uno, su propia personalidad.
Desde ese tiempo a esa parte, las marcas de moda venían navegando una especie de espíritu amalgamado: visitar un local de cualquier shopping es visitar todos los locales de todos los shoppings.
Entonces, si el espejo en el que se reflejan las marcas que ven en los fashion icons –entre Emilia Mernes y los links Y2K– una especie de salvataje homogéneo, la necesidad de una exploración en lo profundo de las cabecitas parece ser la única salvación.
En ese gesto, que tiene lo que había ahí, en el biri biri del primer párrafo, The Ann Wagners propone una búsqueda auténtica basada en el lore 420, la noche de Buenos Aires, la cybercultura y las raves berlinesas de los 2000.
“Nuestra marca apunta a lo ‘montado’, a la salida, a la joda”, dispara Flavia López Foco, mastermind creativa de The Ann Wagners, la marca de ropa con nombre de banda de rock psicodélico australiano bien puntuada por Pitchfork.
Moda, ambigüedad y homenaje a Prince
Y entre sus prendas loquísimas –esas que escandalizan a mapapis de zona norte-, un universo de hipervínculos al cosmos cannábico. “Para nosotros, meterlo en la marca es una forma de visibilizar el consumo de marihuana. Ser fumón es una forma de ser”, declara López Foco como deberían declarar los rockstar cosecha 2024 y, sin embargo, andan perdidos entre los chiches algorítmicos y el cuidado ascético de no ofender a nadie jamás.
Por caso, su última colección, Sex-Stars, que le rinde pleitesía a la tapa de Playboy de Prince en 1984, coquetea con la ambigüedad y la provocación. Y en el repaso por los nombres de las prendas, referencias 100% cannábicas: Skunk, Criticall, Thunder, Cheese, Gushers, etcétera.
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“No es algo que googleamos de Internet y ni idea. Esa data la nerdeamos nosotros”, explica Flavia con la (verde, verdísima) bendición del laboratorio de cultivo legal WePlant.
Y su lucha, también, no es sólo sacar a la marihuana del clóset, sino también despojarla del “aura varonil”: “¡Dejémonos de joder!”, escupe.
Psicodelia juvenil
La suya es una marca de mujer, que conjura energía psicodélica sin tapujos y que se posiciona para un target juvenil de entre 20 y 30 años. Y en sus estampas, metachistes bajoneros, manzanitas que invitan a quemar uno, chalas finísimamente bordeadas. “Develamos el uso de la marihuana y lo dejamos al alcance de la mano”, explica Flavia. “Lo estamos visibilizando”, sigue.
Inicialmente, el proyecto tenía otro nombre, otro flash, otro mambo. Flavia López Foco y Martina Brucco, las dos mujeres detrás de Ann Wagners, se conocieron trabajando. “¿Dónde hicimos match? En la música”, dice Flavia. De Audio Bullys a Chapa & Castelo.
A la sazón, Martina se yergue como una clubber empedernida y conoce, literalmente, a toda la escena electrónica, fashionista y nocturna de la ciudad. Eso les dio un plus: catalizaron de primera mano lo que querían ofrecer con sus prendas. “La mayoría de mis amigos son DJs”, cuenta la joven Brucco.
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Ann Wagners: un nombre con mística y estilo noventero
Entretanto, vale la pena develar un misterio: Ann Wagners no quiere decir “nada”. O no hay nada con ese nombre que exista desde antes. Su creación anida en la creatividad: es, digamos, un nombre inventado.
“Buscábamos un nombre que pueda estar en el bombo de una batería. Que tenga una estética de los ’90 norteamericanos, que no remita tanto a lo europeo”, asegura Flavia. Y ambas le rinden pleitesía a Priscilla Presley, a la que reconocen como “una pionera” y, con ese envión, despejan a Lana del Rey, su heredera natural, evidenciándola como “una fotocopia de Priscilla”.
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¿Priscilla es su referente espiritual? Bueno, puede ser: su apellido de soltera era Wagner. Las coincidencias no existen. Y ese agujero de sentido provoca una mística. De hecho, las chicas que ululan en sus locales y percheros, se preguntan “¿quién carajos es Ann Wagner?”
“¿Cómo se dice?” “¿De dónde son?”
Como vos quieras. De acá, de Argentina.
“Nosotras le decimos ‘The Ann’”, desliza Martina.
Sastrería con actitud
Y de cualquier carita de mamá refunfuñada, el reverso exacto hacia la admiración cuando tocan y advierten las cualidades de su sastrería: “¿Es ropa de trola? Parece, puede ser, pero es algo bien cuidado, masculino, ahí está nuestro mix & match. Tenemos algo dual y eso nos hace ser diferentes a las marcas de ahora”, revuelve Flavia.
Mientras tanto, las cartas del mercado se posan una encima de otra convirtiéndose en una baraja netamente fashionista, The Ann Wagners juega su juego. Allí, sobre la mesa de trabajo se posa un libro sobre street fashion de Harakuju, cuna del arte callejero y la moda japonesa.
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“Las marcas están jugando un baile de disfraces y nosotras tenemos nuestro propio baile”, se ensancha López Foco delimitando su propio minué mientras le chista a Chardonnay y Soda, los ruidosos perritos de la dupla.
A la conquista de nuevos territorios
Por estos días, The Ann Wagners tiene para colgarse unas cuantas cucardas, porque ya vistieron a íconos nacionales como Nicky Nicole, María Becerra y Tini. Y a todas las influencers que hacen babear a las lupitas de Instagram.
Ojo, también es usual cruzarse en alguna fiestita electrónica con un tendal de tangas con su nombre terminando provocativamente los underwares. “Esos elásticos remiten al logo de Coca Cola, nos llevan a algo sixtie”, sugiere Flavia.
En breve, The Ann, que comenzó en una computadora en plena pandemia y en minutos nada más tendrá su propio local en Palermo, está por abrir uno en… ¡Costanera! ¿¡Cómo!? “Sí, vamos a abrir en un estacionamiento”, cuenta Martina, con una mueca sonriente, consciente de su desparpajo.
“Sumar propuestas de indumentaria donde no hay puede ser un plan: frente a un boliche y al lado de un restaurante”, agita Flavia.
Dos datos: la tienda de Palermo abrirá oficialmente al público después de la primera quincena de julio, y la de Costanera, en septiembre. “Vamos por todo”, golpea en seco López Foco. “All in!”, cierra Brucco. Con esta irreverencia comenzaron los grandes. El grito (de la moda) ya surcó el cielo.
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