Ven Películas Bajo los Efectos de unas ‘Galletas Mágicas’ y el Nombre de su Programa es Impublicable
Desde quién sabe hace cuánto, el sencillísimo acto de ver productos audiovisuales acompasados por algún psicoactivo se convirtió en un must del cotidiano. Ya no extraña, sorprende ni enoja que la recomendación de algún amigo o conocido está sumida en qué tan colocado haya estado cuando la vio.
Ver cine acolchonado de finas hierbas ya es parte de nuestro día a día.
Pero, aún con concesiones, no todos saben de cine, ni todos se vuelven graciosos simplemente por mandarle mecha. Los que sí saben de cine y sí son graciosos son los Videoronga, protagonistas de un programa mensual de YouTube cuyo nombre es tan anti-intuitivo, tan ordinario y tan maravilloso que no queda otra que bancarlo con todas las fuerzas.
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Videoronga es la excusa cinéfila de los uruguayos Alan Futterweit Paz y Joaquín Costa para ver películas bajo los efectos de unas “galletas mágicas” y tratar de hacer sinapsis de ideas en lo que, posiblemente, sean las recomendaciones y opiniones más deformes que hayan visto en sus vidas.
Un nombre pegajoso
“Las películas que vemos son una poronga y filmamos las opiniones en el videoclub de mi casa. Si sumamos da ‘Videoronga’. En realidad, el nombre no lo pensamos mucho. Es un nombre que surgió y listo. Nos hizo gracia y es pegajoso. Eso es lo único que importa”, desestresa Futterweit Paz.
Por caso, el singular logo es una creación del talentosísimo ilustrador argentino Julián Mono (dato: que tuvimos en #Planteorama con la tira “La re pandilla del Pibe Bazooka”) y es una inspiración tóxica y peneana del logo de Videomatch y el de Beavis and Butt-Head.
“Elegimos ese, pero estaban todos increíbles. Había mínimo cuatro más que queríamos también. Quizás en un futuro se vean otros”, devela Costa.
Asimismo, cuentan con un tema musical creación del argentino Franco Dolzzani, productor musical y bajista del súper rapero nacional Dillom.
Tienen la nota
Aunque renieguen del mote, la dupla de Alan y Joaquín está compuesta por, lo que se dice, “gente de cine”.
—“Qué asco” –se desliga Joaquín, aunque sabe que es verdad.
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—“Bueno, es así: yo actué en varias películas y se puede decir que soy actor. Aunque Google dice que soy ‘comediante’. Además, produzco y hago contenido para redes. Joaquín actuó en alguna cosa y fue, durante muchos años, editor de televisión y de varias películas. En este caso, soy sólo yo el que edita sin parar en modo esclavo. Joaquín únicamente pone la guita” –describe y bromea Alan.
—“Juntos tenemos una especie de productora de ‘películas chotas’ que se llama PRYSA, junto a nuestro amigo Manuel Facal, que es bruto guionista y director de director de todas las películas de PRYSA. Es súper talentoso” –sigue Joaquín.
—“Naturalmente, no forma parte de Videoronga” –aclara Alan.
—“Si no, no sería una ‘poronga’” – remata Alan.
Está bien, está bien: se entiende el punto de los muchachos.
La psicoactividad como herramienta
En Videoronga se comparte un espíritu adultescente (¿inocente?) y lúdico del cine. Y, aquí, la psicoactividad se convierte en una herramienta. En “un filtro”, dicen, para hacer de la “experiencia de ir a ver estas películas de mierda sea lo más disfrutable posible”.
Ambos asumen que esa psicoactividad cinéfaga es “una hermandad necesaria”.
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Y el chiche 420 de las Willy Wuups, unas galletas conocidas en Montevideo por su “pegue garantizado”, convierte cada episodio en una aventura sin red. “Es más fácil reírse de todo y generar anécdotas”, tira Alan. Y se suma Joaquín: “A veces aportan mal viaje”.
La dupla tiene caladas a las Willy Wuups y saben de sus distintos niveles de intensidad (“Son re fáciles de manejar”) y, sin embargo, a veces todo puede írseles de las manos. “No importa: más anécdotas”, se la juega Alan.
Videoronga: un videoclub gamberro
Los capítulos de Videoronga salen grabados de un depósito atiborrado de cintas casposas en VHS, pósters de todo tipo de exquisiteces clase B (Dios bendiga a Plaga Zombie) y un tendal de DVDs y delicatesen nerdas. Ese videoclub es, también, el lugar favorito en el mundo de Alan.
“Literal, en ese cuarto está todo lo que amo”, cuenta Futterweit Paz. “Cada vez que voy tengo miedo de agarrarme parásitos”, retruca Costa.
No obstante, amén de los chascarrillos, esa colección de VHSs y DVDs es la envidia de los fetichistas de los objetos. “Son películas que fui acumulando durante todos esos años donde empezaron a morir los videoclubes”, confiesa Alan.
Películas que son una shit
En su primer episodio hicieron un recap de Cocaine Bear, Mario y Evil Dead Rise. Y el análisis central anidó en La Sirenita, el remake live action del clásico de Disney. De sólo pensar en esos dos comentando aspectos técnicos de La Sirenita, la tentación por suscribirse al canal es instantánea.
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A la sazón, el segundo capítulo será sobre “Barbienheimer”, la insólita combinación taquillera de Barbie y Oppenheimer. “Seguro viene con alguna sorpresa”, avisa Alan.
“Es que siempre apuntamos a que sean películas ‘medio de mierda’. No es tan divertido hacer chistes sobre películas que nos encantan”, suma Joaquín.
¿Y qué otras cosas planean hacer? “Ser millonarios gracias a esto. Vas a poder decir que fuiste el primero en entrevistarnos”, sueñan a coro.
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