Una Galería de Arte Ambientalista de Buenos Aires Expone Obras Verdes: El Cannabis como Mensaje y la Reivindicación de la Naturaleza

Elementos vivos, ruralidad, flora y fauna. Durante los años 90, el mundo del arte consideraba como “inferior” al paisajismo. Y fue justamente esa mirada la que puso a la artista visual Maggie De Koenigsberg a tirarse de cabeza sobre esa noción. A ir, como el salmón, contra la corriente: se hizo una con el paisajismo.

Al mismo tiempo, unas décadas antes, el artista Duilio Pierri creaba una serie que tenía como protagonistas a unos grandes insectos que se rebelaban contra los humanos. Era Estados Unidos, eran los post 70: las pesadillas políticas argentinas lo llevaron a rajar pero, también, a gestar una obra que, en ese entonces, fue interpretada como “arte ecológico”.

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“La naturaleza siempre se resignifica. Hay que estar ahí con la naturaleza. En mis imágenes no hay personas, es todo naturaleza. Se está yendo todo a la mierda”, resume De Koenigsberg.

Juntos, De Koenigsberg y Pierri, están preparando Fusión, una muestra que llevarán adelante en Natural Bio Art Gallery, una galería de arte emplazada en el barrio de Retiro, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con serias intenciones verdes.

 

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Vuelta a las raíces

Los temas se reciclan, se reintelectualizan. Y si los grandes artistas contemporáneos quisieron destruir al paisajismo, ahí están De Koenigsberg y Pierri en otra sintonía: trabajando con “lo desprestigiado”.

“Por NAT, mi galería, pasan artistas que son naturalistas, ecologista y activistas. Me interesa rescatar lo ortodoxo de la pintura, que hablen el trazo y la materia. Quiero que el pintor pueda decir, no sólo mostrar”, asegura Patricia González, responsable de Natural Bio Art Gallery.

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Entretanto, De Koenigsberg y Pierri trabajan con productos orgánicos y se conectan con lo “místico” de la naturaleza. “Nos eleva y es algo que con la computadora no nos pasa. Tenemos que recuperar el paisaje”, insiste Maggie. “A la larga, lo que gana es la naturaleza. Está en peligro el ser humano”, resume.

La data

Después de pasar por París y por Nueva York, Pierri volvió a lo atávico, a su origen “mitad veneciano y mitad calchaquí”. Y pasó de hacer unos mosquitos gigantes que emplazó en Brooklyn a, digamos, una etapa más neoclásica, llena de mitos griegos. Pero, de golpe, ¡pum!, otra vez, ahí estaban los bosques, la naturaleza. “Uno pinta lo que ve”, dice.

“Él es como 9 pintores juntos”, suma Maggie.

“¿Qué tiene de malo tener muchas personalidades? Lo dice (Robert Louis) Stevenson en Doctor Jekyll y Mr. Hyde”, responde Duilio.

Así las cosas, este matrimonio icónico de la pintura argentina contemporánea formará parte de NAT durante abril, mayo y junio.

Arte cannábico

Al mismo tiempo, la actividad de esta “galería naturalista” sigue buscando nuevos rumbos y ya está planeando sus próximas muestras. Y entre los artistas que formarán parte en el futuro cercano está Fernando Brizuela, el responsable de la primera muestra de arte cannábico de Buenos Aires.

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“Esos monstruos que hice representan al cuco que la sociedad tiene con las drogas en general y con la marihuana en particular. El paradigma está cambiando, pero la figura funciona. Hay todavía quienes ven a la marihuana como un flagelo, como algo asociado a la degradación personal”, cuenta Brizuela.

Y sigue: “Para quienes creen en el flagelo de las drogas, creen en el monstruo como tal. Y para quienes fuman, ven la ironía en ese monstruo, advierten el chiste”.

Las contradicciones de la planta

El monstro que no dejan salir es la muestra que puso a Brizuela en la discusión pública y de los grandes medios. Sin embargo, su vínculo con la naturaleza viene de tiempo atrás, cuando empezó a pintar animales muertos. “Generaba una cuestión revulsiva”.

 

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Después, trabajó sobre paisajes como el conflicto de Medio Oriente, las Islas Malvinas y la Franja de Gaza. “Paisajes fascinantes que, cuando los ves mejor, hay algo que genera un rechazo, se les ve el conflicto, ese algo que no está bueno”, completa.

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En la actualidad, Brizuela está haciendo monstruos de dos metros de alto y sigue profundizando sus estudios botánicos de la planta de marihuana. “La planta genera una contradicción entre la forma y el motivo. Es una planta tan convencional que, salvo que cultives, no la reconocés”, desliza.

Su hermano fallecido fue quien lo inició en el mundo 420 y él, casi como tributándolo, se metió de lleno en la exploración. “Fue algo heredado y sentí que era algo muy mío”, describe.

Un nuevo mercado para el arte ambientalista

Y con esta vuelta de los artistas contemporáneos a la naturaleza, NAT aprovecha ese envión y configura muestras ad hoc. En boca de González: “La galería sólo tiene artistas ambientalistas y ecologistas. Sé que es muy extremo y muy fundamentalista. Todos los artistas que pasan por acá viven como son y como son, hacen”.

En esa sintonía, la galerista está diseñando una nueva ruta artística en aras de generar “un nuevo mercado del arte ambientalista”.

Por eso, también ya se agenció la presencia de Brizuela, quien formará parte de NAT durante el segundo semestre de 2023.

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