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Cultura

¿Quiénes Son Esas Chicas? Seis Mujeres que Trabajan Desde Adentro la Industria de la Música Urbana

Por Lola Sasturain

¿Quiénes Son Esas Chicas? Seis Mujeres que Trabajan Desde Adentro la Industria de la Música Urbana

✍ 1 May, 2022 - 13:22

Lxs artistas de la escena urbana, su obra y sus identidades son sólo la punta del iceberg de una industria gigantesca que mueve cifras exorbitantes y en la que trabajan millares de personas. 

Para que un single llegue a rotar, para que la identidad visual de unx artista funcione, para que los medios de comunicación se enteren y para que un festival se pueda llevar a cabo, hay muchísimas personas trabajando sin cesar en roles específicos. Y se habla mucho de la presencia femenina en escenarios, frente a la cámara y en roles visibles, pero no tanto de aquellas que, desde las sombras, hacen que la rueda gire. 

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¿Quiénes son esas mujeres que hacen posibles las fechas, los eventos, las canciones, los videoclips de la nueva generación de artistes urbanxs? ¿Cómo trabajan dentro de una industria tradicionalmente masculina? ¿Cómo fue abrirse camino? ¿Se siente la diferencia con la creciente presencia femenina en los equipos?  Desde managers a coreógrafas, desde profesiones tan feminizadas como el estilismo a algunas tan masculinizadas como el sonido en vivo, algunas de estas protagonistas invisibles nos dan su opinión y nos cuentan su historia.

María Josefina ‘Majo’ Lakatos: manager y productora

María Josefina “Majo” Lakatos es manager y productora ejecutiva de artistas. Hoy trabaja de manera fija junto a La Queen, Luigi Navarro y La Joaqui, siendo esta última su relación profesional más larga y junto a quien creció en el oficio.

Majo comenzó su carrera trabajando como booker en una agencia de modelos. “Me encantaba trabajar con las chicas pero había cuestiones del mundo del modelaje que no me terminaban de cerrar”, dice. Siempre le gustó la música y tuvo interés por generar cultura: sus primeros pasos manejando músiques fueron junto a Stated, una banda de pop punk. 

Lakatos tuvo un rol activo (y por supuesto invisible) en la explosión del trap en el país. Conocer a La Joaqui poco más de un lustro atrás la incentivó a querer instalar el género: había estudiado los números que manejaban los chicos de afuera en YouTube y redes y entendió que era algo realmente grande. 

Nadie creía que fuera a prender. Me juntaba con gente de sellos, les contaba sobre el trap y todos me decían ‘Eso acá nunca va a funcionar, solo funciona la cumbia y el rock and roll’”, cuenta con la sonrisa en la cara de alguien a quien el tiempo le dio la razón. “Ni Duki había aparecido todavía en ese momento”, recuerda.

Juntas fueron pioneras de varias modas: “Lo que ahora le dicen el RKT lo hicimos cinco años antes, y le habíamos puesto trop: era la mezcla entre el trap y lo tropical”, cuenta Lakatos. Por esos años, la decisión de trabajar principalmente con artistas mujeres terminó decantando sola, y trabajó con Dakillah, Tink y Naomi Preizler. Todas ellas, no casualmente, fueron producidas en algún momento por Luigi Navarro: “La particularidad de Luigi es que trabaja principalmente con artistas mujeres, es el uno”, dice la manager.

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“Siempre traté de buscar el diferencial para destacar al artista y encontrar su propio lugar”, explica. Actualmente, el trabajo de manager que ejecuta es del tipo 360: se encarga de la parte discográfica, editorial, de distribución, consigue campañas publicitarias con marcas que sean coherentes con los perfiles de les artistas y también es la productora ejecutiva de los proyectos. 

Hace dos años y medio, Majo también armó su propio sello independiente, llamado GOAT Records, por el cual salió nada menos que “Lassie”, el hit de La Joaqui junto a L-Gante, cuyo video también dirigió. También “Actitud” y “Oro Negro” de Dakillah. “La verdad que hago un trabajo completo y mi sello se dedica a eso”, afirma.

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Majo en el set de ‘Lassie’ junto a La Joaqui y L-Gante

Conozco muchas mujeres con puestos importantes en todos los roles. Presidentas de distribuidoras de música muy importantes, por ejemplo la presidenta de Faro Latino es mujer, la de Orchard también”, enumera. Pero es real que, en puestos de poder, las que se le vienen a la mente se cuentan con los dedos de la mano: “Con las posiciones realmente de poder te das cuenta de ese bache, de esa línea histórica que fue muy difícil de sortear”.

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En su caso, ser una mujer en la toma de decisiones de la industria musical la ha expuesto a mucho machismo. Aunque destaca que la escena urbana es menos machista que la del rock. “Han venido en shows a preguntarme ‘¿y vos quién sos?’, y cuando decís que sos la manager directamente no te creen. También se molestan por la cuestión de edad. La cantidad de veces que escuché ‘sabés lo que te falta a vos para venir a pedirme algo…’ ¡Yo no te estoy pidiendo nada! Yo estoy defendiendo mis intereses, mi laburo y los del artista”.

¿Sus motivaciones? “Siempre tratando de meterle con todo y de hacer cultura, que es lo que más me gusta, y darle el lugar que se merecen a las mujeres que se rompen en lo lomo con lo difícil que es, intentando que las cosas sean un poco más iguales para todes”.

Lakatos quiere, a través de su profesión, poner su granito de arena para un mundo más justo y más igualitario. Al fin y al cabo, mejor. “Me tocó ver muchas cosas, es un ambiente donde ves muy crudamente cómo funciona el sistema patriarcal, donde las minas no tienen casi ningún derecho, son todos tipos opinando de tu cuerpo, quién es linda y quien es fea. Y eso me dio muchas ganas de pelearla”.

Maru Bello: sonidista

Marina Bello tiene 38 años, opera sonido en vivo (sala y monitores) y hace producción técnica. Es la jefa técnica del teatro Margarita Xirgu, operadora de sala de Wos, monitorista de Ca7riel y Paco Amoroso y trabaja con lo que ella llama el under amado: Lucy Patané, Paula Maffia, Loli Molina y Cande Molina, entre otras. 

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Su carrera empezó en el año 2002, pero está acostumbrada desde pequeña a ser parte de ambientes mayoritariamente masculinos: hizo el secundario en un colegio industrial y se recibió a los 18 años siendo técnica electrónica. 

Ella nunca pensó demasiado en las limitaciones que significaba ser mujer: lo entendió muchos años después, con el auge del feminismo. “Yo siento que nací técnica. Y a mí, mi viejo, por las razones equivocadas, siempre me dio para adelante y me dio a entender que yo podría hacer lo que yo quisiera. Y digo ‘razones erradas’ porque mi viejo tiene fascinación por los logros académicos, y yo nací pilla para la matemática. No eran feministas en mi casa pero me dieron herramientas para poder serlo más adelante”, cuenta. “Hace recién unos seis años que me cuestiono los roles predestinados para un género u otro. Es una construcción cultural muy fuerte”.

Lo que no la dejaban hacer era ir a recitales. Fue recién con 17 o 18 años que entendió que la música en vivo también requería de técnica. Ni bien terminó el colegio, empezó como asistente. En paralelo estudiaba en el ISER para operadora de radio. Al terminar la carrera ya operaba y vivía del sonido. “Yo me mandé”, se ríe.

Foto por Sabrina Brunetti López

“Ni bien empecé noté que el del sonido en vivo era un ambiente muy hostil entre todos, porque eran todos chabones. Eran tan viles entre ellos que nunca sentí que me lo hicieran a mí particularmente por ser mujer”, dice. Pero también siente que tiene que agradecer. “La gran mayoría de los chabones que me rodearon hoy pueden entrar en la categoría de machirulos pero son los que me abrieron la puerta para hacer mi carrera. Me re ayudaron”, se sincera. 

“Yo tampoco tengo una impronta sexy, eso seguro tuvo que ver, y no me parece positivo pero es verdad que del mercado del deseo yo me corrí. En el futuro lo que nos deseo es que puedas ir a laburar en culo si querés, explica. “Ni hablar de preguntarme cual era mi propio deseo: al ver a lo que se exponían las deseadas y deseantes decidí abrirme de eso”, cuenta.

Trabajando entre hombres le han dicho de todo, y ella no se guardó ninguna contestación: “Les he dicho ‘a vos tu mamá te crió mientras hacía que el sueldo de tu viejo llegue a fin de mes’”, y también me ha pasado lo opuesto: que me adulen tanto que tener que aclarar que no soy tarada. ‘¿Si vos podés porque yo no?’ Además no estamos curando el cáncer, amigo, no somos tan importantes, hasta una mujer puede hacer lo que vos hacés”, ironiza. “Es nefasto lo que la cultura hizo tanto con los hombres como con las mujeres”.

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Bello fue operadora de Miranda! durante casi diez años. “Fue espectacular lo que viví con elles, aprendí que el mundo existe”, dice. Junto a ellxs creció, vio el éxito por primera vez, se fue de gira. Después trabajó con Lisandro Aristimuño y Cordera. A nivel internacional, Marina destaca la buena onda que pegó con artistas españolas: le hizo sonido a Bebe, a Amaia Montero, Rosario Flores… ¡hasta a Marta Sánchez!

La sonidista identifica que con el recambio generacional en la música actual, cada vez hay más mujeres y disidencias ocupando lugares como el suyo. Es muy diferente trabajar con la nueva generación de artistas. Pero no es tan simple: “Esta profesión se rige mucho por las horas de vuelo. Creo que hay que poner el foco ahí, en construir la chance de tener horas de vuelo, y de construir en esas cabezas la necesidad de ir a buscar esas horas de vuelo”, reflexiona. 

No alcanza con llamar a una chica para un evento: tiene que ir todos los fines de semana, poder equivocarse, aprender del ensayo y error. Claro que las mujeres tienen la misma capacidad técnica que los hombres, pero la dificultad para encontrar espacios que les permitan acumular la práctica necesaria hace que muchas queden en el camino. “Siempre trato de estar atenta a dar ese empujoncito extra: ‘¿necesitás horas de vuelo? obvio, vení conmigo’. Y yo siempre que vi que operaban pibas en vivo le di para adelante”. Para ella, lo importante es no ser mezquina con el conocimiento ni con el espacio. 

“Yo siento que hay una sensibilidad femenina aplicable al uso de la herramienta. Hay algo en la organización de las cosas en las que creo que somos muy eficientes. Se nos exige tanto en todo que, si nos interesa, algo históricamente masculino lo podemos hacer de taquito”, concluye.

Agustina ‘Gutty’ Ruiz Teira: prensa y mgmt

Con más de diez años en el rubro prensa y comunicación, Agustina “Gutty” Ruiz Teira hoy incursiona también en el mundo del management. Estudió comunicación a medias y después hizo un terciario en producción de radio. “Siempre fue lo que más me interesó de la comunicación: nunca me gustó escribir. Me gusta producir, que alguien ejecute lo que yo armo por detrás, siempre desde las sombras”, cuenta.

Pasó por grandes compañías de entretenimiento como son Fénix y DF, dedicándose a la comunicación de grandes festivales como Lollapalooza y Personal Fest, y estableciendo el nexo entre los artistas internacionales y los medios argentinos. 

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Comenzó “armando listas de famosos” para contactarlxs e invitarlxs a eventos. Así fue como se enamoró de la producción de shows en vivo. Y luego de trabajar por años para grandes agencias se dio cuenta, allá por 2016, que le convenía ser freelance: podía trabajar con quién quisiera, manejando sus propios tiempos y además podía ganar mejor que con un sueldo fijo. “Fui jefa de prensa cuatro años del Lollapalooza ¿Qué más puedo hacer? Ya llegué a un techo”, explica.

Así empezó el camino que aún hoy transita. “Se dio que agarré toda la camada indie emergente del Buena Vibra y el Nueva Generación”, explica. Y enumera: Louta, Perras on the Beach, Chita, Ca7riel, Bandalos Chinos (de quienes hoy es manager).

Hoy, además maneja a Barbi Recanati, Sara Hebe, Simón Saieg y hace la comunicación de Wos y Juli Baglietto. Su idea es, cuando el contexto global comience a permitir más eventos en vivo, dedicarse full time al management.

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Gutty identifica que “una mujer en un cargo importante dentro del rubro prensa no escandaliza demasiado porque es una profesión con gran mayoría femenina”. El machismo lo está experimentando mucho más en su reciente carrera de manager. “Más con la gente del exterior que con argentinos, pero a muchos no les entra en la cabeza que haya una mujer manejando a una banda de seis chabones (por Bándalos Chinos) que encima le va bien”, cuenta. 

¿Por qué cree que hay tantas mujeres en prensa y tan pocas en management? “Puede ser porque a nosotras nos educaron más para ser organizadas y prolijas, llevar una agenda, planificar una estrategia de comunicación y a los hombres más para sentarse, negociar y decir ‘quiero esto, dame la plata’”, supone.

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Gutty con Bandalos Chinos

Ahora que en la industria somos muchas más mujeres trabajando, la diferencia se siente muchísimo. Las cosas no se hacen todavía del todo distintas porque los puestos de poder siguen estando ocupados en su mayoría por hombres, pero en los camarines llenos de mujeres, la vibra es diferente”.

Ruiz Teira también es una usuaria asidua de la marihuana, que la acompaña en el ocio y también en el trabajo. “Es muy una parte de mi vida”, cuenta. “El churrito en el camarín, el churrito viendo a la banda para la que trabajo, el churrito en la gira, el churrito en la reunión…” enumera.

Hay algunxs artistas con los que trabaja que son fumonxs confesos y celebra que, cuando está con ellxs, siempre reciben algún porro de regalo por parte del público. Con lxs artistas fumones, conseguir porro a donde vayan es parte del trabajo de producción y planificación. Y obviamente Gutty también está en eso.

Violeta Rallis: bailarina y coreógrafa

Violeta Rallis tiene 30 años, que parecen 20, y empezó a bailar desde muy chica: como la mayoría de las bailarinas, con una formación que alternaba entre danza jazz, danza clásica y comedia musical. Fue con 19 años, cuando se fue a estudiar a Estados Unidos, que se encontró con las danzas urbanas. 

“En esa época, el hip hop no estaba tan instalado acá, y me di cuenta: esto es lo que me gusta”, dice. “Por suerte, ahora acá se puso de moda y hay mucha más gente haciéndolo, buenxs profes y gente con buena data. Antes tenías que irte afuera para tomar buenas clases. Y no es solo la explosión del género, sino lo visible que se hizo esa danza, que no es nuestra. Cuando yo empecé a los 20 años casi no existían acá artistas con bailarinas en escena”.

A bailar con Lali llegó a través de una audición. Con Miss Bolivia comenzó a laburar inmediatamente antes de la pandemia. Y Con Femigangsta se conocieron porque iban al mismo peluquero. “Una vez me escribe para decirme que iba a sacar su primer video, de su primer canción ‘Pajaritos’, y que quería que yo sea la protagonista, lo baile y lo coreografíe. Yo escuché el tema y dije ‘remil yendo’. A mí, su música me encanta y es el estilo que escucho. En ese momento todavía no había expectativa de shows”, recuerda.

Me da mucha felicidad dar clases. Para mí, dentro de todas las posibilidades que tiene la vida de la bailarina, la docencia es muy motivadora y, si bien amo subirme al escenario y amo coreografiar, dar clase es algo que disfruto muchísimo”, cuenta. Con Lali y Miss Bolivia baila, pero con Femigangsta también coreografía. “Femi me da un montón de libertad, confía en mi ojo y en mi criterio, y eso es algo que yo agradezco muchísimo”, dice. 

Para su video de “Sit Down” trabajó a codo codo junto a la artista y al director. Nuevamente, se muestra súper agradecida por eso: “Lamentablemente, en los videoclips no se le suele dar mucha participación a les coreógrafes. Pero Femi quería un video coreográfico y yo, feliz de la vida”.

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También, entre sus trabajos de más alto perfil, bailó en un video de Wisin. “Yo no lo podía creer, bailando con Wisin en Playa del Carmen, el sueño de la piba”, dice. Pero en ese rodaje también vivió una de las experiencias que más le hicieron sentir el machismo en la industria: le pidieron que mueva el culo a cámara en un primerísimo plano. “Todos gritándome en inglés, ‘shake it!’ Me sentí ultrajada. Fue la primera vez que trabajando sentí estar haciendo algo que no quería. Fue una situación bastante fea. Pero si bien estaría bueno que nadie tenga que pasar por eso, a mí me sirvió para decidir mejor cómo quiero trabajar. Y por suerte la toma al final no quedó”, ríe. 

En general, admite, trabajar para artistas hombres es muy diferente que trabajar para mujeres.Veo mucho que con los artistas hombres la bailarina cumple más una función de objeto. No quiero generalizar porque no siempre es así, pero en la mayoría de los shows de artistas hombres pasa eso. La bailarina no es parte del show, es unas lindas curvas y una cara bonita moviendo el culo. En cambio, con las artistas mujeres, se arma otro vínculo en el escenario, más de estar en la misma”.

Hoy está en un momento de mucha conciencia y empoderamiento de su carrera, y más aún trabajando con artistas muy feministas, le pasó de sentir que el mensaje de muchas canciones o videos de artistas masculinos no la representaba. Por eso, hoy Rallis elige priorizar el trabajo con las chicas.

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“Los equipos femeninos de bailarinas tienen mucha potencia”, explica. “Son muy power. Yo creo que una se contagia y se empodera de la energía de la otra. Pero yo siempre tuve la suerte de trabajar con bailarines hombres muy buenos en lo que hacen y muy buenas personas”.

¿Qué es lo que más disfruta de su profesión? “El momento de estar en el escenario, mirar para adelante y ver un montón de gente. La época de ensayos también es hermosa, se aprende un montón. Y, como docente, poder ver el progreso de la persona que va a tu clase, no tiene precio”.

Pero también es tajante sobre lo que no le gusta, y le parece importante destacarlo: lo bastardeada y mal paga que está la profesión. “No hay video ni show en vivo sin bailarina, pero a la bailarina se le paga poco o nada. A veces empresas que tienen muchísima plata te tratan como si te estuvieran haciendo un favor dándote lugar”, dice.

Y llama la responsabilidad individual: “Tenemos que hacer el esfuerzo de valorarnos y de entender que cuando aceptamos un trabajo mal pago/gratis no solo nos perjudicamos individualmente sino a todes les bailarines. Por mas grandiosa que sea la propuesta, en esos casos con más razón, hay que hacer el esfuerzo de recordar que es un trabajo, del que vivo yo y un montón de gente. Y el cambio tiene que ser sí o sí nuestro para que nos respeten. ¿Te encanta lo que hago? ¿Te sirvo para tu proyecto en donde ganan muchísima plata??… pagame lo que merezco”.

Eugenia Fernández Tarnoski: estilista, vestuarista y directora de arte

“El trabajo siempre es en equipo. Si no funciona bien el equipo, no funciona bien mi trabajo”, dice Eugenia Fernández Tarnoski, que trabaja de vestir artistxs y crear identidades y universos. 

Se formó en moda, trabajando para marcas: le encantaba y aprendió muchísimo, pero con el tiempo se aburrió. Trabajar todo el tiempo con la misma gente, generando la misma identidad, no era lo suyo. Por eso. hace tres años atrás, se lanzó como freelancer. Trabaja también en publicidad, pero lo que más le gusta son los videoclips y el cine independiente. “Todo lo que no sea tan normie”, se ríe.

“Siempre me encantó vestir gente y desarrollar personajes. Es lo que más me divierte de trabajar de esto: es como un cuento, creás un mundo paralelo que empieza y termina y eso también me gusta, porque demasiada rutina me aniquila”, cuenta. 

Lo último que hizo, todavía sin estrenar, fue un videoclip para un twitchero/youtuber llamado Chigua. “Ahora hay que aprender un montón de nuevos términos y nuevas actividades y trabajos, y me re divierte”, devela. También estuvo detrás del comentado estilismo del video de “Opa!” de Dillom, que hoy acumula 15 millones de views.

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Junto con lxs directorxs de Nueva Generación es donde siente que más se puede explayar, proponer y hacer su magia. Entre los artistas de la escena urbana con los que trabajó se encuentran Ca7riel y Dillom. “También puedo mencionar directorxs con lxs que me encanta trabajar y tienen una cabeza zarpada: Kevin Zeta, Agus Puente…”, enumera.

¿Cómo es una jornada típica en su trabajo? “Mucho de previa, mucho Zoom, ida y vuelta de presentaciones. Después, scouting de prendas, con fotos. ¿El momento más difícil? La prueba de vestuario, donde se define todo. Después, el rodaje es lo más divertido: me encanta estar en el set, aunque sean cuarenta horas es lo que más me gusta y me hace sentir realizada en lo mío. Más tarde hay que cerrar, devolver y todo el flash”.

Eugenia se la pasa investigando la moda y las tendencias, buscando referencias de acá y de afuera. “Si eso no te gusta se hace muy difícil. Yo, cuando estoy aburrida, hago eso, estoy buscando cosas, hablando con amigues para que surjan ideas”, dice Tarnoski.

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Trabajando se cruzó con mucho machismo. Por suerte, cada vez menos, y eso la pone contenta. “De parte del equipo y también de artistas. Más aún en mi área, vestuario y arte siempre es un área con mayoría de mujeres. Pero yo no me como una”, ríe. Desarrollando sus personajes se topó con todo tipos de comentarios: definiciones súper cuadradas del “ser mujer”, o retratos muy estereotipados de cómo debería lucir una madre. 

Su cruzada personal es construir un estilismo que no reproduzca estos lugares comunes que atrasan.

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Sobre la feminización de su profesión, cree que se basa en puro prejuicio. Y destaca que en su equipo habitual hay chicos, chiques y chicas trabajando juntes. “La presencia masculina en el estilismo me parece mega. Como todo, si sos buenx o no, no es una cuestión de género”, asegura.

¿Cómo piensa un estilismo? Hay varios caminos. A veces, lxs productorxs le pasan un brief cerrado con le artista y ahí el mundo de posibilidades se acota. En general stalkea mucho a lxs artistxs y busca un punto de encuentro entre las constantes de su identidad y el universo ficcional que el trabajo plantea. En última instancia, lo importante para Eugenia es que la persona se sienta cómoda con lo que tiene puesto.

Sobre la importancia de seguir las modas, Fernández Tarnoski es lapidaria: “Odio el concepto de estar de moda. Si solo usás lo que está de moda, no entendiste nada. Las modas no se adaptan a todos los cuerpos y a todas las personas. Al vestir a alguien no en lo que está de moda, pienso en resaltar a esa persona, que brille. También me gusta lo trash, lo raro y lo que todavía no se hizo. Hacer lo que hacen todos me aburre”.

A grandes rasgos, está enamorada de su profesión: “Me gusta mucho lo que hago. Trabajé mucho para llegar donde estoy y pienso seguir haciéndolo. Está buenísimo trabajar de lo que me gusta, así que trato de aprovecharlo”.

Jessica Praznik: directora de videoclips

Jessica “La Polaca” Pranzik es la realizadora audiovisual elegida por Nicki Nicole, Nathy Peluso, Bizarrap y Duki entre otros, tanto para los registros de sesiones y vivos como de videoclips. Su trabajo más reciente y de gran visibilidad fue estar detrás de los videos de “Desde el fin del mundo”, concept álbum audiovisual de Duki. También, junto a su compañera Mariana Point, realizaron un video para la cantante Valen Madanes.

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Pero el camino de Jessica es largo y no necesariamente rectilíneo. Comenzó estudiando diseño de indumentaria y trabajando de vestuarista de Átomo, una banda de zona sur. En una producción grande para un videoclip de ellos fue que se enamoró del universo de la realización audiovisual. “Salí de ahí entendiendo lo que hacía unx directorx y cómo nucleaba todas las cosas que a mí me gustaban. Entendí que yo quería estar en el todo”, dice.

Corría el año 2009 cuando se puso a estudiar Artes Audiovisuales en UNA, se compró una cámara mini DV (en sus palabras: “muy trucha”) y comenzó a frecuentar fiestas de la escena under en las que grababa y hacía videos, armando piezas para vender la fiesta. 

“Fue un momento en el que lxs fotógrafxs en la noche eran muy requeridos, y había un hueco libre ahí para la parte audiovisual”, recuerda. Asimismo, trabajó como editora en una productora, donde aprendió mucho de lo que sabe junto a Mariana. También fue productora ejecutiva en MuchMusic. 

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Conoció a una debutante Nicki Nicole en una pequeña pieza documental sobre el primer año de la carrera de la cantante. Hoy, Praznik está detrás de casi todos sus videoclips. El primero que hicieron fue “Colocao”, de 2020. Era plena cuarentena y el trabajo de dirección fue atípico y trabajoso: “Una de las cosas que más me gustan de dirigir es tener ese contacto directo con lxs artistas, y esto era raro porque era estar atrás de un teléfono y planificar cosas desde afuera, con frustraciones y con la presión de que Nicki esté contenta con su video”, cuenta. Ese fue un antes y un después en su carrera: a partir de “Colocao”, Praznik comenzó a dedicarse a los videoclips de lleno.

En tantos años trabajando en el mundo audiovisual con Mariana, se percataron de situaciones recurrentes de desigualdad de género, así como oportunidades diferentes para hombres y mujeres. “Se siente mucho la diferencia en equipos de mayoría femenina. En principio, en la cuestión de los egos: será que a nosotras nos cuestan mucho más las cosas entonces aprovechamos cada oportunidad al máximo y no dejamos que se nos escape nada. No sé, no tengo una respuesta puntual a este interrogante, pero sí sé que hay algo en la sinergia de un equipo conformado en su mayoría por mujeres que hace que las cosas fluyan diferente”.

A la hora de conformar sus equipos, ella siempre prioriza mujeres, y no está a salvo de caer en los vicios habituales de la industria a veces. Por ejemplo, al momento de cubrir los roles técnicos: “Una está acostumbrada a que sean siempre hombres y es difícil a veces encontrar mujeres, pero ¿son difíciles de encontrar realmente o no están visibilizadas? Yo entonces también me siento parte de ese proceso de deconstrucción”, reflexiona.

Para Jessica no hay trabajos más importantes que otros. “​​Todos los trabajos que hago los recuerdo de principio a fin. Desde las producciones más chicas hasta las más grandes. Cada una de esas experiencias me hicieron lo que soy hoy y estoy totalmente agradecida con cada una de las personas que confiaron en mí y en mi equipo para realizarlas”, cierra La Polaca.

Fotos de cortesía

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ACERCA DEL AUTOR

Entrevistadora y editora en El Planteo, Lola Sasturain es periodista cultural, DJ y guionista.

Puedes encontrar sus notas en Página/12, VICE y, por supuesto, en El Planteo.