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Cultura

60 Años Después, Algunos Pensamientos sobre Queercoding Positivo y Psicodelia en la Pantera Rosa

Por Lola Sasturain

60 Años Después, Algunos Pensamientos sobre Queercoding Positivo y Psicodelia en la Pantera Rosa

✍ 20 March, 2023 - 14:08

Hay muchos productos infantiles y juveniles importados que han tenido un éxito y un anclaje en Argentina incluso mayor que en sus países de origen. Los Simpson, Alf… y a la lista puede sumarse la Pantera Rosa.

Ignorando adaptaciones parlantes de los ‘80 y ‘90 que poca justicia le hacen, el dibujito original, con episodios mudos que rondan los 6 minutos, es una creación de Fritz Freleng, dibujante y animador. 

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La primera aparición del personaje principal, la famosa pantera, fue en la película de 1963, The Pink Panther, de Blake Edwards. En la misma, una comedia con Peter Sellers, no aparecía ningun felino bípedo de colores salvo en la presentación. Según trascendió, el director convocó a Freleng para crear un dibujito animado bajo la única consigna de que fuera divertido, mudo y de color rosa. En esa época, los dibujantes encontraban refugio para su vuelo artístico en los créditos de las películas. 

Freelang fue también creador de Tweety y Silvestre dentro de la Warner.

Del éxito de la película y de la simpatía por el enigmático personaje de su intro desprendió la serie animada. Raúl Manrupe, estudioso de los dibujos animados, investigador, docente y autor del libro Breve Historia del Dibujo Animado en Argentina, afirma: “Fue el último dibujito hecho para pasar en el cine, en salas de cortometrajes”.

Dibujito que este año estará cumpliendo 60 años pero que, en el abordaje de ciertas cuestiones y en su construcción formal parece mucho más reciente. Reciente por su estética (y sus temáticas) psicodélicas y reciente, también, por la ambiguedad sexual de su personaje principal.

Hije de su época

“Es un producto de su época”, sigue Manrupe. “Durante la presidencia de (John F.) Kennedy y después de (Lyndon B.) Johnson hubo una liberación en las series, de mostrar determinados problemas. Problemas como la droga, el alcohol, el racismo. No eran series profundas pero había una tendencia a mostrar que no estaban adentro de un tupperware”. Esos años, cuenta, fueron también de auge para las pastillas para dormir y los psicofármacos, que ofrecían soluciones encapsuladas casi como magia. 

Para Tomás Eliaschev, periodista especializado en animación, es interesante enmarcar a la Pantera Rosa como un personaje de transición entre distintas épocas. Y profundiza sobre a qué se refiere: en la época dorada de la animación americana, entre los años ‘40 y ‘50, los dibujitos animados empiezan a salir del espacio del cine y a orientarse a las infancias, en contexto del baby boom. 

Es muy importante mencionar el Hayes Code, que fue recién derogado en 1968 y atravesó toda la edad dorada del cine y la explosión de los medios norteamericanos.

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Ésto hizo que muchos de los chistes que hacían estos genios de la Warner fueran guiños y pequeñas cosas que pasaban rápido para sortear la censura. Y van a tener mucha violencia porque al ser dibujitos había un poco más de tolerancia que con el cine live action”, desarrolla. 

Se dice de la Pantera que es un personaje de transición: “Todos los dibujitos de Cartoon Network o de Nickelodeon son tributarios de alguna manera a la psicodelia de la Pantera Rosa: pienso en Bob Esponja, pienso en la paleta de colores de Hora de Aventura”, reflexiona Eliaschev. 

Y acerca de su dudoso género, piensa: “No sé si es algo deliberado, creo que la ambiguedad es propia de cómo se creaban los personajes en esa época, pero sí creo que es interesante ver cómo fue tomado”.

Y menciona a las Pink Panthers, un grupo de autodefensa surgido dentro de la comunidad gay neoyorquina en contra de los ataques homofóbicos, quienes tomaron su nombre de una cruza de referencias entre el cartoon y las Black Panthers. Según cuenta Eliaschev, esto llevó a la MGM, dueña de los derechos, a pedir que se deje de utilizar el nombre. 

Y la Pantera Rosa fue, allá por los ‘70, un éxito absoluto en el país. Su influencia en Argentina trascendió la narrativa de cualquier episodio; ya es un motivo, una matriz.  “Es de los personajes más populares. El otro día estuve en el corso y había muchos bordados de la Pantera Rosa. La Pantera Rosa también es la Pantera Rosa en los trenes infantiles, en un piquete en la plata pidiendo por agua, es parte del imaginario popular y como tal ha sido resignificada infinitas veces”. 

Tanto se extendió que, en una anécdota poco feliz, al presidente de facto argentino (Jorge Rafael) Videla le decían “Pantera Rosa” por un supuesto parecido físico.

Rosa performativo

“Es un personaje disruptivo”, asegura Manrupe, 

En la famosa presentación de la película, aparece una pantera de rasgos más bien femeninos pero andrógina. Codeada de manera similar a muchas representaciones pop del diablo: amanerado, de suavidad femenina, fumando en boquilla, de mirada entre coqueta y maliciosa. 

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Una codificación que puede relacionarse, para citar un ejemplo mucho más actual, con Him de Las Chicas Superpoderosas. Ya hay mucho escrito sobre el queercoding en lxs villanos de Disney y cómo el mismo funciona como herramienta conservadora, pero en este caso el link con lo diabólico (y por lo tanto con lo afeminado) tiene más que ver con lo travieso, con lo transgresor, que con la maldad. 

Su género (ni su identidad de género) no está claro, pero no a la manera de los dibujitos infantiles, completamente asexuales. La Pantera Rosa tiene su ligero sex appeal, cierta coquetería más feminizada y más masculinizada según el episodio, la situación y el contexto. Por lo tanto, las preguntas florecieron por doquier los últimos años.

En “Pink at first sight”, el especial de San Valentín con el cual muchas personas que éramos niños en los 90s conocimos a la versión original de la caricatura (gracias a un video de circulación con varios episodios, entre ellos este), nuestra pantera se enamora de una chica y el personaje pareciera encarnar una masculinidad clásica. Pero, por ejemplo, en el primer episodio, “The Pink Phink”, la pantera celebra dándole un beso en la boca a su contrincante, “el hombrecito”. 

pantera rosa gay

En los años ‘60, que un hombre (o peor, una persona de género indeterminado) le de un beso a otro hombre no era una cuestión ni habitual ni ligera. Pero en La Pantera Rosa y su particular construcción del verosímil apenas llama la atención.

Su ausencia de genitales, el género neutro en inglés y el color rosa ayudaban a sostener esta ambiguedad.

Ésto de definir la sexualidad de personajes de identidad sexual fluida con la adición de una compañera femenina no es exclusivo de la Pantera Rosa sino que es un gesto de época. 

Eliaschev cree que se ve cristalizado en el género masculino luego de inventarle compañeras femeninas de alta carga sexual: “Hay una larga tradición de personajes que juegan con lo queer sin decirlo, empezando por Bugs Bunny, tal vez el personaje que más se viste con ropa de mujer y que besa en la boca para burlar a sus enemigos. De hecho, hay teóricos que se preguntan por qué lo asumimos como masculino, su heteronormalización se vive en los ‘90 con la aparición de Lola Bunny”. 

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El estudioso cree que, más que ser no binarie, transgénero o de género fluido, la Pantera Rosa es un masculino que sí es precursor de las nuevas masculinidades, que problematiza al “macho” de la época: “Se ve mucho en los capítulos que burla a los fortachones, es un hombre cuyo punto fuerte es el ingenio y el surrealismo de sus movimientos. Esta cuestión de estar todo el tiempo jugando”.

“Es un personaje que no habla, muy lúdico, siempre está transgrediendo, va por ahí y no está a la caza de nada como puede ser el coyote con el correcaminos. Pasa por la vida caminando con esa forma de caminar particular, recorriendo en busca de aventuras, algunas muy raras: como la del asterisco”, enumera Manrupe.

Aquel es uno de los episodios más lisérgicos de toda la saga. Y en el mismo su motivación, repetida en muchísimos capítulos, es tan abstracta y absurda que cuesta no verla como un mensaje queer codificado: quiere pintar todo de rosa, contra otros colores que intentan ganar terreno.

La Pantera Rosa: psicodelia desde afuera

“Sin lugar a dudas la psicodelia está impregnada desde el principio y va in crescendo”, piensa Eliaschev. 

Volviendo sobre el episodio del asterisco, llamado “Pink Punch”, también hay referencia a los estupefacientes aunque no puntualmente a los estados alterados. La pantera sirve aquello que denomina “el trago perfecto”, pero un asterisco verde le arruina su cartel perfectamente rosa. En todos los casos, la pantera reformula este brebaje para tratar de neutralizar al asterisco, que pinta todo de verde a su paso. Y la pantera debe precisamente beber esta pócima para recuperar la normalidad. Es decir, el rosa en todas sus funciones. 

Eliaschev asegura que Blake Edwards, el productor, se pronunció numerosas veces sobre sus adicciones y consumos. Y enumera que en la filmografía previa de Freleng, sin embargo, hay numerosas referencias. Por ejemplo en Speedy González, de su creación: “Aparece Lento Rodríguez, que es el primo, claramente vinculado a la marihuana, obviamente asociado a la estigmatización de los mexicanos asociándolos a la marihuana, una construcción que se hizo en los Estados Unidos durante los años 30, con el disciplinamiento y la persecución de la mano de obra mexicana”.

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También menciona un capítulo de Silvestre donde va a un grupo de autoayuda de comedores de pájaros anónimos, en una clara referencia a grupos como alcohólicos anónimos, y no logra rehabilitarse.

“Psychedelic Pink” es el capítulo posiblemente más abiertamente psicodélico de una caricatura de por sí psicodélica, en el cual la pantera entra a una librería que funciona las veces de agujero del conejo de Alicia, con todos los guiños a la estética trippy del momento. 

La pantera, como si se hiciera las mismas preguntas que nosotrxs, toma un libro que reza “La vida amorosa de las panteras”, pero nunca llega a poder leerlo. En un momento, sus letras se caen, y forman la palabra SEX en el piso. “Cuando abre el libro quiere ver algo pecaminoso. El dibujo es asexuado pero su carácter no lo es”, sigue Manrupe.

“En ese capítulo, el personajito que lo invita a pasar es como una caricatura de los beatniks”, destaca. “Pero los dibujos animados, así como el cine, toman las cosas una vez que ya pasaron. Seguro era una época en la que probaron sustancias, y había mucha creatividad, y si bien hay una búsqueda de ir ‘al cuelgue’ desde lo estético, es una visión externa y conservadora. Cuando la Pantera Rosa puede decidir entrar o no a la puerta, dice que no. Si se mete le van a pasar cosas terribles e inmanejables”.

La Pantera Rosa transita esta dualidad, en la cual no está exenta del poder normativo y disciplinario de los dibujos animados, donde gracias a su dispositivo todo es posible: desde los más locos escenarios hasta los más cruentos castigos. A su vez, es hija del primer momento histórico en el cual la psicodelia emergió hacia el mainstream: psicodelia que mira con algo de miedo, pero que es parte inherente de su narrativa, lo cual inevitablemente empuja los límites de lo dicho hasta el momento.

Con su ambiguo diseño de personajes y con su narrativa inspirada en los estupefacientes, La Pantera Rosa posiblemente no haya cambiado al mundo pero al menos no se conformó con el que ya nos venían contando. Y eso es un legado muy valioso.

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ACERCA DEL AUTOR

Entrevistadora y editora en El Planteo, Lola Sasturain es periodista cultural, DJ y guionista.

Puedes encontrar sus notas en Página/12, VICE y, por supuesto, en El Planteo.

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