Todo por un Porro: A 20 años de la Aparición de La Mano y sus Portadas Psicodélicas
Hablar de revistas en papel ya parece ser un tema extinto para quienes supieron vivir en carne propia la cultura de acercarse a un puesto de diarios y comprar material de lectura. La ansiedad por esperar la salida de aquel ejemplar que uno coleccionaba mes a mes, o el mero hecho de pasar por una parada de diarios y que una portada nos llame la atención por su imagen y sus títulos. Otros tiempos, otras mañas.
Pero hasta hace un tiempo atrás, cuando el papel seguía circulando en los puestos y era una fuente de información que todavía competía contra Internet, apareció la que sería la última gran revista de rock de la Argentina.
Precisamente hace 20 años hacía su aparición en las paradas de diarios La Mano, la revista que rápidamente se posicionó junto a las principales publicaciones con espíritu rock de la época, ahí donde la Rolling Stone e Inrockuptibles ya llevaban varios años difundiendo la escena nacional e internacional.
Pero La Mano supo darle un lugar de privilegio en sus portadas a temas que hasta ese momento seguían siendo marginados a la hora de apostar por ubicarlos entre los temas de actualidad más candentes. La Mano fue la primera revista que editó un número especial dedicado exclusivamente a la marihuana, con varios cogollos adornando la portada.
Voy a salir a caminar solito…
Uno de los responsables de haber puesto aquel y otros números polémicos en circulación es Martín Pérez, fundador e integrante del consejo directivo de la revista La Mano desde sus inicios. Hoy es uno de los editores del suplemento Radar de Página/12 y a la hora de rememorar cómo se gestó la génesis de La Mano no puede evitar reconocer que todo fue a partir de un confuso episodio en el que terminó preso por fumarse un porro.
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“Nunca me gustó fumar en la calle, me pareció un desafío al pedo; lo cual es gracioso porque la única vez que lo hice, terminé yendo preso, pasé la noche en la comisaría”, recuerda entre risas.
“Ahí se me ocurrió que los canas, pese a que se abusaban del poder que tenían, estaban haciendo lo que les permite una ley, y que es lo ‘correcto’. Entonces en lugar de putearlos lo que había que hacer era cambiar la ley. Esa conciencia fue lo que me hizo sumarme al proyecto”.
El proyecto al que se refiere Martín está vinculado a Ralph Rothschild, un histórico colaborador del Expreso Imaginario que planeaba hacer una muestra en el Malba dedicada a la marihuana.
Ralph estaba en contacto con Alfredo Rosso, quien estaba al tanto de la muestra, y luego de que Martín le contase sobre su episodio en la comisaría, y las ganas de hacer un poco de ruido sobre su indignación, Rosso no tuvo mejor idea que presentarlos. Claro que en medio de la producción de la muestra, surgieron trabas que dificultaron la organización y el proyecto terminó quedando trunco.
“Lo que pasó es que según Ralph, Joe Stefanolo no le respondía las llamadas y frente a ese contexto era imposible hacer la muestra. Un contexto en el que no había exposición para la marihuana. Ni en los medios, ni en los kioscos, ni en ningún lado. Entonces Ralph me preguntó qué quería hacer porque tenía todavía la guita separada. Le dije de hacer una revista. Básicamente porque con Rosso ya veníamos con la idea”.
Claro que ya eran tiempos difíciles para las revistas en papel y para embarcarse en semejante proyecto había que tener una cara o una marca que ayude a difundir de la manera más masiva posible.
“Se me ocurrió hacer la revista de Roberto Pettinato, que en ese momento era muy mediático y estaba asociado a la Expreso Imaginario. Con esa idea fuimos a buscar a Petti y se armó el grupo inicial de La Mano. A mí me duele cuando dicen que fue su revista, porque en realidad nunca fue ‘LA’ revista de Pettinato. Éramos un consejo de redacción donde era una figura importante pero la verdad es que no puso plata ni fue responsable”, asegura Martín.
Con Petti a bordo se terminó de armar un dream team de primera línea que incluía a Pettinato, Pérez, Ralph, Rosso, Marcelo Fernández Bitar y Pipo Lernoud. Entre los colaboradores estables se apuntaban Marcelo Figueras, Nora Lezano, Sergio Marchi, Pablo Schanton, Quintín, y hasta el gran Matt Groening aportando sus viñetas de Life in Hell, entre muchos otros.
Así, en abril del 2004 aparecía en los kioscos la primera publicación de la revista La Mano, cuya tapa tenía a un Kurt Cobain en blanco y negro sobre un fondo anarajando.
La cara de la banda
La imagen y la fama de Pettinato le daba un soporte comercial a la revista, pero a la hora de destacarse entre todas las revistas de actualidad que se ofrecían en los puestos, la misión de hacer lucir a La Mano recaía en los frentes. El cargo de darle vida a esas tapas multicolores y rellenas de fotos y dibujos estaba en manos de Pablo Sternbach, el diseñador estrella que en varias oportunidades supo crear imágenes para encuadrar.
“La propuesta me llegó a través de un estudio que tenía un acuerdo con La Mano, pero a Petti no le había gustado ninguno de los diseñadores del estudio. Le resultaba moderno, minimalista, monocromático, que era lo que estaba de moda en ese momento. Entonces me dijo que vayamos justamente por lo opuesto, que después todos nos iban a copiar”.
Marcelo Fernández Bitar, otro prócer del periodismo vernáculo que pasó por medios como Canta Rock y Cerdos y Peces, se sumó como secretario de redacción y, según cuenta, tuvo una de las tareas más agitadas.
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“La condición de Pettinato era tener la última palabra sobre las tapas, así que mi pesadilla durante toda la existencia de La Mano fue perseguirlo por la ciudad. Generalmente con el jefe de arte y fotografía a cuestas. A las 6 de la mañana en la radio, a las 6 de la tarde en la televisión, para mostrarle los bocetos y que él decida cambiemos esto o lo otro”.
Martín afirma con orgullo que “en los kioscos no estaban acostumbrados a eso”. Y agrega: “Siempre nos pareció que la estética de la revista ya era porrera y lisérgica. Al especial de la marihuana todo el mundo le dio pelota y le fue bastante bien. Hasta ese momento nunca se había visto algo así en kioscos argentinos. Fue un flash”.
Los kioscos se tiñen de verde
El número dedicado a la marihuana no tardó en llegar. El contenido abarcaba cuestiones vinculadas al porro desde el ámbito político, cultural y artístico. Con entrevistas a músicos, escritores, directores de cine, y figuras del entorno judicial.
Para Martín “la idea siempre fue hacer un informe en serio. Ralph tenía esa obsesión con la marihuana y puso la guita para hacer la revista. Solamente teníamos presupuesto para hacer seis números. Lo que no sabíamos es que Ralph no había gestionado bien la supervivencia. Le chupaba un huevo, quería hacer los números a todo trapo y desaparecer. Entonces, cuando estábamos por llegar al límite dijo que teníamos que hacer el número sobre la marihuana que era lo único que le interesaba”.
La Mano recién estaba marcando su territorio como revista en el medio editorial, y todavía estaba llegando a lectores que no sabían de su existencia. Pero en estos primeros cuatros números ya delineaba una serie de contenidos que servían como puente entre el espíritu contracultural de la Expreso Imaginario con las nuevas tendencias de la recién inaugurada década del 2000.
“Después le encontramos la vuelta financiera, la revista se achicó, y de alguna manera nos ajustamos a la realidad del mercado que igual nos permitió sacar una buena revista durante una buena cantidad de tiempo”.
Pablo asegura que la tapa sobre marihuana, aunque tuvo un diseño simple en comparación con otros números, marcó un antes y un después en el rubro editorial.
“La tapa fue idea de Ralph, todavía no había salido la THC y era muy distinto poner porro en la tapa de una revista porque nadie había hecho algo así. A partir de ese momento nos llamaron de distintas revistas porque era una locura. Era una tapa inexplicable cuando la contrapartida del resto de las revistas en los puestos no tenía nada que ver con eso”, cuenta el diseñador.
Al poco tiempo editaron el DVD oficial de Grass, el documental sobre marihuana dirigido por Ron Mann, y que hasta se llegó a vender en los puestos de diarios con una reedición del número cuatro. De ahí en más la cultura cannábica siempre estuvo asociada a la revista. Fue así que la primera portada que tuvo como exclusiva una entrevista con Andrés Calamaro, se presentaba con una ilustración del músico fumando un porro y con humo psicodélico ocupando casi todo el rectángulo. Para Martín, esa edición fue cumbre.
“Todo ese humo que rodea la tapa hace referencia a un afiche muy conocido de Bob Dylan. Ese número fue el primero en el que La Mano encontró su identidad. En el sentido de que ahí nos dimos cuenta de cómo íbamos a seguir. Antes no la teníamos tan clara. Había muchas idas y vueltas y la revista salía a los ponchazos. Pero ahí hubo una idea de revista que se continuó hasta cerca del final”.
Luego del especial, el tema de la marihuana siguió presente en otros números donde se siguió de cerca toda la cuestión legal del asunto: “La sorpresa al principio fue que nadie nos acusó de nada. Eso abrió el camino para que en los kioscos comience a haber publicaciones sobre la marihuana específicamente. Salió perfecto, no nos comimos ningún juicio, nadie nos dijo nada, y la sensación en la calle fue de respeto por hacer ese número”.
¿Alguien quiere pensar en el aborto?
Aunque La Mano también era una revista que por momentos marcaba lo que dictaba la agenda, nunca descuidaba su costado contracultural. En ese sentido, Martín reconoce que estaba transitando una etapa muy militante, y sus intereses también viraban hacia temas que involucraban cuestiones políticas y culturales.
“Me parecía que los temas eran marihuana y aborto. Pero bueno fue más fácil hacer la tapa sobre marihuana. La del aborto tardó un año y fue una de las que menos vendió, y a la que menos bola le dieron. Es una tapa horrible. Yo quería una tapa más shockeante, una especie de escultura con un perejil y una percha, pero nadie la entendía, básicamente porque no había mujeres en la redacción”.
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“Siempre digo que esa tapa fue tan complicada porque, pese a que la nota principal era de Mariana Enriquez y tenía todo lo que tenía que tener sobre el aborto, el patriarcado metió la cola ahí. Para mí, el patriarcado es el status quo, que en La Mano y en el rock también es masculino”.
Y sigue: “Tanto marihuana como aborto eran hipocresías de nuestra sociedad, la cual siempre tiene un doble sentido. La hipocresía venía por el lado de que la gente con guita podía fumarse un porro y hacerse un aborto mientras que los que no eran privilegiados eran perseguidos por la ley. Incluso una ley usada para penalizar a los pobres y no por cuestiones de salud”.
Aunque al día de hoy sigue hablando orgulloso del camino que trazaron con La Mano, Martín habla de cierta incongruencia que flotaba en la industria y en el ambiente de aquellos años 2000.
“Sentía que el rock había nacido como un movimiento en contra de ese caretaje, pero cuando logró instalarse en la sociedad se olvidó de luchar por eso. Adoptó los mismos privilegios y me pareció la gran traición del rock, y que había que denunciarla. Había que exigir que la marihuana y el aborto tenían que ser un problema de salud y no una cuestión legal. De alguna manera con La Mano logramos eso”.
Y continúa: “El número de la marihuana abrió puertas para otras revistas especializadas y demostró que la sociedad estaba preparada para eso. En cambio el número del aborto puso en evidencia que faltaba mucho más. De hecho, poca gente lo recordó cuando empezó el camino hacia la ley del aborto. Fue un número que ya tenía todas las bases de lo que era necesario saber para entender de qué lado ponerse”.
Aunque el número sobre cocaína no generó los mismos debates que los referidos a la marihuana y el aborto, Pablo lo recuerda como uno de sus favoritos.
“Me acuerdo que Petti quería un primerísimo primer plano de una nariz sangrando. Fueron pasando varias opciones, y en una de esas yo hice el boceto del perro vestido de Superman y Petti estalló porque según él eso es exactamente lo que es un cocainómano”.
Plumas predilectas
Muchos contenidos estaban firmados por periodistas y escritores que en ese momento no eran reconocidos en la escena, o que al menos todavía no gozaban de la popularidad que tienen en la actualidad.
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“Mucha gente se olvida de eso. Hoy Fabián Casas es una persona muy respetada, pero en ese momento no era muy conocido y nosotros no solamente publicamos sus cuentos, sino que además pusimos su nombre en la tapa del primer número. A Mariana Enriquez yo la conocía de Página/12 y cuando le pedí que publique me dijo que ella no escribía cuentos. Después se hizo conocida mundialmente y tres de los cuentos de su primer libro los escribió para La Mano. Antes de que todo eso fuese cool nosotros ya lo hacíamos. Sin embargo, nunca nos miraron como una revista cultural y lo éramos”.
El episodio Spinetta
Uno de los números emblemáticos de la revista La Mano corresponde al que tuvo lugar cuando se celebró su segundo aniversario, cuando no tuvieron mejor idea que rendirle tributo a Luis Alberto Spínetta.
“En la redacción éramos todos fans. Pero siempre que decíamos de hacer una tapa con Spinetta mirábamos las ventas que manejaba y no le iba bien. Nuestra duda era si una tapa del Flaco vendía. Pero igual decidimos hacer un número aniversario del músico que nos copaba. Hasta le metimos un pliego más porque nos había entrado una publicidad carísima y usamos la guita en lugar de guardarla. Así y todo nos quedaron notas afuera”.
El número del Flaco fue todo un éxito, y en poco tiempo se agotó toda la tirada. Pero fue tal su fama que llegó a las manos del mismísimo Spinetta, a quien parecía no convencerlo del todo.
“Yo creo que al flaco no le gustó un texto de Casas que criticaba su figura. Justo en una conferencia de prensa salió a criticarlo y responsabilizó a Pettinato. Tuvimos tanta suerte que el número casi se había agotado. Entonces todo el mundo que lo escuchó decir que nos estábamos aprovechando de su figura tenía el especial y decía que era buenísimo. Así que no nos afectó. Creo que lo que quedó en evidencia es que lo que decía el Flaco no se vinculaba con la calidad de la revista sino a un enojo particular”.
La Mano Vive
Después de 6 años saliendo de manera ininterrumpida, en noviembre del 2010 y con 80 números en la calle, la revista La Mano llegó a su fin. Sus contenidos se fueron deteriorando en el último tiempo, cuando los cambios en el staff se hicieron notar, y la estética de la revista cambió por completo, perdiendo gran parte de la magia que la caracterizaba. Pero en su corta vida supo marcar el camino y dejar una marca indeleble.
Bitar cuenta que hace poco donó su colección completa al sitio Ahira, encargado de recuperar revistas nacionales de antaño y ponerlas a disposición de todos de manera gratuita. Ya hicieron lo mismo con revistas legendarias como Skorpio, El Amante, Cerdos y Peces y, dentro de poco, será el turno de La Mano.
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