La DEA Reconoce su Origen en Políticas Racistas y Discriminatorias
No es ningún secreto que Guerra contra las Drogas estuvo basada en gran parte en la propagación de la discriminación racial para reforzar la prohibición de un gran número de sustancias. Sin embargo, lxs defensores del prohibicionismo no suelen estar particularmente predispuestos a admitirlo.
Ahora, la misma Administración para el Control de Drogas (DEA) de EEUU está reconociendo que dichas políticas son en parte responsables de la propia fundación de la agencia.
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Durante la reciente edición de su serie de videos “Historias de la Colección”, el historiador del Museo de la DEA habló sobre los orígenes de la prohibición federal de las drogas. Así, explicó cómo la agencia se creó en última instancia junto con las políticas punitivas que se promulgaron a principios del siglo XX, informó Marijuana Moment.
“La opinión pública sobre la adicción cambió… El aumento del uso no médico -así como los prejuicios raciales, étnicos y de clase– afectó a la opinión pública”, dijo el funcionario. “Lo que había sido una condición médica se convirtió en algo desviado o criminal. Este cambio condujo a una ola de leyes contra la heroína, la marihuana y la cocaína”.
Efectivamente, el uso de la propaganda política para torcer la opinión pública en torno a las drogas y sus usuarios está bien documentado.
Ahora bien, las políticas mencionadas que vieron nacer a la DEA pueden parecer anticuadas e impensables para los estándares de hoy; pero cabe destacar que todavía vemos los efectos de esta persecución racial en EEUU y en todo el mundo. Los efectos de la Guerra contra las Drogas en las comunidades racializadas, como mayores tasas de encarcelamiento, sobredosis, pobreza, siguen siendo un problema que requiere reparaciones urgentes.
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Hoy por hoy, la DEA no parece haber evolucionado mucho sus políticas. Si bien ya no utiliza métodos propagandísticos tan abiertamente racistas, sigue manteniendo sus estrictas normas, a pesar de la creciente evidencia de que están basadas en premisas irracionales.
Por ejemplo, la DEA sigue negándole acceso a terapias con psicodélicos a pacientes terminales. Asimismo, se niega a reclasificar la marihuana, que actualmente está catalogada como sustancia de Lista I; es decir, que tiene alto potencial de abuso y ningún beneficio medicinal. No obstante, el cuerpo de evidencia que contradice tal clasificación (que se suma a las prácticas milenarias que incluyen a la planta) no para de crecer.
Quizás este pequeño mea culpa (¿o DEA culpa?) sea un paso hacia una política de drogas menos violenta, discriminatoria e irracional. Sólo el tiempo lo dirá.
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