La Reclasificación del Cannabis Es un Sándwich de Pan, con Mejor Prensa

Cambian los números. La prohibición, no. Esto es un sándwich de pan.

Por un momento, sonó histórico. El cannabis fue “reclasificado”. Un presidente firmó una orden ejecutiva. Los titulares anunciaron un cambio a nivel federal. Los mercados reaccionaron. Políticos celebraron con orgullo.

Luego, la calma.

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Lo que queda, en términos de la cultura pop, se parece mucho a lo que The Cleveland Show describió como un “sándwich de pan”. Tres rebanadas de pan apiladas y etiquetadas como comida. Mismos ingredientes. Nueva presentación.

Eso es la reclasificación.

Números nuevos, prohibiciones viejas

Mover el cannabis de la Lista I a la Lista III suena trascendental. En teoría, significa que el gobierno federal ahora reconoce que la marihuana ha aceptado su uso medicinal.

Eso importa simbólicamente. Importa científicamente. Importa políticamente.

Believe it or not, FOX invited me to talk about cannabis rescheduling live.

And… it went surprisingly well. I even got to advocate for full legalization.

Watch it here https://t.co/uFpcuSYTfv pic.twitter.com/AD4bm321sm

— Javier Hasse (@JavierHasse) December 19, 2025

Pero la realidad fundamental no cambió. El cannabis sigue siendo ilegal bajo la ley federal.

La reclasificación no legaliza la marihuana. No legaliza los programas estatales de cannabis a nivel federal. No protege a consumidores, dispensarios ni cultivadores de la aplicación de la ley federal. No resuelve el conflicto entre las leyes estatales y federales.

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El presidente Trump lo dejó claro: “No la quiero. No la voy a aceptar”, dijo, enfatizando que la orden ejecutiva no legaliza la marihuana de ninguna manera.

Esa frase no fue casual. Fue la explicación más clara de lo que realmente es este momento.

¿Quién se beneficia realmente?

La reclasificación tiene consecuencias. Solo son más limitadas de lo que sugieren muchos titulares.

El impacto más inmediato recae en las empresas, no en los consumidores.

Si el cannabis se considera una sustancia de Lista III a efectos fiscales, ya no estaría sujeto a la Sección 280E del Código del IRS. Esta norma impide que las empresas de cannabis legalizadas a nivel estatal deduzcan los gastos comerciales ordinarios.

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Eliminar la 280E mejora el flujo de caja. Sanea los balances generales. Afecta la valoración, la capacidad de endeudamiento y las estructuras de los acuerdos. Podría devolver lentamente el capital a una industria con escasez de capital.

Eso es real. Es significativo. Y es en gran medida invisible para el consumidor promedio.

La investigación es el otro ámbito donde el cambio es tangible. La Lista III reduce las barreras para estudiar la planta. Esto es importante para médicos, científicos, veteranos y pacientes que durante mucho tiempo han dependido de anécdotas en lugar de datos.

Eso no es lo mismo que nada… Pero tampoco significa libertad.

Lo que no cambió para nada

Para el usuario, la reclasificación no legaliza la marihuana a nivel federal.

Para los dispensarios, siguen funcionando en un limbo legal, tolerado por las políticas en lugar de protegidos por la ley.

Para cualquiera que transporte cannabis a través de fronteras estatales, sigue siendo un delito federal.

Si esperaban una reforma bancaria, comercio interestatal, expurgaciones o el fin del control federal, nada de eso pasó.

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La Ley de Sustancias Controladas aún rige la planta. La prohibición federal sigue vigente. El riesgo legal persiste.

Solo cambia la etiqueta.

Por qué esta medida funciona políticamente

La reclasificación es una estrategia política elegante.

Permite a los líderes reconocer la realidad médica sin acabar con la prohibición. Señala una reforma sin ceder el control. Ofrece alivio a las empresas, mientras evita las cuestiones más difíciles sobre la criminalización, la extralimitación federal y las libertades civiles.

Es un progreso que se puede reivindicar sin tener que enfrentarse a la propia arquitectura de la guerra contra las drogas.

Por eso sucedió así.

Por qué sigue teniendo sabor a nada

La opinión pública no se detuvo en el reconocimiento médico. Lo superó hace años.

La mayoría de los estadounidenses apoya la legalización total. Millones de personas ya viven en estados donde el cannabis es legal, está regulado y normalizado. Para ellos, la reclasificación se siente menos como una reforma y más como la reafirmación de la autoridad de Washington sobre algo que ya había perdido.

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Cambiar la clasificación no resuelve esa tensión. La replantea.

¿Y ahora?

Reclasificar el cannabis no es insignificante. Ayuda a investigadores y operadores. Reconoce que la clasificación de Lista I nunca fue defendible.

Pero no acaba con la prohibición. No legaliza la marihuana. No soluciona la contradicción fundamental en la política estadounidense sobre cannabis.

Es como un sándwich de pan.

Una nueva etiqueta. La misma ley. Mejor imagen pública.

Hasta que el cannabis se elimine por completo de la Ley de Sustancias Controladas, así seguirá siendo la reforma federal.

Vía High Times, traducida por el Planteo.