Fin de un Ciclo: Cannabis y Calidad de Vida en Enfermedades Terminales

Los primeros signos son sutiles. Un tenedor se te cae de la mano. Tus dedos se sienten rígidos, no responden. Tropiezas con más facilidad y la fuerza que antes dabas por sentada comienza a evaporarse. Empiezas a olvidar pequeños detalles: nombres, rostros, palabras. Tu rutina se vuelve extraña, y tu casa y tu familia te parecen ajenos.

Son señales tempranas de ELA, Parkinson o Alzheimer, enfermedades neurodegenerativas crónicas que afectan progresivamente las funciones motoras y cognitivas, alterando profundamente la calidad de vida.

Son diagnósticos que llegan como un balde de agua helada, haciendo que todo lo demás —deudas, disputas e incluso el fútbol— pierda relevancia. Lo que antes parecía importante se desvanece, y el despertar consciente y articulado por la mañana se convierte en un triunfo.

Paloma Sneh, psicóloga con experiencia en cannabis medicinal, trabaja a diario con personas que enfrentan estos desafíos, ayudándolas a encontrar sentido y alivio en medio de la adversidad.

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En una entrevista exclusiva con El Planteo, Sneh compartió su perspectiva sobre el potencial terapéutico del cannabis en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas: el alivio del dolor crónico, la mejora del sueño, el fin de los temblores y las náuseas, y la promoción de la autonomía, destacando la importancia de la participación familiar y la educación sobre el uso de la planta.

Finitud y autonomía

“El cannabis actúa como un modulador del sistema endocannabinoide, ayudando a restaurar el equilibrio en las funciones del organismo”, explica Sneh, y añade que el consumo supervisado de la planta puede aliviar dolores crónicos, mejorar el sueño y mitigar los síntomas asociados con enfermedades neurodegenerativas.

“Incluso pequeñas mejoras, como un mejor sueño o menos dolor, pueden marcar una gran diferencia para adultos mayores y pacientes con enfermedades neurodegenerativas”, reflexiona Sneh.

Para abordar estas necesidades, Sneh utiliza una variedad de preparaciones de cannabis, como aceites, comestibles y cremas tópicas, adaptando los tratamientos según las condiciones particulares de cada paciente.

“Para el dolor crónico, he visto cómo las aplicaciones tópicas, como cremas a base de CBD, ofrecen un alivio inmenso, especialmente para la artritis y las neuropatías”, comenta la graduada de la UBA.

Además, destaca la importancia de una dosificación cuidadosa, comenzando con dosis mínimas y ajustando progresivamente según la respuesta de cada paciente.

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Sneh destaca que a menudo se trata sólo de manejar los síntomas que presentan los pacientes, lo cual conduce a una dependencia excesiva de los medicamentos farmacéuticos.

En cambio, Sneh aboga por un enfoque más personalizado para cada paciente, que tenga en cuenta su calidad de vida, las rutinas diarias y las formas específicas en que los tratamientos pueden adaptarse a sus necesidades.

Y si bien algunos buscan específicamente el cannabis como tratamiento para síntomas particulares, Sneh explica que la motivación principal suele ser simplemente sentirse mejor en la vida diaria.

Cannabis, ELA, Parkinson y Alzheimer: Una cuestión de calidad de vida

En cuanto a las enfermedades neurodegenerativas, Sneh señala que condiciones como el Alzheimer son más comunes en los adultos mayores, pero enfermedades como la ELA (esclerosis lateral amiotrófica) pueden afectar a personas de cualquier edad, con una mayor prevalencia en hombres.

La ELA ataca las neuronas motoras en el cerebro y la médula espinal, causando debilidad muscular y parálisis a medida que las neuronas responsables del control del movimiento voluntario mueren progresivamente, dejando el cuerpo incapaz de funcionar.

El cannabis puede aliviar síntomas de la ELA como dolor crónico, espasticidad y dificultad para dormir, mejorando la calidad de vida y promoviendo la autonomía, aunque limitada por la degeneración de la enfermedad. Además, sus efectos relajantes y de mejora del estado de ánimo proporcionan un respiro emocional, ayudando a reducir la ansiedad, la depresión y el miedo asociados al progreso de la enfermedad.

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El Parkinson, otra enfermedad neurodegenerativa, destruye las neuronas productoras de dopamina en el cerebro, lo que provoca temblores incontrolables, rigidez y dificultades para moverse y mantener el equilibrio, a medida que el cerebro pierde la capacidad de coordinar las acciones musculares. En etapas avanzadas, puede afectar funciones esenciales, como la deglución y, en casos graves, la respiración.

En los pacientes con Parkinson tratados con cannabis, Sneh ha observado mejoras significativas: alivio en la rigidez muscular y la recuperación de la capacidad de deglutir alimentos. 

“El Parkinson afecta la musculatura y el cannabis lo que hace es aflojarla, reduciendo la cantidad de estímulos temblorosos. A algunas personas se les dificulta comer. El Parkinson les contrae la glotis y no pueden tragar. Con el cannabis, se logra relajar un poco la glotis, y que puedan comer, aunque sea puré”, agrega Sneh.

De manera similar, los adultos mayores pueden experimentar una mejoría que, aunque parezca pequeña, resulta significativa: la capacidad de volver a dormir después de levantarse al baño por la noche, lo que transforma su calidad de vida.

“En los adultos mayores hay una mayor conciencia sobre la mortalidad, pero eso hace aún más crucial trabajar hacia un sentido de propósito y dignidad”, explica Sneh.

Vivir con dignidad

Sneh subraya también la necesidad de abordar el envejecimiento con dignidad y propósito, especialmente en el contexto de condiciones neurodegenerativas como el Alzheimer. El Alzheimer destruye lentamente las células cerebrales y sus conexiones, comenzando con la pérdida de memoria y la cognición, mientras el tejido cerebral se degenera.

“En el caso de los pacientes con Alzheimer, existen pequeños momentos de toma de conciencia donde se dan cuenta que no pueden estar solos o que no se pueden valer por sí mismos o que no pueden salir a la calle porque se pierden”, explica Sneh, y agrega que su enfoque terapéutico incluye no solo el alivio físico, sino también el acompañamiento en el proceso emocional de enfrentar la mortalidad. 

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“Las personas con el cuerpo paralizado pueden presentar avances mediante un tratamiento con cannabis. Pueden volver a enfocar la mirada. Si bien no van a levantarse a hacer las cosas que hacían antes, recobran algo de autonomía. Es un tratamiento que trata la sintomatología. No hay manera de detener la degeneración celular, pero se puede paliar y tratar la vida cotidiana y se trabaja mucho con el ambiente familiar”, explicó la psicóloga.

¿Lo charlamos en casa?

La participación familiar suele ser clave en los tratamientos con cannabis y Sneh resalta la importancia de educar a las familias sobre el potencial terapéutico de la planta. “A veces, las familias no quieren decirle al adulto mayor que está siendo tratado con cannabis”, advierte Sneh.

Al momento de tratar con las familias de los pacientes Sneh procura que entiendan de qué se trata esta singular medicina, cómo funcionan químicamente los cannabinoides (compuestos activos) en el organismo, qué pueden esperar y qué no.

“Siempre aclaro que lo mejor es contarle al paciente de que se trata, si se niega al tratamiento, no hay problema. Que lo charlen con su médico y hagamos una interconsulta. En general, los pacientes llegan a nosotras porque ya lo probaron todo y nada funcionó. Entonces les digo: ‘vamos a probar con cannabis’”, dice Sneh.

“No es una medicación. A mí no me gusta decir tratamiento alternativo porque está comprobado que es un tratamiento médico científico que tiene efectos secundarios, como todos los tratamientos, tiene interacciones y debe ser administrado con ciertos cuidados y algunas contraindicaciones”.

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En algunos casos, no se puede administrar cannabis y en ningún caso funciona igual. “El aceite por vía oral, el comestible, el vaporizado, o la aplicación tópica son todos diferentes”, afirma Sneh.

Un cultivo terapéutico

Más allá de sus propiedades medicinales, el cannabis ha mostrado beneficios inesperados en la promoción de la sanación emocional y comunitaria. 

“Algunos pacientes encuentran además un propósito al cultivar sus propias plantas, en una asociación civil, o en familia, al amparo de la Ley de Cannabis Medicinal 27.350, lo que añade una dimensión terapéutica al tratamiento”, revela Sneh.

Y concluye: “Esta actividad no sólo apoya la salud física, sino que también mejora el bienestar emocional al fomentar un sentido de logro”.

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