Mariana Radisic Koliren y sus Sueños Cannábicos: El Joint Club, Turismo y Activismo para una Argentina Mejor
En el corazón de Palermo, el que busca puede encontrar una puerta que se parece a cualquier otra, pero que esconde un auténtico oasis cannábico. Un ambiente cálido, de sillones cómodos y colores impecablemente combinados, con caricaturas de carpinchos por doquier, se abre hacia un camino que desemboca en un jardín gigante, con reposeras y hasta lugar para hacer un fueguito. Estamos hablando nada más y nada menos que de El Joint, uno de los primeros clubes de cannabis legales que están comenzando a florecer por todo el territorio argentino.
La mente maestra detrás de este espacio es Mariana Radisic Koliren, que además de ser activista y emprendedora cannábica ha fundado la exitosa agencia de turismo Lunfarda Travel. Asimismo, se ha involucrado con la Federación de Clubes Cannábicos de Argentina (FECCA) para presentar proyectos de ley que podrían cambiar el rumbo de las políticas sobre marihuana en el país.
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Nos sentamos con Radisic para hablar de su carrera, el delicado panorama argentino, y cómo combinar eficazmente sus grandes pasiones: el porro, el turismo y el activismo.
La que resuelve
“Un paraguayo todo rancio y espantoso”: así describe Radisic su primer porro, convidado con sus compañeros del colegio en las escaleras de la Facultad de Ciencias Sociales a sus tiernos 13 años. “Una de las primeras cosas que aprendí a esa edad fue que las facultades eran autónomas y autárquicas, y no podía entrar la yuta”, cuenta pícara. “Entonces siempre fumamos porro en los edificios de la UBA, durante todo mi secundario”.
Tal veta crítica y anti autoritaria no la abandonaría ni en el secundario ni al salir de él: por esa época comenzó a ser activista por los derechos estudiantiles y militar en el centro de estudiantes. “Siempre fui muy de resolver”, admite. ¿Por qué? “Porque me gusta ver resultados concretos y mejoras tangibles en los espacios que habito”.
Y el porro, siempre firme junto a ella en todas las luchas. La emprendedora lo describe como “un compañero en la creatividad, en la militancia, en los vínculos sociales y también un rescate en la salud mental. Porque soy una persona con problemas de ansiedad”, comparte. “El faso me ayuda a volver a mi eje y poder estar más tranquila”.
Ya más adulta y desencantada con la militancia, Radisic cambió de rumbo, pasando por estudios de publicidad y artes contemporáneas. Pero, como le pasa a muchas personas con inclinaciones artísticas, la cruda realidad y la falta de ciertos privilegios la llevaron a buscar otro rumbo. “Me di cuenta de que no era una nepo baby y que no tenía contactos multimillonarios”, apunta. “Hacer una carrera en artes contemporáneas es muy jodido y muy poco redituable. Y a mí me gusta saber que puedo pagar el alquiler todos los meses”.
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Quizás le faltaban privilegios, pero no así dones y habilidades; a saber: gran manejo del inglés, facilidad para socializar y amor por los viajes. ¿La solución? El turismo. “Pude empezar a hablar de mis identidades y de cómo era la vida en Buenos Aires y a ganar plata por contar mi historia, básicamente”, dice.
No obstante, este nuevo rubro no estaría exento de desafíos. Particularmente, lo que más frustraba a la joven emprendedora era el ángulo inauténtico y banalizante que se utilizaba (y se sigue utilizando) para promover el turismo en Argentina, mayormente en manos de actores extranjeros y basándose en estereotipos más que trillados. Como lo describe Radisic: “Habían convertido el turismo en Buenos Aires en un cliché de tango, fútbol y asado”. Que, con todo respeto al tango, el fútbol y el asado, no llegan a abarcar la riquísima variedad de experiencias que este noble suelo tiene para ofrecer.
Fue allí donde su veta activista jugó un rol crucial que la ayudaría a diferenciarse y a triunfar en un mar de ofertas similares. Su eje, novedoso para la industria local, busca posicionar a las minorías en el centro del discurso, representar sus historias no para llenar una cuota mínima de diversidad, sino para que protagonicen la propuesta. El beneficio para estas comunidades no se traduce sólo en representatividad, sino que tiene efectos económicos reales y tangibles.
“Fundé Lunfarda Travel un poco con el objetivo de ganarle al sistema, y crear una agencia más bien centrada en nuestras propias experiencias, más auténtica, y que promueva una economía de empoderamiento a las personas que han estado en los márgenes de la economía formal y de las ganancias que quizás promueve el turismo”, explica Radisic.
“El turismo es uno de los grandes motores económicos de nuestro país. Está concentrado en las manos de pocas personas. No hay una gran diversidad en el turismo”, desarrolla.
Al respecto, la emprendedora señala los beneficios que trae la priorización de la diversidad no sólo a su proyecto, sino a la sociedad en general: “La diversidad es un vehículo de empoderamiento económico hacia las minorías en un sistema capitalista, y puede generar mercados completamente nuevos”.
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Así, trae el caso concreto de la ausencia de personas racializadas en estos mercados y el potencial que trae su inclusión: “Las personas negras no están insertadas en el mundo del turismo, no se benefician de esta economía, y, sin embargo, el mundo está lleno de millones de personas negras que quieren viajar apoyando a sus comunidades. Y no hay muchos negocios cuyos dueños sean personas negras en Buenos Aires, por un montón de motivos que tienen más que ver con el racismo estructural que con la capacidad o posibilidad de inserción de estas personas en el mercado”.
Es por esto que Lunfarda Travel ofrece un tour de historia afro. “Es el más vendido y el más exitoso de toda mi empresa, y a mí me dijeron que no había ningún mercado posible para esto”, revela. “El CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe) nos acaba de dar un grant de USD 20.000 para que podamos promocionar emprendimientos afro”.
No obstante, este enfoque es muy difícil de implementar en la industria actual… Pero eso no va a detener a Radisic. “Hasta muy recientemente no había un folleto oficial de CABA que muestre una persona negra pasándola bien en un atractivo turístico de nuestra ciudad. Tampoco ves personas con corporalidades diversas o LGBT”, dice. “Así que ahora venimos haciendo todo un laburo de militancia con el Estado y el turismo para que cambien la comunicación, y explicarles que cuando ellos cambian la comunicación, de golpe eso se refleja estadísticamente en cuántas personas de esa comunidad vienen a nuestro país”.
Sí, el camino ha sido cuesta arriba, pero sus frutos definitivamente han valido la pena: “Hoy, con mucho orgullo, puedo decir que mi empresa tiene el único tour de afroturismo, guiado por guías afroargentinos y afromigrantes, tour de historia LGBTIQ, también guiado por personas de la comunidad, y también próximamente el turismo cannábico”.
Paren las rotativas: ¿turismo cannábico? ¿Cómo es eso?
Turismo y marihuana, ¿un solo corazón?
Sí, leíste bien: el turismo relacionado con la marihuana es algo que existe y de hecho prospera en varias partes del mundo, con algunas semillas ya plantadas en tierra argentina. Y una de las grandes ambiciones de Mariana Radisic es promover el turismo cannábico en la región.
Llevada por su curiosidad y sus pasiones, la emprendedora ha explorado este tipo de turismo en casi todos los rincones donde es posible hacerlo: desde Ámsterdam y Barcelona hasta Nueva York, Portland, California… Su objetivo era estudiar los modelos que ya se están implementando en otros lugares para desarrollar una metodología propia.
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Así, distingue entre varios tipos de turismo cannábico: “Tenés, por un lado, el modelo de Colorado, que es un poco parecido al que tenemos acá de las visitas a las bodegas, pero versión cannabis”, explica. “Ves cómo es una producción, tenés una cata, quizás comida, tenés un poco el tema de la naturaleza y el paisaje porque estás en un lugar hermoso”. Por otro lado, describe otro tipo de turismo más informal (“más de ‘vení a fumar porro’”), combinado con los atractivos turísticos de la ciudad. “Pero no hay una integración real entre el faso y el turismo más que al nivel de ‘voy a un coffee shop, me fumo un porro y quizás después me voy a un museo”.
Entonces, ¿cómo sería el modelo que imagina Radisic para un turismo cannábico de calidad? “Y, dentro de poco ya lo van a ver”, desliza. “Básicamente, la idea es integrar a los clubes con circuitos que tengan que ver con el turismo de Buenos Aires e incorporar la gastronomía y el arte de la ciudad para que los turistas puedan tener una experiencia que sea de Buenos Aires, no solamente de porro”.
El objetivo, así, es que las personas que quizás vienen atraídas por la legalidad de la marihuana “puedan enamorarse de nuestra cultura, puedan invertir en nosotros. Y bueno, tender puentes también”, revela.
Por caso, un circuito realizado desde su club, El Joint, comenzaría con una cata de las variedades cultivadas por su propia mano, pero también incluiría una charla educativa sobre los derechos de les turistas y cómo fueron conquistados dichos derechos gracias al activismo cannábico. ¿Por qué? “Porque en mi agencia de turismo, siempre lo que buscamos es hablar de luchas de minorías. Y los fumones quizás podemos autopercibirnos como una minoría”.
Esto resuena particularmente en el contexto actual donde cada vez más sectores ven sus derechos en riesgo, incluyendo a les pacientes de marihuana medicinal y pasando por las diversidades sexuales y raciales. De hecho, el activismo cannábico ha estado siempre intrínsecamente ligado al movimiento por los derechos LGBTQI+ y al encarcelamiento masivo de personas racializadas.
Radisic ve ligadas todas estas causas no sólo a nivel profesional, sino a nivel personal. “El cannabis es una parte esencial de mi vida, de mi empatía, de mi sensibilidad”, comparte. “También es una droga que ha generado mucha marginalización de personas, y especialmente en estas minorías… Se puede pensar en las cosas de una manera interseccional, y creo que el turismo es un vector para promover ideas de cómo se puede luchar por ciertas cosas”.
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Ciertamente, las cosas hay que hacerlas bien, y no dejarlas en manos de unos pocos o en los mismos de siempre. “A mí me interesa también empezar a pensar en que las mujeres ocupemos roles en esta industria, que las minorías tengan una puerta de acceso, y que esta industria también empiece a trabajar con otras industrias, como la del turismo”.
Asimismo, su modelo perfecto también incluiría facetas de la cultura porteña a menudo pasadas por alto por la mayoría de los proyectos turísticos actuales, como la escena de Street Art (Lunfarda Travel ya cuenta con guías experimentades en el tema) y proyectos gastronómicos innovadores. En cuanto a esto último, Radisic comenta: “Sacando la crisis que todo lo daña, la gastronomía argentina está viviendo un momento de muchísima creatividad y mucho reconocimiento internacional. Buenos Aires acaba de recibir sus primeras estrellas Michelin, y también Mendoza”.
Y es que, conociendo la planta y sus particularidades, es imposible no forjar una conexión entre la marihuana, la comida y el arte: “Hay todo un submundo de turismo que se mueve a través de la gastronomía, y hay todo el mundo atrás del turismo cannábico, y son mundos para mí muy complementarios, ¿no?”.
Porque, para ella, el objetivo no es sólo individual: también es comunitario y, por qué no, nacional y popular. “Creo que Argentina está en un momento muy de mierda”, confiesa. “El turismo está en un momento muy de mierda. Este año esperamos un 30% menos de gente que el año pasado. Entonces todo lo que pueda servir para que Argentina y Buenos Aires podamos estar mejor y recibir más turistas es un salvavidas para nuestras industrias, que además son muy transversales. El turismo impacta en la gastronomía, impacta en el transporte, impacta en el entretenimiento…”.
‘Una falta de respeto de parte del Estado’
Pero, a todo esto, ¿cómo planea esta emprendedora implementar su proyecto si todavía no existe una legislación que ampare a los turistas y el uso de marihuana? ¿Y más en un contexto donde no parece que haya avances, sino que ha habido varios retrocesos a nivel nacional? A no temer: es acá donde entra el trabajo de FECCA y su proyecto de REPROCABA, el REPROCANN porteño.
“Con FECCA se presentó un proyecto de ley que se conoce tiernamente como REPROCABA”, detalla Radisic. “Lo que se está promoviendo es que la Ciudad de Buenos Aires tenga su propio REPROCANN, porque a nivel nación está todo completamente trabado y desfinanciado. No solamente no están saliendo los nuevos REPROCANNes, sino que incluso se están bochando trámites sin mucho argumento”.
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“Lo lindo de la Ley 27.350 es que tiene como un recoveco que le permite a los municipios gestionar sus propios programas de REPROCANN”, explica. “Amparándonos en esa ley y también amparándonos en lo que ya hizo Chubut (que acaba de sancionar el REPROCHUBUT), se presentó en la legislatura un proyecto de ley que permite que la ciudad tenga su propio registro y que todos lo que somos residentes de la Ciudad de Buenos Aires nos podamos inscribir en el REPROCANN, pero también quienes no son residentes, que sería el REPROCANN para turistas”.
“La idea es legitimar todo el trabajo que venimos haciendo los clubes para que podamos insertarnos dentro de los circuitos turísticos y que esto pueda también traer prosperidad a la ciudad en líneas generales”, sigue, acorde a su plan interseccional.
Pero más allá del potencial económico, Radisic pone el foco de la cuestión en la salud y la incertidumbre que se está viviendo en todo el país: “Yo espero que el REPROCABA pueda traernos tranquilidad a los porteños. Mi club está en Buenos Aires, nuestros pacientes están en Buenos Aires, pero me parece que necesitamos también de una mirada federal, el REPROCANN tiene que andar a nivel nacional”.
Adentrándonos en dicha cuestión, Mariana no tiene pelos en la lengua a la hora de enunciar numerosas críticas a la gestión Milei, que ha visto recortes y agravios no sólo en el ámbito del cannabis, sino en salud, educación, cultura…
“Qué te voy a decir”, comienza exasperada. “La verdad que es una locura tener leyes sancionadas que son de salud y tener un programa que simplemente por su propio desfinanciamiento y por su propia desidia está generando que haya 130.000 personas que necesitan el cannabis para sus usos medicinales, y que hoy se encuentran en un limbo legal, expuestos a coimas, expuestos a un marco muy inseguro”.
Pero no son sólo los y las pacientes quienes salen perdiendo con este modus operandi. Todo el ecosistema cannábico se ve afectado. Señala Radisic: “Nosotros, como club, también vemos eso. Y es una cagada, porque nosotros verdaderamente trabajamos muchísimo para estar al día con todo lo que es el compliance con la normativa del REPROCANN. Porque nosotros, justamente, somos un emprendimiento familiar, lo queremos hacer de manera seria. Testeamos nuestros productos. No estamos boludeando acá”.
“Me parece que hay hasta una falta de respeto de parte del estado”, sentencia Radisic, enfatizando la creciente importancia del cannabis en la sociedad. “Evidentemente, esto es un fenómeno social. Vos no podés tapar la realidad simplemente por evadirla. Y esas personas necesitan una respuesta”.
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No obstante, la emprendedora señala la miopía de restringir el potencial de la marihuana a sus usos medicinales. Además de afirmar que “el uso adulto tiene que existir en Argentina”, Radisic sostiene que el cannabis “es un beneficio económico para nuestro país, es un beneficio social, es una reducción de cargas impositivas… Legalizar el cannabis es algo que nos beneficia absolutamente a todos. Vamos a por ello”.
Así, la marihuana surge como una respuesta posible ante las diversas crisis que azotan al país, ya sea como fuente de ingresos, de trabajo, atractivo turístico, como medicina, como fenómeno cultural… Las posibilidades son ilimitadas. Siempre y cuando deje de ser ilegal.
“El cannabis se va a legalizar en Argentina más temprano que tarde”, asegura Radisic. “Ese blanqueamiento de la industria, esa aceptación de que puede ser una industria formal, de que puede generar empleo, de que no va a generar perjuicios de salud en la población, mientras que los recursos para salud mental aparezcan para quienes los necesitan… Sí, nosotros podemos tener un futuro así. Creo que hay un futuro de mucho empoderamiento económico para Argentina gracias al cannabis”.
El Joint: Más que un dispensario, un refugio
Ahora, Mariana Radisic podría haberse contentado con su próspero emprendimiento turístico (reconocido internacionalmente), agregarle su veta cannábica y saborear las mieles de su éxito. Más no. Hoy, lidera uno de los pocos clubes cannábicos de Buenos Aires, y nos atrevemos a decir que el más bonito: El Joint, ubicado en la nebulosa intersección entre Palermo y Colegiales. Pero, ¿cómo surgió esta iniciativa?
Narra Radisic: “El Joint surgió en el instante que alguien vino y me dijo ‘Che, ¿sabías que hay una ley que dice que podés poner un club de cannabis?’. Lo agarré a mi hermano, que también es fumeta hace mucho tiempo, y le dije: ‘legalmente, podemos’”. No hubo ningún tipo de duda, resquemor o incertidumbre: Podemos y queremos. Y así fue.
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Asesorados por el equipo profesional de Estudio 420, les hermanes comenzaron a trazar los planes de su emprendimiento. Y no estarían solos, pues El Joint no es sólo una ONG, es una ONG familiar. “Para nuestra grata sorpresa, toda nuestra familia empezó a decir ‘nosotros también queremos estar, queremos dar una mano, qué bueno que estén haciendo esto…’”, comparte. Este no es un dato menor, ya que su familia, históricamente, siempre había tomado una postura conservadora y prohibicionista con respecto a la marihuana. “Mis viejos eran muy de la escuela de ‘fumar porro te quema las neuronas’”, admite.
¿Qué originó, entonces, tan rotundo giro en sus convicciones? Radisic lo adjudica, por un lado, al paso del tiempo y al caudal de información nueva que fue combatiendo prejuicios y mentiras instaladas por la infame Guerra contra las Drogas. La marihuana y sus múltiples usos se fueron normalizando, el tabú se fue disipando y cada vez más personas pudieron hablar de la planta con sinceridad. “Todo el trabajo del activismo cannábico, por mostrar todos los usos terapéuticos y medicinales que tiene el porro, ha logrado bajar mucho el grado de estigmatización en la sociedad”, señala.
Por otro lado, reconoce que su propia historia desafía tanto al estereotipo del fumeta vago, inútil y desmotivado, que a su familia no le quedó otra opción que revisar sus creencias: “Con los años, mis viejos se dieron cuenta de que tengo una empresa súper exitosa, como es Lunfarda Travel, que ha ganado un montón de premios, que viajo por todo el mundo hablando de mi laburo, que tengo relaciones estables, que quizás mi mayor problema es que laburo demasiado en todos mis emprendimientos y no le dedico a mis amigos y a mi familia al tiempo que debería”. Y si les quedaban dudas, también contaban con el caso de su hermano. “No soy la única persona que fuma a porro en mi familia y que es funcional y exitosa”.
“¡Hasta mi abuela es parte del Joint!”, celebra Radisic.
Así las cosas: hoy, la familia Radisic Koliren puede jactarse de brindar uno de los espacios cannábicos legales más bellos de la Ciudad de Buenos Aires. Cada detalle está cuidado: desde el diseño de los sillones hasta la selección de libros y juegos de mesa, el menú de la cafetería… y por supuesto las variedades de porro.
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Cuenta la emprendedora, que también se encargó del diseño del ambiente: “Es un lugar muy hermoso. Nosotros tenemos lo que queríamos, que era un lugar acogedor donde la gente pueda venir y que se le tarde con respeto, con dignidad, con un producto que está testeado, que es de buena calidad”.
Efectivamente, la seguridad y la calidad son prioridades para este emprendimiento. “Todo el mundo sabe que pasarse de comestibles, tener la pálida, es una experiencia muy fea. La idea es cuidar a la gente que viene acá. No somos transas en ningún sentido”, aclara. “Lo importante es ir de a poco para encontrar una dosis que te sirva, y después la podés replicar fácilmente. Lo que nosotros buscamos es acompañar a la gente para que lo pueda hacer de manera segura y que puedan sentirse bien”.
Por caso, la emprendedora menciona las nuevas gomitas que desarrollaron cuidadosamente, aclarando que “queríamos primeramente que se hiciera con un aceite que estuviera testeado con laboratorio, para poder tener una constancia en lo que le estamos dispensando a los pacientes”.
¿Y qué más podemos encontrar en el catálogo de El Joint? “Tenemos de todo: tenemos prerolls, tenemos rosin… Tenemos ahora una genética con CBD, otra índica, arriba estamos cultivando 10 genéticas diferentes. Próximamente, también vamos a tener aceites para dispensar, de THC, de CBD y mezcla”. Es decir, completito completito, para todas las preferencias y paladares.
Pero nada de dormirse en los laureles: aunque parezca contraintuitivo, el cambio es clave para el éxito, y el equipo del Joint lo tiene muy claro. Para esto, cultiva (jeje) una estrecha relación con sus pacientes, que indican el camino a seguir para mejorar. “Vamos recibiendo feedback, vamos ayudando a la gente”.
Porque a no perder el objetivo de vista: facilitar el acceso a la marihuana para pacientes del REPROCANN que necesiten su medicina y no tengan los medios para cultivarla. De hecho, cuentan con médicos austorizados en el equipo para habilitar registros. Hablando un poco más de la faceta sanitaria, Radisic profundiza: “Yo creo mucho en el uso terapéutico del cannabis. Para mí es medicinal porque, de hecho, la definición de la OMS habla de la medicina de una manera holística, no como ‘la ausencia de enfermedad es salud’. No, la verdad es que la salud involucra muchas más cosas”.
Claro está: si bien queda un trecho largo por recorrer, vamos abandonando esas ideas anticuadas y entendiendo que la salud va más allá del componente físico, que tiene también que ver con lo emocional, lo relacional, hasta con lo social y el espacio donde une habita. Y los tiempos que corren no estarían creando sociedades muy sanas. “Estamos en un contexto muy hostil, muy hostil. Están muy rotos los lazos de solidaridad de la gente, quedamos todos muy atomizados después de lo que fue la experiencia de la pandemia, la experiencia de la crisis”, opina la emprendedora.
Por eso, “para mí también era importante que El Joint pudiera ser un lugar de encuentro, donde la gente pueda venir, se pueda tomar un café, pueda charlar con alguien… Ya nada más que eso es algo que ayuda”. Claro: joint, en inglés, no sólo significa porro, sino también lugar de encuentro.
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Y a no desmerecer el papel de nuestra planta favorita en todo esto: “Obviamente, la marihuana te ayuda a relajar, a desconectar. Poder encontrar un lugar donde puedas venir, te puedas cagar un rato de risa y simplemente poder bajar esos niveles de ansiedad que tenés en el cuerpo, para mí ya es algo muy piola. Estaría bueno que los clubes empiecen a convertirse en estos espacios de redes de contención más sociales también”.
“Creo que los clubes pueden ser un refugio y un lugar de contención”, desarrolla Radisic. “Espero que lo sean. Por suerte, cada vez hay más clubes. Estamos organizados”.
Así, plantea la emprendedora, la industria puede estar en vía para lograr mayor legitimidad social: “Gran parte del trabajo que hace FECCA tiene que ver con eso”.
Pero… ¿Por qué carpinchos?
Hay cierto detalle que no pasa desapercibido al entrar en El Joint: carpinchos, carpinchos everywhere. En el logo, en las paredes, en las tazas, en los cartoncitos para armar filtros, en el packaging… Así que no pudimos evitar preguntar: Mariana, ¿qué onda? ¿Por qué el carpincho es el patrono de El Joint?
“Los carpinchos, para mí, son el bicho más simpático, piola y que representa la argentinidad”, responde sin vacilar. “Estamos acá en Argentina, específicamente en Buenos Aires: zona pampeana, zona del Delta, y el carpincho es un bicho que es de acá”.
Ah, ¿eso es todo? No, ni cerca: “Además yo soy fanática. Porque vos ves fotos de carpinchos con cualquier bicho y siempre son amigos. Ves al carpincho y está hangueando con un gato, está hangueando con un perro…”, explica. “Pero también se le paran de mano a los chetos de Nordelta. Y eso es un atractivo adicional que yo no puedo desconocer, porque me encanta: amo que los carpinchos sean como un símbolo de lucha de clase en Argentina, es muy random. Es como cuando el meme se convierte en realidad”.
“Además, de todos los animales hermosos que habitan nuestro país, ¿cuál es el que toma mate? El carpincho. ¿Y cuál es el que tiene mayor posibilidad de prenderse uno con vos? El carpincho”, sentencia Radisic, para apurarse a aclarar: “¡Esto no es una recomendación a que se prendan un porro con un carpincho! Imagínenlo”.
Tan así, que hasta coquetearon con la posibilidad de tener un carpincho en carne propia, ahí en el patio del club. “No es legal, no lo intenten”, admite decepcionada.
Dato de yapa: carpincho en guaraní significa amo de las hierbas. Adecuado, atinado y apropiado. Cierra por todos lados.
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Para cerrar, nos contó de la vez que tuvo una (¿otra?) idea francamente millonaria, pero que no prosperó: “Cuando fue toda la fiebre crypto, yo conocía a gente que laburaba [en el ámbito] y dije: Hay que hacer unos NFT de carpinchos. Porque yo ya en ese momento sabía que los carpinchos eran la onda”. Desgraciadamente, su visión fue incomprendida: “Dejate de joder, los carpinchos son re una cosa argentina, a nadie le importan los carpinchos”, le batieron.
Un año más tarde, el trend de TikTok de capybara derribaría esa afirmación. “Se llenó todo internet de carpinchos, la gente compra peluches de carpinchos, y yo estoy segura de que estaría retirada y jubilada con mi NFT de carpinchos si me hubieran hecho caso”, se lamenta la emprendedora. Una verdadera tragedia.
Pero a no llorar por la leche derramada: aún sin sus NFTs millonarios, Mariana Radisic puede jactarse de tener no uno, sino dos emprendimientos extremadamente exitosos antes de cumplir los 35 años, y de ser una figura inspiradora para el activismo cannábico nacional y para el turismo internacional. Y por ahora, el cielo es el límite.
Fotos por Car Guzmán
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