Qué Es el Peyote: Uso y Legalidad de la Planta Sagrada
El peyote, un pequeño cactus sin espinas que contiene mescalina, ha sido venerado durante milenios por sus propiedades alucinógenas y su profundo significado espiritual.
Pero, ¿qué es el peyote? Más que un cactus que sobrevive al calor implacable del desierto, esta planta sagrada es una ventana al pasado y una llave a nuevos estados de conciencia ampliados.
Venerado por culturas ancestrales, prohibido en varias partes del mundo y aclamado en los círculos de la psicodelia moderna, el peyote despierta curiosidad, controversia y, sobre todo, fascinación. Desde los rituales de los pueblos indígenas en México y EEUU hasta las páginas de Aldous Huxley, este pequeño cactus ha tejido una historia que desafía el tiempo y las fronteras.
En este artículo exploraremos su origen milenario, los secretos de la poderosa mescalina, las complicaciones legales, los métodos de uso y sus efectos y cómo, a pesar de ser tan antiguo, sigue marcando el pulso de debates modernos sobre terapias, espiritualidad, ciencia y legalidad.
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Prepárate, el viaje recién comienza.
¿Qué es el peyote?
El peyote, científicamente conocido como Lophophora williamsii, es una cactácea (o cactus) endémica del norte de México y el suroeste de Texas, EEUU. También es conocido por varios nombres, como hikuri, botón de mescal y cactus pudding, entre otros. Este pequeño cactus es considerado un psicodélico debido a la presencia de mescalina, su principal compuesto activo. Esta sustancia es ilegal en todo el mundo y considerada droga de Lista I por la DEA, junto con la heroína, el LSD y el cannabis.
El peyote crece en suelos calcáreos y arcillosos, generalmente bajo matorrales, formando grupos que pueden ir de tres a más de cincuenta ejemplares. Su crecimiento es extremadamente lento, alcanzando la madurez entre los 15 y 20 años.
El peyote tiene formas variables, desde redondeadas hasta alargadas. Puede llegar a medir hasta 20 cm de diámetro y presenta crestas características que forman los llamados “botones” en su corona, en forma de disco y adornados con mechones de pelo gris-amarillo.
En 1888, Louis Lewin realizó el primer estudio químico del peyote aislando alcaloides. Hasta la fecha, se han identificado más de 100 alcaloides en este cactus (así que no, no contiene solo mescalina) que representan alrededor del 8% de su peso seco, lo que explica su relevancia tanto científica como cultural.
Pero, ¿cómo es que algo tan antiguo sigue generando tanto interés? Fácil: porque el peyote tiene mucho más para contar de lo que parece a simple vista. Lejos de ser solo un cactus, es un puente entre lo terrenal y lo espiritual que ha acompañado a las comunidades indígenas por miles de años.
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Foto por Toni Gürke, Public domain, via Wikimedia Commons
Historia del peyote: Orígenes y usos ancestrales
El peyote tiene una historia profundamente arraigada en las tradiciones espirituales y culturales de las comunidades indígenas de América del Norte. Aunque no existe consenso sobre quién lo descubrió primero, se sabe que pueblos como los tarahumaras, huicholes (o wixárikas) y coras en México, así como los navajos y apaches en EEUU, lo han utilizado durante milenios como herramienta sagrada en rituales de sanación y conexión espiritual.
La primera evidencia documentada del uso del peyote se remonta a 5.700 años atrás, gracias a hallazgos arqueológicos en cuevas del sur de Texas. Durante la era prehispánica, este cactus no solo servía como sacramento religioso, sino también como medicina natural para tratar diversas dolencias.
Con la llegada de los colonizadores europeos, el peyote se encontró bajo el escrutinio de la Inquisición española, que lo consideraba un “artilugio del diablo”. Fue allí que se impusieron prohibiciones estrictas contra su uso, ya que representaba una amenaza a las enseñanzas religiosas y el control colonial.
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A pesar de la persecución, las comunidades indígenas mantuvieron viva la tradición, y el peyote siguió siendo un símbolo de resistencia cultural. Sin embargo, en 1971, bajo la presión de tratados internacionales como el Convenio de Viena, México clasificó al peyote como sustancia ilegal debido a su contenido de mescalina.
De todas formas, y aunque la decisión buscaba alinearse con políticas globales, se reconoció que el peyote tenía un bajo potencial de abuso, lo que permitió excepciones para su uso tradicional por comunidades indígenas.
La leyenda del venado azul
En la tradición huichola, el venado azul es el guía sagrado que conecta a los wixárikas con el mundo espiritual. Según la leyenda, en épocas de enfermedades, sequías y hambre, los ancianos de la comunidad enviaron a cuatro jóvenes de cacería para encontrar alimento. Los jóvenes representaban los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Tras agotados días de búsqueda, encontraron un venado brillante y de color azul que, mostrando misericordia, permitió que los jóvenes descansaran para luego guiarlos al Wirikuta, desierto sagrado en San Luis Potosí.
En el cerro, el venado desapareció, y uno de los jóvenes disparó una flecha hacia lo que creyó era su presa. Lo que no esperaban era que, en lugar del venado, se encontrarían con peyotes brillando como esmeraldas. Cuando regresaron con sus ancianos, estos repartieron las plantas entre la población, saciando su hambre física y su sed espiritual.
Desde entonces, el hikuri (peyote) es venerado por los wixárikas, siendo este su maíz y el venado azul la guía que los conecta con el Gran Espíritu. En sentido de gratitud, cada año los huicholes peregrinan en busca del venado azul, ofreciéndole tributos como agradecimiento por permitirles acceso al mundo invisible y curar las heridas del alma.
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Esta leyenda relata el origen sagrado del peyote, al mismo tiempo que ilustra cómo este cactus ha sido mucho más que un alimento espiritual: es un medio para sanar, conectar y trascender. Desde entonces, el peyote no solo es usado como parte de rituales, sino como herramienta para acceder a estados de conciencia alterados que permiten interpretar el mundo desde una perspectiva más amplia y profunda.
Pero ¿qué efectos tiene el peyote? ¿Qué pasa cuando se consume? Para comprenderlo, es necesario explorar sus efectos en el cuerpo y la mente, así como los usos tradicionales que han dado forma a su importancia cultural.
¿Qué efectos tiene el peyote?
El peyote es conocido por sus efectos psicoactivos o psicodélicos clásicos —similares a los efectos de sustancias como LSD, psilocibina, ayahuasca o DMT— debido a su principal alcaloide, la mescalina.
Toda la planta contiene componentes psicoactivos, especialmente en la corona, donde se encuentra la mayor concentración de mescalina. Este compuesto, cuya estructura química es similar a la dopamina, actúa sobre los receptores 5-HT2A y 5-HT2C, aunque con una afinidad menor que el LSD-25.
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Entre los efectos psicoactivos y psicodélicos del peyote podemos encontrar:
- Cambios profundos en percepción, consciencia y cognición.
- Visiones con ojos abiertos y cerrados, con colores brillantes y sonidos más profundos.
- Experiencias de introspección psicológica, trascendencia espiritual y alteraciones en la percepción del espacio, tiempo y autoimagen.
- Sensación de divinidad, presencia metafísica y experiencias míticas reportadas por lxs usuarios.
El peyote es ligeramente más estimulante que los hongos mágicos o la ayahuasca. Como la mescalina es una feniletilamina, comparte ciertos efectos estimulantes con anfetaminas y el MDMA, aunque en menor medida.
Aquí puede surgir una pregunta bastante común, ¿el peyote es adictivo? La realidad es que ni el peyote ni la mescalina han demostrado contener potencial adictivo; más bien, todo lo contrario. De hecho, algunas comunidades de la Iglesia Nativa Americana lo utilizan como herramienta para tratar adicciones al alcohol y otras sustancias.
Efectos adversos del peyote
El peyote tiene un sabor amargo y acre, lo que a menudo provoca náuseas e incluso vómitos. Estos efectos iniciales también se observan con la mescalina sintética, lo que indica que son propios del compuesto.
Algunos efectos no deseados o riesgosos pueden incluir:
- Náuseas y vómitos
- Ansiedad y pánico
- Reacciones depresivas o paranoides
- Confusión y cambios de humor
- En sobredosis, puede resultar en toxicidad grave o fatal
¿Cuánto dura el viaje de peyote?
El viaje de peyote es una experiencia prolongada que se divide en varias etapas, desde el inicio de los efectos hasta la desaparición total de los síntomas.
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Duración de los efectos principales:
- Periodo de instauración: Los efectos comienzan gradualmente, entre 2 y 4 horas después de la ingesta. Aquí pueden sentirse mareos, náuseas, quizá algo de malestar. Esta parte no es divertida, pero pasa.
- Experiencia principal: La fase más intensa se extiende por aproximadamente 6 horas y es donde comienzan los efectos alucinógenos: colores más vivos, euforia, distorsión de la realidad, experiencias místicas… ya sabes, todo lo que te contaron.
- Duración total: El viaje completo suele durar entre 10 y 14 horas, antes de que los efectos psicodélicos comiencen a desvanecerse progresivamente.
Aunque la experiencia psicodélica termina después de 10-14 horas, algunos síntomas secundarios, como náuseas leves, fatiga o alteraciones sensoriales residuales, pueden persistir hasta 24 horas. Esto hace necesario considerar un tiempo de recuperación antes de volver a actividades normales.
Cómo tomar peyote
Bien, ya sabes lo básico sobre qué es el peyote y sus efectos. Ahora, vamos a lo que realmente viniste a buscar: cómo se toma. Porque, seamos honestos, si estás aquí es porque te pica la curiosidad (o estás planeando algo interesante).
Antes de meternos de lleno, un aviso de “amigo no tan amigo”: esto no es como tomarte un té relajante o un cafecito para charlar. El peyote es intenso y merece respeto, así que prepárate para lo que viene.
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El peyote puede consumirse de varias formas, básicamente:
-
- Fresco: La forma más directa: lo masticas y tragas. Sí, sabe horrible, pero así es la vida. Si quieres hacerlo más llevadero, puedes preparar un té triturándolo y cociéndolo con agua por varias horas, pero no esperes que el sabor mejore mucho.
- Seco: Se seca, se tritura, y el polvo resultante se mezcla con una bebida (o te armas de valor y lo tomas directo).
- Cápsulas o tabletas: Una opción más moderna: cápsulas rellenas de polvo de peyote o tabletas de mescalina sintetizada. Menos tradicional, pero efectiva.
- Otras opciones menos comunes: Fumarlo o inhalarlo. No es tan popular, pero está ahí.
Foto por Dornenwolf from Deutschland, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
Dosis promedio
Si tienes esta experiencia con la planta directamente, ten en cuenta que la dosis es difícil de medir, ya que los botones del cactus varían en tamaño y potencia. No obstante, la dosis media parece oscilar de entre tres y seis botones hasta 30 botones.
En cuanto a la dosis exacta expresada en gramos, ésta dependerá de cómo consumas el peyote:
- Fresco:
- Ligera: ~100 gramos.
- Moderada: ~150 gramos.
- Elevada: más de 150 gramos.
- Seco:
- Ligera: ~20 gramos.
- Moderada: ~30 gramos.
- Elevada: más de 30 gramos.
Consejos para principiantes
- Empieza con poco. Esto no es una competencia. La composición natural del peyote hará que, en comparación a las drogas sintéticas, los efectos sean limpios y seguros. De todas formas, no olvides que estamos hablando de un psicodélico potente, por lo que recomendamos que lo hagas en compañía de personas que estén experimentadas en su uso para evitar malas experiencias.
- Prepárate mentalmente. Este no es un trip cualquiera, no lo compares con otras drogas —es un viaje con todas sus letras.
- Y lo más importante: respeta lo que estás tomando. Es más que una “experiencia divertida”; tiene una historia y un propósito profundo. No por nada tiene un peso tan fuerte en sociedades que han perdurado por más de miles de años.
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Así que ya sabes, si decides intentarlo, hazlo con cuidado. No es algo que debas tomar a la ligera, pero si lo haces bien, podría ser una experiencia transformadora… o al menos, inolvidable.
Ahora que conoces cómo se toma el peyote y todo lo que implica, es natural preguntarse qué está pasando realmente en tu cerebro durante este viaje.
¿Qué hace el peyote en el cerebro?
El peyote, gracias a su principal componente psicoactivo, la mescalina, produce efectos que alteran profundamente la percepción, las emociones y la cognición. Esto ocurre debido a la interacción de la mescalina con los neurotransmisores del cerebro, particularmente la serotonina. Éste es un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo, la percepción sensorial, el control muscular y la conducta.
El proceso es algo así:
- Interacción con la serotonina: La mescalina se une a receptores de serotonina (5-HT2A y 5-HT2C), interfiriendo con su actividad normal, lo que resulta en una distorsión temporal de la realidad y percepciones alteradas.
- Alteración de los sentidos y la percepción: Bajo la influencia del peyote, las personas experimentan imágenes, sonidos y sensaciones intensamente vívidas que parecen reales, pero no lo son (¿o sí). Se produce una “mezcla de sentidos” conocida como sinestesia, en la que los colores se “escuchan” o los sonidos se “ven”.
Aunque no se han encontrado déficits psicológicos o cognitivos a largo plazo en las comunidades indígenas que lo usan con fines rituales, lxs usuarios recreativos pueden experimentar efectos adversos, como “flashbacks” o reviviscencias, donde aspectos del viaje alucinógeno reaparecen de forma inesperada.
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El efecto del peyote es altamente variable y depende de la dosis, el entorno y la predisposición emocional del usuarix. No solo genera alucinaciones visuales, sino que también altera profundamente la percepción de uno mismo y el entorno, lo que lo convierte en una herramienta poderosa en rituales espirituales y experiencias introspectivas. Veamos por qué.
¿Es legal?
La legalidad del consumo de peyote varía según el país y el contexto de uso. En México, su posesión está prohibida, salvo para las comunidades indígenas huichol, cora y tarahumara, quienes pueden usarlo con fines ceremoniales si acreditan su pertenencia a estas etnias.
En contraste, en EEUU, su uso está permitido para miembros de la Iglesia Nativa Americana dentro de un marco religioso. Sin embargo, en ambos países, el uso recreativo sigue siendo ilegal, y en muchos otros lugares, como Europa y Asia, también está prohibido.
Por otro lado, el tráfico de peyote plantea problemas serios de conservación, ya que los traficantes suelen arrancar la planta completa, dificultando su regeneración natural debido a su lento crecimiento, que tarda más de 15 años, y a las consecuencias del calentamiento global. Además, se falsifican permisos para transportar el cactus hacia destinos turísticos internacionales.
Paradójicamente, las autoridades suelen destruir las plantas decomisadas en lugar de reintroducirlas a su hábitat, lo que pone en riesgo la supervivencia de esta cactácea sagrada. Esto evidencia la necesidad de una regulación ética que equilibre la conservación, los derechos culturales de los pueblos originarios y las leyes internacionales.
Hoy en día, el peyote está protegido bajo la NOM-059-SEMARNAT-2010 como especie en peligro de extinción. Esta designación no solo busca preservar su ecosistema natural, sino también garantizar que las culturas que lo consideran sagrado puedan seguir accediendo a él de manera sostenible y respetuosa.
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Sin embargo, puede que estos esfuerzos no sean suficientes para contrarrestar los daños realizados por el turismo psicodélico. Es por esto que algunos grupos indígenas, como el Comité de Comunicación para la Conservación del Peyote Indígena (IPCCC), abogan porque el peyote no sea incluido en las iniciativas de despenalización.
Es decir: quieren que el uso de peyote siga siendo ilegal para protegerlo. En una carta confeccionada por grupos de pueblos originarios, afirman que “los esfuerzos de despenalización individuales, estatales o locales que incluyan el peyote pueden ser perjudiciales para una estrategia a nivel nacional impulsada por los pueblos nativos americanos para proteger, conservar y asegurar la sostenibilidad espiritual y ecológica del peyote”.
Usos terapéuticos en rituales indígenas históricos y en la ciencia moderna
El peyote es una herramienta profundamente arraigada en las tradiciones espirituales y curativas de diversas culturas. Durante más de 6.000 años, comunidades indígenas como los huicholes han utilizado esta planta sagrada en rituales religiosos y ceremonias de sanación.
Por caso, alrededor de 1870, se consolidaron los rituales de la Iglesia Nativa Americana, con raíces en las tradiciones indígenas de las Américas, donde se utiliza el peyote de forma ceremonial como sacramento espiritual. En estas ceremonias, un guía espiritual perteneciente a la comunidad, conocido como roadman, lidera el proceso ayudando a lxs participantes a navegar el viaje espiritual y a conectarse con el “Gran Espíritu”. Estos rituales se realizan en tipis con altares en forma de media luna e incluyen ceremonias nocturnas con fuego en un ritual con cantos, oraciones y el uso del peyote como sacramento.
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A pesar de la persecución que han sufrido las comunidades indígenas que usan peyote por parte de instituciones religiosas, políticas y médicas que no entendían ni respetaban su significado espiritual, la Iglesia Nativa Americana y las diversas comunidades han luchado por su derecho a practicar libremente su cultura. Como vimos antes, pudieron lograrlo estableciendo protecciones legales para preservar su fe y sus prácticas.
Más allá de los efectos psicoactivos, el peyote tiene un significado cultural profundo, utilizado como un medio para sanar emocional y físicamente. Su valor tradicional subraya la importancia de respetarlo como algo más que una sustancia, especialmente frente al auge del turismo psicodélico, que amenaza su existencia y donde su uso a menudo se descontextualiza. De hecho, para la tradición wixakira, el peyote tiene carácter divino y su consumo con fines recreativos refleja una “pobreza espiritual”.
No obstante, el turismo de peyote también proporciona ingresos en zonas empobrecidas y revitaliza el interés en culturas ancestrales. Real de Catorce es un buen ejemplo: un pueblo cercano que combina el turismo histórico y cultural con los viajes al desierto para consumir peyote.
Iniciativas como “Hablemos de Hikuri” destacan la importancia de un manejo sustentable del peyote mediante la creación de viveros bioculturales y la reforestación, asegurando que cada extracción esté acompañada de acciones de preservación.
Sin medidas concretas para proteger su ecosistema, educar a las comunidades y regular el consumo turístico, esta planta sagrada podría desaparecer en zonas clave, poniendo en riesgo no solo su existencia, sino también el patrimonio cultural y espiritual que representa.
Es crucial respetar las prácticas tradicionales indígenas, promover la educación ambiental y establecer regulaciones que garanticen que el peyote siga siendo un puente entre las generaciones y un símbolo de conexión con la naturaleza.
Usos terapéuticos modernos
En los últimos años, la ciencia ha comenzado a explorar el potencial terapéutico de la mescalina, el principal compuesto activo del peyote. Sin embargo, hay muy pocos estudios sobre los efectos terapéuticos del peyote, principalmente porque su uso está muy protegido. Un estudio publicado en Biological Psychiatry descubrió que la mescalina puede aumentar el flujo sanguíneo y la actividad en partes del cerebro responsables de la regulación de las emociones y el comportamiento, lo que sugiere que la mescalina puede calmar los síntomas de ansiedad y depresión.
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Estudios preliminares sugieren que podría desempeñar un papel en el tratamiento de diversos trastornos, entre ellos:
- Trastorno de estrés postraumático (PTSD): Ayudando a procesar traumas profundos.
- Depresión: Promoviendo estados de ánimo positivos y combatiendo la desconexión emocional.
- Adicciones: Facilita la introspección, ayudando a identificar y abordar patrones destructivos.
Conclusión
¿Ya dijimos que el peyote no es sólo una planta? Bueno, recordémosnoslo una vez más: el peyote es un símbolo viviente de espiritualidad, sanación y conexión con la naturaleza, profundamente arraigado en la historia y cultura de las comunidades indígenas que han sabido venerarlo y respetarlo durante milenios.
Usarlo, ya sea en un contexto espiritual, terapéutico o personal, requiere un compromiso con su significado y su preservación. Es vital recordar que el peyote no solo pertenece al presente, sino a un linaje cultural que lo honra constantemente como un puente entre lo humano y lo sagrado.
Si decidimos interactuar con esta planta, debemos hacerlo de manera consciente, respetuosa y responsable, asegurándonos de proteger su ecosistema y valor ancestral. Su descontextualización en prácticas modernas, como el turismo psicodélico, pone en peligro su existencia: urge la necesidad de fomentar un uso consciente y respetuoso. Por otro lado, reconocer su valor tradicional, mientras exploramos su potencial médico, puede abrir puertas hacia un entendimiento más profundo tanto de su rol en la historia como de su relevancia en la salud mental moderna.
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Al aprender de estas comunidades y sus prácticas, podemos adoptar un enfoque que celebre la riqueza cultural del peyote y garantice su existencia para las generaciones futuras. Más que consumirlo, se trata de entenderlo y cuidarlo como el legado viviente que es.
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