Cómo Guardar tu Cannabis: Tips Para Almacenar Marihuana Como un Profesional

Por Ellen Holland

Allá por las épocas donde el cannabis era ilegal en California, Nat Pennington guardaba su porro en barriles de pepinillos enterrados. En ese momento, Pennington necesitaba una forma de almacenar su cosecha para que durara hasta el año siguiente. Y, con la amenaza activa de las fuerzas del orden, también necesitaba mantenerla oculta, donde no se pudiera rastrear. Con el tiempo, Pennington, ahora CEO de Humboldt Seed Company, llegaría al almacenamiento en fosas sépticas.

Si bien las técnicas de Pennington para mantener su cannabis fresco a principios de los 2000 parecen estrafalarias hoy en día, se basaban en los mismos principios que todos los métodos de buen almacenamiento de marihuana: mantenerla oscura y fresca.

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“El barril de pepinillos era una forma relativamente económica de sellar a prueba de agua objetos grandes o grandes cantidades de un producto; es decir, en este caso, bolsas gigantes de porro”, dice Pennington. “Podíamos cavar un agujero y enterrarlo, y es un agujero enorme. O sea, un barril de pepinillos tiene como 190 litros… La gente los usa para recolectar agua de lluvia, como cisternas, tanques de agua, cosas así; pero en Humboldt, los cultivos de interior hasta empezaron a usarlos como depósitos para mezclar nutrientes y hacer hidroponía, cosas así”.

Como cualquier flor recolectada, las flores de cannabis comienzan a evolucionar y cambiar, tanto en apariencia como en composición química, en el momento de la cosecha. Extraer la humedad de los cogollos y conservar todos los elementos aromáticos y sabrosos es la alquimia de los grandes cultivadores.

El propósito de un porro increíble es fumarlo, no almacenarlo, pero el sueño de tener una reserva de marihuana épica sigue vigente. Si se añeja adecuadamente, el cannabis puede llegar a los dos años y seguir fumando de maravilla.

Harry Resin, criador y escritor cannábico de renombre mundial con raíces figurativas en Ámsterdam, recuerda que a principios de los 2000, los cultivadores llevaban pequeñas planchas Phillips para sellar las bolsas de cogollos. Diseñadas para bloquear la humedad y el aire para hacer durar la comida para perros, los cultivadores holandeses reutilizaban las bolsas para mantener frescas sus flores.

“Todos llevaban una miniplancha porque la técnica consiste, en efecto, en que cada vez que cerrabas la bolsa, la planchabas para cerrarla”, dice Resin. “Y la sellabas hasta la esquina y sacabas el aire. Eran bolsas increíbles. Podías guardar un kilo dentro. Se conservaba muchísimo tiempo”.

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El cannabis seco y curado se envasa para un almacenamiento prolongado en muchos tipos de recipientes, como bolsas para horno, bolsas de mylar, frascos de vidrio y contenedores de plástico. A menudo herméticamente almacenada en bóvedas, armarios, garajes, graneros, refrigeradores o congeladores, el objetivo es proporcionar un lugar estable en términos de temperatura y luz para conservar la marihuana de la mejor manera posible.

Pensando fuera del frasco

El prestigioso periodista especializado en cannabis, David Downs, enfatiza que, cuando se trata del guardar marihuana de la mejor manera posible, “lo que sucede fuera del contenedor es realmente relevante”.

“California no solo es el mejor lugar para cultivar marihuana, sino también para fumarla”, afirma. “En general, la temperatura y la humedad no son tan fuertes como en Colorado, donde el clima es muy seco y el entorno absorbe toda la humedad. En Florida o Hawaii, si dejas la marihuana afuera, se rehidrata y se vuelve esponjosa”.

El libro de Downs en colaboración con Ed Rosenthal, experto en horticultura de cannabis, Cosecha de marihuana: Maximizando la Calidad y el Rendimiento de tu Jardín de Cannabis, presenta una investigación realizada por la Universidad de Mississippi, cultivadora de cannabis con amplia experiencia en el gobierno federal de EEUU. El estudio demuestra que el cannabis pierde la mayor parte de su THC durante el primer año. Para el cuarto año, casi la mitad del THC se ha convertido en CBN.

“Acabo de regresar de Tailandia y hace mucho calor y mucha humedad”, comenta Downs en una llamada telefónica a finales de agosto. “Es un entorno difícil para la marihuana. Después de secarla y curarla, las probabilidades están en su contra en el ambiente”.

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Para mantener su marihuana fresca durante su viaje a Tailandia, Downs comenta que solo compraba en tiendas con aire acondicionado que tenían las flores selladas y almacenadas fuera de la luz solar directa. Después de comprar cannabis en Tailandia, lo metía en una bolsa Grove y la guardaba en el refrigerador de su hotel. Cualquier circunstancia en la que la marihuana huela fuerte en su envase significa que sus terpenos se están evaporando en el aire.

“Cada vez que entro en una tienda y huelo terpenos, sé que estoy oliendo mi dinero evaporándose en la habitación, y eso no me gusta”, dice Downs. “Nunca quiero oler terpenos en mi dispensario. Quiero olerlo entrando en mis pulmones y mi nariz, no en la habitación”.

Siempre joven

Rosenthal ha estado guardando recientemente su preciada reserva de cannabis criogénicamente curado en la heladera.

“Cuanto más frío está algo, menos cambia su formulación”, dice Rosenthal. “La luz y el calor, especialmente los rayos UV, modifican tanto el THC como los terpenos”.

También explica que las bajas temperaturas reducen la actividad de las bacterias que degradan las flores de cannabis. Por otro lado, la humedad dentro de un recipiente también impide conservar la calidad y la potencia de la marihuana. Rosenthal afirma que los cogollos con el contenido de humedad adecuado, del 10 al 11%, pueden colocarse en una bolsa sellada al vacío y almacenarse en la heladera para una conservación a largo plazo.

Se rompe ese curado

Las flores húmedas y recién cortadas no queman; es por eso que el cannabis se seca y, a menudo, también se cura en una fase de secado secundario. Tamara Kislak, de That Good Good Farm en el condado de Mendocino, afirma que el curado es la parte más importante del proceso de guardar cannabis.

“El cannabis es un producto perecedero. Es un organismo vivo como cualquier otro producto, por lo que alcanza su máximo rendimiento y presenta otras variaciones”, explica Kislak. “Si no se cura, se queda con un montón de enzimas. Tiene mucha clorofila y toda esta actividad viva”.

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Ella afirma que un cogollo bien curado significa que “se ha eliminado gran parte de la desgasificación, las enzimas se han descompuesto hasta el punto de ser más estables y se han conservado los terpenos, los aceites y el sabor deseado”.

Después de curar las flores de cannabis, Kislak explica: “Buscas un lugar lo más fresco y oscuro, con el menor intercambio de oxígeno posible“.

No es viejo, es vintage

El cannabis suele curarse en un plazo de unas pocas semanas a un mes, pero muchos cultivadores de exterior en el famoso Triángulo Esmeralda de California prefieren un “curado prolongado” y guardar las flores en sus tallos durante un año o más antes de cortar el porro para fumarlo.

Nikki Lastreto y Swami Chaitanya, cultivadores veteranos y expertos, afirman que no fuman su cosecha de otoño hasta marzo o abril del año siguiente.

“Swami y yo siempre hemos sido grandes fans de lo que llamamos cannabis vintage“, dice Lastreto. “Esto significa que se deja curar durante más de un año desde la cosecha, y es entonces cuando realmente alcanza su máximo rendimiento, y para lograrlo, hay que almacenarlo en perfectas condiciones”.

Rememorando la década de los ’60, Chaitanya, quien instruye a los estudiantes sobre la “integridad del almacenamiento” como parte del programa Ganjier, recuerda la época en que se conseguía marihuana de lugares como México, Tailandia y Colombia.

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“Siempre tenía al menos seis o siete meses cuando te llegaba, lo transportaban de un distribuidor a otro más pequeño y luego a tu bolsillo”, dice. “Ahora todo se hace en interiores y se cosecha tres meses después de brotar. Ese porro probablemente deba fumarse poco después de la cosecha, pero simplemente no está en su punto máximo. Hablamos de cannabis cultivado biológicamente, al sol, de larga temporada y de una sola cosecha. Todo se ha cultivado a la antigua usanza, y ese porro ni siquiera lo fumo hasta marzo o abril”.

Tina Gordon, la impulsora de Moon Made Farms en el sur de Humboldt, afirma que lanzará las flores que ha almacenado en los tallos de la cosecha del año anterior en septiembre del año siguiente.

“Y es espectacular”, dice Gordon. “Soy fan del curado y el almacenamiento prolongados, y en ese almacenamiento, el proceso de curado continúa. Para honrar a la planta, creo que lo importante es un entorno estable donde encuentre su máxima expresión en la forma seca. Esto significa preservar el perfil de terpenos y cannabinoides de tal manera que beneficie al máximo a quien la fume”.

Gordon mantiene muchas de sus flores aún en el tallo con un corte de agricultor que conserva las hojas de azúcar para proteger los cogollos. Moon Made también ha lanzado cannabis al mercado comercial en este formato, como “cola reina”.

“Lo que busco es una experiencia de fumada óptima, tanto en sabor como en efecto, así que prefiero liberar la flor cuando está en su punto óptimo para ser fumada”, dice Gordon.

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Mario, cultivador de Cosmic Forces Farm en Mendocino, mantiene su cannabis colgado en una cuerda en una habitación fresca y oscura hasta que está listo para ser podado y embolsado para la venta.

“Simplemente lo corto, lo cuelgo, no le quito las hojas y lo dejo colgado hasta que llega el momento de podarlo”, dice. “A veces lo dejo colgado unos seis o siete meses”.

Mantener el cannabis en sus tallos significa que dura más, ya que estos ayudan a regular la humedad. Si es posible, quienes cultivan en casa y buscan prolongar la vida de su cosecha deberían guardar el cannabis sin podar y en su tallo hasta el momento de fumarlo.

Aun así, con todo lo que se dice sobre cómo guardar marihuana, recuerden que el propósito final del cannabis es disfrutarlo.

“La marihuana es perecedera”, dice Kislak. “Hay que fumarla”.

Vía High Times, traducida por El Planteo.

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